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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

12
Jun
2013
El gran Gatsby
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Tras algunos meses sin pisar un cine, he ido a ver la versión de Baz Luhrmann basada en “El gran Gatsby” de Scott Fitzgerald. Ni el director ni el protagonista me atraían mucho, pero tenía curiosidad por ver cómo era llevaba al cine la novela por parte de un realizador de conocida vocación espectacular y popular.

 

 

Y bueno, se suponía: saturación –esa es la palabra- de elementos visuales y efectos demasiado evidentes. La originalidad de conformar una banda sonora con canciones años 20 y golpes contemporáneos –house, jump-style, trance- proporciona momentos brillantes y el vestuario es espectacular. Pero esos logros no trabajan al servicio de una película como tal: es un amasijo.

 

Con todo, la película me ha recordado alguno de los temas que se encuentran en la novela. Por ejemplo, ese lugar en el que se siente el escritor ante la realidad: dentro de ella y a la vez fuera de ella. Es la experiencia de estar viviendo en medio de lo que ocurre pero, a le vez, fuera, desde un punto más o menos distanciado desde el que se observa y se narra.

 

Otro tema que me ha recordado es el del amor como motor de todo lo que hacemos, aun cuando no sea evidente, ni siquiera para nosotros mismos, que lo hacemos por amor. Un amor que algunas veces la persona amada no merece, algo de lo cual el último que se da cuenta es quien ama con una esperanza que nunca se rinde, ni ante la mayor de las evidencias.

 

Y, relacionado con ello, la esperanza que, pese a que pueda parecer lo contrario, es más fuerte que el convencimiento. Porque el convencimiento puede ser bastante descorazonador, ya que no todo lo que sabemos que ha de ser de una manera nos procura el consuelo y la dosis de vida suficiente como esperarlo. La esperanza se sustenta en la memoria y el deseo. El deseo de que vuelva a ser lo que una vez ya fue. 

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28
Abr
2013
La vida es eso que nos pasa mientras hacemos otros planes
1 comentarios

 

Me llama Katy. Su madre acaba de morir. Esta tarde no podrá recogerme en la estación de Murcia, pero ya lo ha arreglado todo para que alguien esté allí.

 

 

Así es que tomo el autobús como estaba previsto. Al rato, una llamada: bájate en Puerto Lumbreras, que me ha dicho Inma que te recoge ahí. No conozco personalmente a Inma Pelegrín, a excepción de algunos poemas suyos y una breve conversación telefónica. Así es que aquí estoy, en “Casa Liu”, una cafetería a lo murciano regentada por chinos en el centro de Puerto Lumbreras, esperando a una chica rubia.

 

Pero Inma no es rubia, es morena y su sonrisa se abre paso entre las mesas de la terraza. He pensado recogerte aquí y así nos pasamos por Totana, estamos un rato con Katy y le damos un abrazo en este momento. Yo también le agradezco a Inma la idea. Nos tomamos un café y hacemos intercambio de libros y dedicatorias. Este está recién sacado de la caja, porque normalmente mis libros van manchados de sobrasada o nocilla de la merienda de mis hijos. Bueno, todos mis papeles, porque los tengo siempre por medio mientras plancho, cocino o limpio la casa.

 

Salimos hacia Totana. Katy está en la puerta del tanatorio en compañía de poetas amigos que han venido de Murcia a acompañarla. Nos recibe con abrazos profundos, muy profundos. Katy me toma de la mano, entramos en el tanatorio y ella, que no es creyente, orgullosa y emocionada, me presenta a familiares y vecinos como su “amigo cura”. Rezo en silencio ante el cuerpo de su madre. Rezo solo pero no estoy solo. Salimos cogidos de la mano como habíamos entrado.

 

Inma y yo tenemos que proseguir camino a Murcia para el recital y, aun así, llegamos justitos de tiempo. No sé por qué –quizá por todo esto- la lectura es una de las más hermosas que he hecho. El público, una maravilla, y eso que están acostumbrados a escuchar a muchos autores y se trata de un grupo exigente y crítico. Hubieron lágrimas de emoción y también carcajadas con mis poemas más gamberros.

 

Me despido de Inma –mañana trabajo en el laboratorio y antes tengo que dejar las cosas de la casa y de los niños preparadas-. Esa misma noche comienzo a leer su libro, “Cuestión de Horas. (Dies fugit)”. Le había escuchado a Katy Parra maravillas de Pelegrín y ahora lo compruebo asombrado: ¡cuánto talento en un ser tan sencillo y tan humilde! Una mujer ungida por el don de la bondad. Imagino sus poemas mezclados con los objetos de la cocina, palabras limpias entre la colada limpia, como si no importara: versos planchados con mimo, claros, directos y tan cotidianos que siempre dirán algo. Pequeñas palabras impregnadas de amor que nos hacen más grandes y más dignos. Leyendo a Inma Pelegrín comprendo que se escribe como se es y que para escribir, no sólo bien sino dejando huella, hay que tener el corazón limpio, por más que no siempre podamos.

 

 
02:30 H.

 

 

Cada noche olvidaba
apagar, a sabiendas,
la luz de la cocina.

 

Decía que al volver
podría imaginar que la esperasen,
que aquel fulgor, difuso y ambarino,
afianzaba sus pasos,
que siempre hay que dejar
un resplandor al fondo,
como quien cede un rastro de sí mismo,
y así la madrugada es más benévola.

 

No sé por qué senderos
derrotan sus pisadas,
si son de lucidez u oscuridad,
o si será posible
tropezarse, también, en el vacío.

 

A fuerza de palabras
intento desvelar su para qué,
hasta, de alguna forma,
recomponer aquel desfiladero.

 

Hay veces que una luz se enciende en un poema.

 

Uno vuelve sus ojos al final del pasillo
para salvar a alguien. Quizás para salvarse.

 

Uno guarda prendida alguna excusa
porque quiere creer que no está solo.

 

 

Inma Pelegrín. Cuestión de horas (Dies fugit)
XXXII Premio Hispanoamericano
de Poesía Juan Ramón Jiménez

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20
Abr
2013
freaky ESC
2 comentarios


Sí, ya sé que esto es muy freaky, pero ya que hay que llevar la etiqueta de postmoderno, acarreemos con las peores consecuencias: me gusta Eurovisión.  


Ya en serio (¿serio?). Cuando miro esta mezcla de folklores patrios, sintetizados con almíbar, al que cada año se suman más países y alcanza mayores audiencias, me pregunto qué hay que hacer para captar la atención y el favor del público en exactamente 3 minutos. Y la respuesta es que, aparte de una canción bonita, de entre las que a uno le gustan se nos queda aquella en que el artista pone algo más.
 


El tema me lleva a otras realidades. Lo llaman traspasar la cámara, enganchar las miradas a tus ojos. En teatro se habla de romper el cuarto muro. En retórica, atraer los sentidos hacia las palabras. Me lo he preguntado también en algún museo: ¿por qué de entre dos maestros recordaremos siempre a este y no a aquel? Muchos factores, pero uno es clave: este ha querido ir más hondo y más allá, y para eso ha escarbado en sí mismo, porque nuestra persona es la primera materia de un artista.

 

En igualdad de condiciones, el alma es la que triunfa. Las agencias de publicidad lo saben. Todos queremos ver lo intangible humano; nada conmueve más nuestras entrañas que otras entrañas expuestas. También los reality lo saben; y la prensa rosa. Por eso es serio tenerlo presente para no caer tan bajo.

 

Me confesaba hace poco un amigo que ha terminado un libro bastante confesional, con la mala prensa que ello tiene en los ambientes literarios, pues el riesgo del sentimentalismo aumenta considerablemente. Yo le decía que no importa. No importa exponer los sentimientos con tal que la exigencia formal extreme sus alertas. No hablo de nuestra biografía. Esa sólo se cuenta a quienes de verdad nos aman y amamos. Hablo de una verdad que se muestra en nuestra historia y nuestra carne aunque no sea nuestra historia y sí duela en nuestra carne.

 

Y sí, también en Eurovisión. Los shows posmodernos no se diferencian en esto de los pequeños círculos culturales, tan pedantes y almibarados a veces como aquellos, porque, al fin y al cabo, humanos somos todos por más solemnes que nos pongamos.

 

Un artista verdadero soporta 3 minutos de primer plano sin efectos, luces ni maquillaje. Hagan apuestas, yo ya tengo las mías. Y no, no es Holanda, aunque me agradaría.


 

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15
Abr
2013
Universitarios en Salamanca
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Extenuados, regresamos anoche de Salamanca. Han sido tres días de visita cultural y, por supuesto, lúdica con un grupo de colegiales mayores.

 

 

La verdad es que no ha podido ir mejor. Ha sido un viaje espectacular: las rutas culturales, la diversión, el tapeo, la convivencia. Hemos aprendido, hemos compartido, nos hemos divertido, hemos ligado (bueno, de esto me excluyo yo, por supuesto). Podría detenerme en muchos momentos especiales, como la visita al conjunto de San Esteban, donde los frailes nos han atendido de mil amores. Me ha alegrado comprobar el fantástico trabajo que realizan mostrando, a través del arte, la misión evangélica de los dominicos, su implicación con la lucha por la justicia a través de la sala del Capítulo Antiguo y las citas de los sermones impregnados de compromiso social de los dominicos en América. Nos lo han mostrado con tanta pasión que uno de los colegiales, al salir, concluía: “¿entonces podemos decir que en esta sala se reunió el primer consejo de la ONU?”.

 

Uno de los lugares que no quería dejar de visitar ha sido el Palacio de Anaya, sede actual de la Facultad de Filología de la USal. Es para mí un lugar especial y quería compartirlo con los colegiales. A ella acudía en mis años de estudio de teología en busca del consejo, las correcciones y opiniones de los amigos poetas que admiraba: Sánchez Zamarreño, Mercedes Marcos, M. Ángeles Pérez López, J. A. González Iglesias y siempre me detenía ante el busto de Unamuno, quien mandó esculpir en su solapa una pequeña cruz. Nos hicimos fotos con Unamuno mientras consideraba cómo mis angustias existenciales de aquellos años de estudio y de búsqueda, tan unamunianas, habían ido diluyéndose mientras han aparecido otros sentimientos que me siguen hermanando con Don Miguel: el paso del tiempo, la cercanía de la muerte.

 

En mi próximo libro –ya está todo listo, incluida una curiosa portada- lo expreso en un poema que comienza así:

 

Tampoco yo, Don Miguel de Unamuno,
quiero morir.

 

 

 

Gracias a la maravillosa alegría de los muchachos he vuelto de Salamanca sintiéndome más vivo. Bueno, a ellos y al cochinillo que compartimos a la vuelta por Segovia. Gracias, chicos, sois fenomenales!


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14
Mar
2013
Papa Francisco
2 comentarios


Signos de los tiempos: el nuevo papa es religioso, jesuita. El director de Vida Nueva comentaba hace un par de noches en una tertulia en Televisión Española que sería un buen signo que el nuevo Papa fuera un religioso. Así se ha cumplido.

 

 

El español es su lengua materna. Como dato, se calcula que en una década la mitad de los estadounidenses hablarán español, la lengua de San Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola o fray Luis de Granada. Suponemos que la lengua en que rumiará sus encíclicas y textos más significativos será nuestra común lengua materna.

 

Es el primer Papa latino americano. De esto ya se ha hablado mucho y bien. Sólo por poner una nota pintoresca, señalaré que un conocido mío de Facebook escribía en su muro que con este hecho culmina la barbarie colonizadora de Europa sobre América… En fin, creo que el comentario no necesita apostilla ninguna.

 

Bergoglio se llamará Francisco: vuelta al evangelio desnudo, a la pobreza, a la simplicidad, a los márgenes del mundo. También por las redes me decía una amiga que conocidos amigos sacerdotes suyos le comentaban que siempre ha apoyado y estado presente en los poblados chabolistas.

 

Por al menos tres veces se ha referido a sí mismo como obispo de Roma, y, en esa eclesiología que subraya que el ministerio viene del Espíritu por el pueblo de Dios, antes de dar la bendición ha pedido la bendición de la Iglesia en oración y silencio. Me quedo con la imagen de un papa inclinado ante la multitud para recibir la bendición.

 

Lleva una sencilla cruz sobre el pecho y tiene cara de buena gente. Fue profesor de literatura. Viva el Papa!

 

 

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4
Mar
2013
Literatura y vida
5 comentarios

 

Me suele suceder. Hechas las cosas, escritas las palabras, medidos como minutos los versos, llega el momento de las revisiones, de corregir y de pulir hasta la extenuación. Encontrar una palabra puede quitarme el sueño. Salvar ese tropiezo que interrumpe el curso hermoso de unos versos milagrosamente encadenados puede tenerme dando vueltas varias horas.

 

 

También es el momento de elegir. Si retiro esta palabra, evito la asonancia, el subrayado, el adorno innecesario, pero pierdo precisión, porque esta es la palabra más precisa, la primera que vino, la del instinto y la frescura. ¿Sentido o sensación? ¿Emoción o rigor? Déjalo estar, ya llegará.

 

Es una lucha, casi una guerra; más que un forcejeo. No disfruto. Tengo que escudriñar en la memoria, templar mi corazón, tener paciencia, volver una y mil veces sobre el párrafo difícil, escuchar las recomendaciones y, a la vez, ser dócil al misterio y no dejar que nada enturbie el no sé qué que oíste un día. Discernir qué es terquedad y qué intuición.

 

Es el momento de vencer la vanidad, cubrir cimientos y pilares para que el conjunto parezca natural, sobrio, fácil. Es el momento de olvidarse de lo que querías decir para escuchar como si no te conocieras, como si fueras otro, otras vidas diferentes y lejanas. Sabes -lo has experimentado en otras ocasiones- que nada va a hacerte tan feliz como el desposeerte, el no pertenecer a tu propio mundo y, sin embargo, sientes el mismo temblor, el mismo miedo de otras veces: un desvalimiento de niño. Cada renglón, cada silencio, cada imagen será otra cosa en otros ojos.

 

No, no estoy hablando de mi inminente nuevo libro. Quizás estoy hablando de mi vida.


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22
Feb
2013
Yo he querido ser grúa muchas veces
13 comentarios

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me tranquiliza un amigo y me dice que no, que no incurro en ninguna falta ni me va a ocasionar ningún problema editorial si doy a conocer en mi blog un poema de mi próximo libro, “Yo he querido ser grúa muchas veces”, que anteayer fue considerado merecedor del Premio Tiflos de Poesía 2013.

 

 

Así es que dejo aquí el poema Grúas, en el que está contenido el título del libro.

 

 

 

GRÚAS

 

Me conmueven las grúas en invierno.
Parecen estar vivas y cumplir
su vértigo llenándose de grajos
que bordan en su acero un pentagrama.

 

La esencia de las grúas son las aves
de paso. Las cruces de este siglo,
donde todo se mueve, son las grúas:
inmóviles, calladas, imposibles.

 

Yo he querido ser grúa muchas veces,
recibir la nevada antes que el mundo,
los pájaros, los rayos matutinos…
y ser desmantelado cuando acabe
la obra en la que elevo humilde carga.

 

Las grúas son amigas de los pájaros.
Que vengan y se posen en mis hombros
mientras huyen del frío es mi deseo.
Que canten para mí, ser para ellos
el árbol más sencillo, pues apenas
un eje vertical y un brazo abierto
conforman mi estructura permanente.
(Vendrá la muerte a dar vida a este sueño
haciéndome también ave de paso).

 

Y, mientras, ser tan sólo un trasto útil
entre el cielo y la tierra. Algo invisible
a los ojos de todos pero nunca
al ojo diferente de los grajos.

 

 


Y quiero dar aquí las gracias a todos los amigos que, a lo largo de la gestación de este libro, me han aguantado con paciencia y bondad y han contribuido con su criterio honesto a mejorarlo: a Yolanda, Almudena, Vicente, Katy, Rodrigo, Pablo, Celeste, Dani, Javier, Alicia, Pedro, Juan Carlos, M. Carmen, Manolo
.

 

A mis hermanos de Granada, que amortiguan mis insomnios: Abelardo, Delfín, Álvaro, Pepe, Paco, Paco, Pachi.

 

A los pájaros, verdaderos protagonistas de estas grúas y este asombro.


 

 

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17
Feb
2013
La muerte de los otros
1 comentarios


Lo había olvidado, pero el poema había estado ahí, en la cartera de su abuelo, desde que se lo dedicó con apenas ¿9, 10, 11 años? El abuelo había llevado siempre consigo esa hoja de libreta a dos rayas con el primer poema de su nieta que, sencillamente, celebraba una tarde en el campo mientras él regaba unos perales.

 

 

Pero ella había visto las cosas de otra manera todo este tiempo y, por supuesto, los poemas del campo, los cantos de infancia y de familia; las exaltaciones de árboles, pájaros o nubes le parecían bastante poca cosa y poco originales. Le convenía poner distancia de cualquier camino que le hiciera resbalar por lo sentimental. Había decido que la ciudad sería el escenario de sus versos; que los ambientes oscuros, los personajes al límite, las sensaciones antes que las emociones, constituirían el material de su literatura.

 

Sin embargo, momentos como este, horas que siguen a los funerales, esta tarde misma en la casa del abuelo poniendo orden y quemando viejos papeles, obligaban a una especie de desnudez. Sinceramente: llevaba tiempo sin nada que decir, sin una maldita estrofa con el mínimo de intensidad.

 

Y aquel papel de libreta a dos rayas con esos versitos poblados de perales, pájaros y nubes escritos a sus 9 años y guardados tanto tiempo en la cartera del abuelo… En fin, claramente, que había sido una estúpida y una pedante queriendo ser quien no era. Y claro, muda, porque hasta las máscaras literarias deben tener algo que decir. Al fin y al cabo ¿qué podía contar ella de Djuna Barnes o de Marguerite Yourcenar que no hubieran dicho ellas mismas? Se quiso diferente y era ahora una vulgar poeta del montón sin nada que decir. El contenido encuentra su forma, la materia crea lenguajes. No a la inversa.

 

Ahora, la muerte del abuelo, la muerte de los otros, la devolvía a su propia vida. Al asombro, a la luz de decir, a las cosas que son verdaderas y que por ello nunca se repiten por más que se canten mil veces. La vida del abuelo había guardado durante años lo más puro de su propia vida y de su voz. La muerte de los otros nos enseña que no hay tiempo que perder. Y entonces derramó lágrimas que le limpiaban tantos años de imbecilidad.


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11
Feb
2013
Benedicto XVI deja el pontificado
4 comentarios


La noticia ha copado la última hora de las cadenas de televisión, de radio, los teletipos. Las redes sociales están que arden y ya está el texto en español que parece confirmarlo: el Papa Benedicto XVI dejará el pontificado a las 20,00 horas del 28 de este mes.

 

 

Nada lo impide, ni evangélica, ni teológica ni canónicamente hablando. Pero lo absolutamente inusual –algún precedente medieval hay- hace de ésta una noticia única. Ya se escuchan comentarios de todo tipo: desde los más frívolos y banales a los maximalistas que afirman que “el papado sólo lo rompe Dios con la muerte”. En fin, lo que es no saber y los malos resultados de las buenas intenciones.

 

Pero yo quiero hacer un breve comentario que sé que muchos no compartiréis: creo que este Papa ha sido –es- un buen Papa en muchos sentidos. Yendo a los textos, más allá de desafortunadas declaraciones tergiversadas en los medios y más allá de algunos puntos concretos en los que creo que la buena intención y la ingenuidad le han jugado malas pasadas, como en el caso de los lefebvrianos, me parece que es de justicia proceder con seriedad: su primera encíclica, “Dios es amor”, y las dos siguientes, “Salvados en la esperanza” y “Caridad en la verdad”, sobre los problemas sociales y económicos actuales, son bastante buenas. Van al fondo y, en el caso de la última, se denuncian realidades acerca de la especulación y de la ética social y económica que nos sería muy conveniente tener presentes en los tiempos que corren.

 

Por otro lado, aún cardenal, fue el primero en abordar el tema del fundador de los Legionarios de Cristo, así como en promover la clarificación y las medidas drásticas en los casos de denuncias de abusos a menores, aspectos que le granjearon antipatías y enemistades. Ha sido de los que desde el principio ha dado máxima importancia al diálogo ecuménico. Ha puesto a religiosos -jesuitas, salesianos, dominicos- en los cargos de máxima responsabilidad. Ha dialogado con los intelectuales ateos desde un conocimiento serio de las filosofías de este tiempo. Ha frenado alguna caza de brujas, desde un criterio evangélico, teológico y filosófico serio, caritativo y riguroso.

 

Este mismo hecho de dejar el pontificado, sin precedentes en la era moderna, es un signo, un signo de que algunas cosas que se han hecho siempre de determinada manera no tienen razón de ser y, por lo tanto, pueden realizarse de otra forma. No me quiero alargar ni es mi intención polemizar. Sólo quiero manifestar mi gratitud por todos sus esfuerzos y unirme a su oración, aun cuando a mis lectores ateos y beligerantes para con lo religioso les parezca mal. Seguro que en la amistad, porque están entre mis mejores amigos y ellos lo saben, me comprenden.

 


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6
Feb
2013
Amor, amor...
4 comentarios

 

Me gustaría saber por qué, pero no. Por qué, precisamente en los tiempos que corren, vuelve el personal a escribir sobre el amor. Poetas que me importan y que no me suelen dejar indiferente vuelven con intensidad al amor. Y mira que si hay algo peligroso en poesía es escribir de amor, que está todo dicho, que es un terreno minado de cursilerías, lugares comunes, vacías hipérboles e imágenes ñoñas. Pero, aun así, sorteando estos escollos, hay quien se atreve a ello, como Manuel Vilas –no suele dejarme indiferente- que escribía esto en facebook:

 

 

Hasta el Amor es una construcción cultural. Mira que para que yo diga eso, que Vilas diga eso. En ese sentido, el Cristianismo fue un Top Gun del Amor. Para demostrar que el amor no era una construcción cultural, es decir, un pacto social de carácter civilizador, Cristo se dedicó a amar lo imposible de amar: leprosos, prostitutas, ladrones, escoria. Pero no tuvo éxito porque eso solo era literatura, una perfomance judía de carácter preliterario, eso era. (…)

 

El pobre Nietzsche se murió pensando que superaríamos las construcciones culturales algún día; a eso lo llamó el Superhombre.

 

Me gusta Vilas porque tiene algo que decir. Sólo una lectura estrecha sería capaz de escandalizarse con sus provocaciones que, en el fondo, no lo son tanto y que –y creo que él lo sabe, si es que existe- no son sino una mirada a lo que verdaderamente importa desde un ángulo diferente y distanciado.

 

Y sí. Creo que da en el clavo: el amor de Cristo se caracteriza por lo desmedido e ilógico. Digo ilógico como si dijera sobrenatural. Y sin rédito alguno en una estrategia social. Escandaloso, vaya. Hasta injusto, me atrevería a decir, si suponemos que la justicia ha de ajustarse a alguna medida, a lo debido.

 

Creo que von Balthasar acertó también de pleno al decir que la belleza del amor reside en su inutilidad. Nos salimos, de ese modo, hasta de nosotros mismos y de lo que podemos decir. Una razón más para definir a Dios como amor, sin más.

 

Por el amor se rompen hasta las lindes de lo que ha sido para nosotros la vida. Esa rotura es la más aproximada experiencia en vida de lo que habrá de ser la muerte. Quizá la única manera de acercarse a la muerte antes de la muerte.

 

En mi próximo libro lo digo así en un verso:

 

“No sabe del amor quien vuelve vivo”.

 

 

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