Perdonad. Sé que esto es una gamberrada. Pero es que me he reido hasta no poder más. Mi amigo Juan Carlos Friebe me envía un capítulo de su Crónica de vidas improbables, que trascurre en 2094. Este capítulo 9 diserta sobre la suerte de lo que ahora entendemos por libro y los sucesivos planes de educaión hasta el año 2094. Sé que es largo, pero aquí dejo unos párrafos por si alguien tiene tiempo este fin de semana y se quiere reir.
(...) Entre las nuevas iniciativas legales de la RAE debemos destacar el nombramiento de una Supernanny para cada unidad familiar: ha llegado el momento de educar a los padres. Toda vez defenestrados los padres como responsables de la deseducación integral de los menores a su cargo, los siguientes en ser pasados por la piedra serán los abuelos, demasiado sensibles a las innovaciones: su psicomotricidad reducida y sus achaques de vejestorio parecen recomendar una pronta extremaunción. Nietos y nietas, nietas y nietos, nietos y nietas todos y todas, en suma niet@s tod@s, se han sumado a la reforma y se emplean a fondo contra sus mayores al grito de “cuanto más viejos más hostias”, lema de la última y espléndida campaña del Gobierno para promover la eutanasia preventiva para mayores de 45 años. Ciertamente desconsiderados con las dificultades de la juventud, los carcamales se han venido negando de manera sistemática a domiciliar sus pensiones en las cuentas de sus dilectos niet@s para que los nenes puedan adquirir sus chuches preferidas, como cocaína o éxtasis.
En un incierto momento de la Historia alguien tuvo la brillante idea de simplificar aún más los medios de enseñanza gracias al uso del ordenador. Tras pasar por la apisonadora el vetusto y castrante sistema educativo anterior, basado en una extravagante idea que primaba la jerarquía de padres y profesores sobre hijos y alumnos, y gracias a la wikipedia, cualquier alumno podía tener acceso a una vasta cultura de contrastada solvencia, lo que hacía innecesaria la existencia de los profesores. Este hecho permitió eliminar de un plumazo el pesado lastre de sus nóminas del porcentaje destinado a Educación en los Presupuestos Generales del Estado, y supuso un incremento de la asignación presupuestaria en partidas más necesarias para los ciudadanos como fútbol y timbas de póker, para ellos y ellas, y liposucciones y aumentos de senos para ellas y ellos. Quizá, al principio, la decisión gubernamental produjo un alarmante incremento del analfabetismo infantil y juvenil. Pero qué gusto daba pasear por las calles viendo a la comunidad femenina lucir cuerpazos de play-boy; qué placer echar unas cartas y unas risas con los amigotes al tiempo que nos desgañitábamos berreando uys y gooooles de los partidos de todas las ligas del planeta; qué días aquellos…
Para conseguir una cultura bien empaquetada y comprimida, tipo aspirina, se estandarizó el uso del e-book a fin de dar un apoyo adicional a los jóvenes que ahora podrían consultar absolutamente ninguno de los contenidos que les exigían en el mesozoico educativo anterior a la RAE y, sin embargo, tenerlos todos. He aquí la clave del éxito inicial del e-book: una vez que los jóvenes poseen toda la cultura precisa para su desarrollo intelectural en un pequeño aparato electrónico, ¿para qué aprenderse nada?
No obstante se consideró que, para hacer más competitiva la formación de los alumnos había que dar un nuevo paso. Se observó entonces una tendencia común a todos los muchachos y muchachas, especialmente en las edades comprendidas entre el inicio de la pubertad y el final de la adolescencia: la de encerrarse durante muchas horas en los cuartos de baño. Y ahí estuvimos especialmente finos: tras el e-book, en un avance científico español sin precedentes, el Gobierno implantó el wc-book en todos los hogares expañoles dado que, al parecer, el retrete parecía el único lugar en el que nuestros estudiantes se sentían capaces de leer algo –por lo general la composición química de los distintos botes de champú- para distraerse un poco. Lo cierto es que no, ya que después de pasar medio día en el aseo salían con varios kilos de alcayatas, tornillos y profusión de quincalla adornando sus cejas, labios, lenguas y vaya usted a saber qué más, e impecablemente vestidos como zombies de una película de terror. Pero de esto nos dimos cuenta más tarde, cuando el wc-book ya estaba funcionando a pleno rendimiento.
Esto supuso una inversión educativa descomunal, ya que todos los contenidos lectivos tuvieron que ser impresos en papel higiénico. Sin embargo, observamos que este sistema también tenía sus carencias. Al arrancar parte del papel para su propio uso, los padres, egoístas e irreflexivos, causaban lamentables lagunas educativas en el aprendizaje de sus retoños. Para solventar este imprevisto se desarrolló el wc-book por módulos y cursos, agrupados en grandes bloques temáticos.
Juan Carlos Friebe. Crónica de vidas improbables (Inédito)
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