28
May2007Cine duro
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May
Espero que no les parezca una cursilería, pero soy un adicto a Cannes, al festival de cine. Sigo las críticas del mismo y procuro ver cuantas películas estrenadas o premiadas en este festival parecen aportar algo interesante. Mi amigo Alfonso, que sabe mucho más de cine que yo, dice que tengo una especial tendencia a sufrir tragándome las cosas más raras que una cámara pueda filmar. Y tiene razón, no me defiendo. Pero es que también soy adicto a las emociones fuertes y esto es así: cuando conoces un poco los truquillos, los clichés, los recursos fáciles de cualquier arte... quieres pasar a algo más fuerte –cosas de la adicción- porque buscas algo que haga inteligible tu emoción y, sobre todo, emocione tu inteligencia. La mayor misericordia de Dios conmigo ha sido la de llamarme a la vida religiosa para así proteger mi vida de la droga dura, del sexo duro, de ser un tipo duro... y, sin embargo, abrirla al cine duro para buscar un poco más de luz y de verdad incluso donde el hombre parece golpearse a sí mismo o pasarse una cuchilla por la mirada –también en esto Dios me ha hecho el favor de hacerme dominico y tomista-.
Este año el nivel del festival, según la crítica, ha sido muy alto.
Mi interés ahora está en las palabras del joven director, que aumentan mi ganas de ver el film: Espero que este premio sea un aliento para pequeños cineastas de pequeños países que no necesitan ni grandes presupuestos ni grandes estrellas para hacer una historia que todo el mundo escuche. ¿Les suena a algo?