Logo dominicosdominicos

Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor


Filtrando por: 2014 quitar filtro

22
Dic
2014
Futbol y chocolate
4 comentarios

El mercado sabe que necesita de la creatividad artística para llevar al consumidor sus productos. Después del horrible spot del año pasado, esta navidad los de Loterías han realizado un anuncio diferente, en esa línea del realismo cotidiano y callejero en el que –siempre lo he dicho-, desde La Celestina a Antonio López, los españoles somos insuperables.


La sentimentalidad del anuncio funciona. Vale, reconozcamos que hay emoción. Los publicistas saben que si se toca el corazoncito la cosa funciona. Y bueno, qué le vamos a hacer. También los artistas tienen que vivir de su trabajo –menos los poetas, claro-. El mensaje, al menos, es solidario y oportuno en estos tiempos.


Ya puestos a dejarnos llevar por la llamada a la fraternidad de estos días de navidad –sí, también yo pienso que la fraternidad es más una llamada para todos los amaneceres de la vida-, recordemos el centenario de la Tregua de Navidad entre los ejércitos británico y alemán durante la I Guerra Mundial, aunque –nuevamente la mercantilización de los sentimientos- al final quieran anunciarnos una marca de chocolate.


Y bueno, ya en serio y con el corazón en la mano, no voy a decir lo de “feliz navidad” (en fin, ya lo he dicho). El misterio del nacimiento de Cristo es para mí tan insondable que prefiero el silencio.


Por ello –y desde el silencio, claro- prefiero jugar con vosotros este partido de futbol y compartir una sencilla onza de chocolate.


Aquí va:


 

Ir al artículo

16
Dic
2014
La soledad y el sexo
0 comentarios

 

Estaba pendiente la segunda parte de Nimphomaniac. Así como la primera no pareció gran cosa -una retahíla de saltos atrás desde la narración de la protagonista, una reconstrucción de su ninfomanía retrotrayéndose hasta la infancia- la segunda parte muestra en realidad que se trata de un todo, un todo de 5 horas de duración partido en dos para hacer soportable esta cinta de uno de los directores más controvertidos, pero que, sin duda, ha dado a la pantalla algunas de las películas más geniales (Bailando en la oscuridad, Rompiendo las olas) de las décadas recientes.

Esta segunda parte es más interesante, pues en ella va siendo posible sacar algunas conclusiones y penetrar en la realidad de la protagonista y en las raíces de su adicción al sexo. En este sentido, cada vez se hace más patente que, en el fondo, sufre un enquistado problema para entablar relaciones profundas y de amistad, para expresar lo que lleva más adentro y para recibir lo que la vida de los otros puede ofrecerle. Es, llega a decir, un asunto de soledad.

Tras tantas historias, algunas de las cuales llegan a los límites de lo concebible y soportable, la película nos conduce a la consideración de la ternura, el compromiso, la solidaridad, el afecto expresado o la sublimación creativa como partes esenciales de la sexualidad y profundamente relacionadas con ella. Y que, al final, los problemas más graves del ser humano nos invitan a una consideración espiritual de la persona cercana a nuestra condición amorosa. Buscamos algo más. No encontrar, ni tan siquiera buscar, nos aboca a callejones sin salida.

En fin, 5 horas de von Trier en estado brutal para llegar a aspectos de los que ya nos hablaban en el noviciado o a las raíces de lo que más profundamente intuimos y la vida nos va mostrando.

Eso sí: lo mejor de todo son las demoledoras reflexiones acerca del poder, la democracia, la hipocresía bienpensante, las contradicciones del humanismo… Lars von Trier aprovecha para desatar tormentas aparentemente superadas. Y aunque él mismo se da la réplica, ahí queda su manera salvaje y sincera de mirar la condición humana. Para incondicionales del danés.
 

Ir al artículo

6
Dic
2014
Dame un poco de sed, que me estoy muriendo de agua
3 comentarios

 

Siempre me ha llamado la atención esta artista que se las ha ido apañando para sacar adelante proyectos arriesgados en los que fusiona la tradición de la jota –no sólo aragonesa- con músicas contemporáneas. Lo tiene todo para no gustar ni a los puristas ni a los rupturistas. Quizá por eso me gusta. Y por su voz y su personalidad valiente y creativa. Se trata de  Carmen París, a quien le acaban de dar el “Premio Nacional de las Músicas Actuales.”

Aunque la cosa de los premios que concede el Ministerio de Cultura está revuelta tras el rechazo de otros premiados a recibirlos en señal de protesta por la política cultural del gobierno, no viene e ello este comentario.

Carmen París lo ha aceptado. Y me parece muy bien, porque, independientemente del ministro y partido de turno, independientemente de las justificadísimas críticas al IVA cultural, el premio lo otorga un grupo de expertos libremente y representa el reconocimiento profesional de un colectivo y de un país por encima del partido en el gobierno en ese momento.

Y además es una ocasión para expresar con cierta visibilidad lo que realmente piensa el artista, más, en este caso, si es alguien independiente, arriesgado y con una calidad incuestionable.

Carmen París ha declarado que no le gusta nada esa animadversión hacia los políticos tan en boga. Señala ella que les exigimos lo que no somos nosotros, pues ellos no han llegado a este mundo en una nave espacial, son expresión de nuestra sociedad, porque políticos son, podemos ser, cualquiera de nosotros.

No es la primera que señala algo en lo que muchos estamos de acuerdo: que la crisis de valores afecta a toda la sociedad. Artistas, gentes de iglesia, deportistas, empresarios, profesores, becarios… Hace unas semanas alguien me comentaba, en tono triunfalista, cómo se las había arreglado para conseguir una paga aduciendo no sé qué razones justo en el momento en que podía hacer que su esposa fuera dada de alta y pudiera quedarse con el trabajo que él venía realizando. Legalmente seguro que está todo en regla, pero el apaño de las altas y las bajas interesadas y calculadas sonaba a chanchullo. Igualmente me indignaba un pensionista que me mostraba todo un armario de medicamentos que, sin necesitar, había ido acumulando de forma gratuita. Las medidas –justas o injustas- para atajar estas prácticas las sufrimos ahora todos y, más desgraciadamente, los más vulnerables y débiles de nuestra sociedad.

El que es fiel en lo poco, lo es en lo mucho. Y creo que viceversa también: el que es infiel en lo poco…

Para ser político lo único que se requiere es apuntarse a un partido y concurrir a unas elecciones. No soporto ese discurso sobre “la casta”: ¿hay alguna marca genética o algún orden social o familiar para ser político? En democracia es algo a lo que estamos llamados todos. Más que quedarse paralizados en la queja, lo que hay que hacer es dar el paso y comprometerse. Es la manera de cambiar las cosas.

Pertenezco a una familia en la que el compromiso político ha estado presente, a nivel municipal, como una manera de hacer cosas buenas por el pueblo de uno, independientemente del signo político, pues en los municipios cuenta más la confianza personal que las siglas a la hora de votar una determinada corporación. Si mi compromiso no hubiera seguido otros derroteros, creo que en algún momento yo mismo me habría dedicado a la política en el plano cultural o social.

Por eso aplaudo a Carmen París, no sólo por sus jotas, su voz, su riesgo y su personalidad. Sino por señalar con el dedo un problema –también cultural- que está más dentro que fuera.

 

 

Ir al artículo

27
Nov
2014
El pesaje del corazón
2 comentarios

 

Siguen llegando libros. Cada uno de ellos supone una alegría distinta. De momento no puedo, como sería mi deseo, entregarme a dar cuenta de todos con la dedicación que merecen. En un par de meses me pondré a reseñar loco de contento tantos versos compartidos y así también reactivaremos un poco este blog que anda descuidado en favor de Facebook.


Hoy sólo quería dar cuenta de la aparición del número DOS de la revista La Galla Ciencia. En poco tiempo se ha convertido en una de las publicaciones de referencia en poesía al haber conseguido aunar calidad y riesgo, voces y tendencias nuevas desde el respeto a la tradición, colaboradores nóveles junto a la voz de auténticos mitos de nuestras letras. Un trabajo sorprendente. Ya el prólogo es una maravilla. Extraigo de él unas palabras que citan a Luis García Montero:


"Uno de los problemas que tiene la sociedad actual es la falta de capacidad para la admiración. Estamos tan entretenidos despreciando y sospechando del mundo, que se nos hace invisible aquello que merece la pena admirar. El lector de poesía puede representar exactamente lo contrario de esa turba anónima que se dedica a calumniar en la barra de los sótanos del mundo. Internet, tan maravilloso para algunas cosas, ha evidenciado que hay mucha gente a la que no le interesa ni leer ni escuchar. Sólo se entretiene vomitando sus rencores, su soberbia herida, con la prisa de la cólera."

 

 

Y, como muestra de los autores presentes, este poema de Amalia Bautista:

 

 

 

EL PESAJE DEL CORAZÓN

 

 

Que nadie por tu culpa haya pasado hambre,
haya sentido miedo o frío.
Que nadie haya dejado de vivir por tu culpa,
ni temido la muerte, ni deseado morir.
Que ninguno haya dicho tu nombre con espanto
o mirado tu rostro con desprecio.
Que los demás te lloren cuando partas.
Así tu corazón no habrá albergado el plomo
que lastra las mudanzas.
Así tu corazón será más leve
que la más leve pluma.

 

Ir al artículo

4
Nov
2014
Destinados a la belleza
2 comentarios


En el principio ya existía la belleza. Y la belleza estaba junto a Dios. Y la belleza era Dios. Vino a los suyos la belleza. Pero los suyos no la recibieron. Prefirieron la fugacidad de la belleza a la belleza misma. Los suyos siguen en su busca. La alcanzan y la pierden. Con demasiada rapidez, con avidez incompatible. A tientas tantas veces.


No es necesario esperar hasta la afirmación de Dostoievski en el siglo XIX, cuando, a través de uno de sus personajes, profetiza que, al final, nos salvará la belleza. Si hacemos caso a las interpretaciones más libres del prólogo del Evangelio de San Juan, podemos decir que el logos, la palabra que al principio existía, era ya la belleza, la armonía, la medida proporcional y proporcionada al hombre y en imagen de la cual el hombre fue creado y que por eso el hombre busca, ansia, necesita belleza, siendo ella quien se ha puesto en manos del hombre.


En efecto, parece que el ser humano está llamado a buscar la belleza y a encontrarse con ella. Más aún: a amarla. De este destino daba cuenta el mismo San Agustín al afirmar:


¡Tarde te amé,
belleza tan antigua y tan nueva,
tarde te amé!


El carácter nuevo de la belleza brota de su misma realidad, que todo lo muestra a la luz de una luz distinta y nunca repetida, una luz recreadora de las cosas. Su carácter de belleza antigua parece aludir a su carácter radical, a ese estar suyo arcanamente presente en nosotros, como una constante que siempre nos ha acompañado y movido. La belleza nos es constitutiva. No somos hombres ni mujeres vivos sin belleza y sin su busca. La pérdida del asombro, de la capacidad de deslumbramiento y de gozo en ella estaría apuntando a un déficit o una anomalía en nuestro constitutivo humano. Si un día dejáramos de asombrarnos y conmocionarnos por la belleza, estaríamos comenzando el camino de la deshumanización.

Ir al artículo

14
Oct
2014
De la culpa en Alabama Monroe
0 comentarios

Una de las mejores películas de la pasada temporada. Basada en un musical, la banda sonora de Alabama Monroe es parte verdadera de la historia. Las canciones y, sobre todo, la interpretación de las mismas son una parte más de los personajes, de su proceso interior, de sus relaciones.

Es una cinta tan visceral, tan viva, que corremos el riesgo de quedarnos en el contenido y pasar por alto la forma sin la cual la historia no nos tocaría tan de lleno.

El sentido de la vida, la muerte y el amor -nada nuevo ni original por otro lado- son los que aquí importan. Pero sin pedestal ni subrayados, sin voluntad de grandeza ni pretensión moralizante. Más bien con desenfado, incluso libre de débitos estetizantes. Vamos: algo así como la película que se hace después de haber hecho la película que se debía hacer; algo, desde mi punto de vista, apreciable muy especialmente en cualquier obra de arte, lo que le da soltura, sensación (engañosa) de facilidad.

Desfilan también por Alabama Monroe la pasión, cuidándose del consabido romanticismo; el desamor, la culpabilidad sentida y la acusada, cuidándose del patetismo como recurso fácil; la enfermedad, la muerte; el dolor y el mal de los indefensos injustificable lógica y religiosamente. Y, cómo no, la visceralidad con que lo religioso se siente o se rechaza, precisamente ante una misma encrucijada vital. Las a veces inextricables lindes entre la fe verdadera y el autoengaño consentido. El forcejeo entre la razón coherente y la autosuficiencia.

Pero todo ello no debe eclipsar el logro cinematográfico de esta película si bien, como corresponde al verdadero talento artístico, el director lo haya ocultado tan hábilmente que nos parece sencillo. Me refiero al hecho de prescindir de las referencias temporales. La película nos demuestra que puede seguirse perfectamente una historia no sólo sin seguir el orden cronológico sino incluso prescindiendo de los recursos orientadores al uso, tales como saltos atrás, adelante, subtítulos tipo “un año después”, etc.

Finalmente hay que señalar que los actores no interpretan, se entregan; hay entrega de todo el equipo y eso se nota, una manera de hacer cine que deja un no sé qué que podemos llamar verdad. Una película para no perderse.


Ir al artículo

27
Sep
2014
Carmina y el arte
4 comentarios

Una persona culta podría echar mano de El Lazarillo o La Celestina para apuntalar un texto con la debida erudición pero difícilmente citaría Carmina o revienta sin pasar por burdo o paleto ante sí mismo o su auditorio.

 

Hoy han puesto en la tele la película dirigida por Paco León y, sí, no sólo es una cinta dentro de la más genuina tradición realista hispana: Carmina contiene un genuino aliento poético.

 

Esos monólogos con cámara subjetiva, al hombro, sin banda sonora, nos presentan el retrato de una forma de ser una de cuyas características es, precisamente, no tomarse demasiado en serio y presentar la realidad no desde el discurso sino desde el diálogo, aunque sea con uno mismo. Se trata de una forma de comedia bastante diferente que toma elementos del realismo artístico español con incursiones, sin marcar la transición, en el también peculiar surrealismo de vis hispana.

 

Recuerdo, por ejemplo, el diálogo de Carmina con su vecina y cómo esta le cuenta que cuando va a Madrid se hospeda en casa de Sofía, la Reina, concretamente en la habitación de Elena, que es una chica muy agradable y muy simpática, y que si Sofía se entera que ha ido a Madrid y no ha ido a su casa se enfada.

 

 

Y luego están esos ambientes, miserables y, a la vez, de hermosa fragilidad: el encuadre desencuadrado del jardín, la cocina en penumbra con cabra incluida, la orilla de la carretera y la brisa interfiriendo en la conversación. Los solitarios cables de la luz al atardecer.

 

La crítica de salón olvida a veces que nuestras obras maestras han nacido de la realidad más callejera. Pensemos en las viejas de Velázquez, en sus enanos dignificados, en sus mendigos y borrachos transmutados en dioses. Súmese a nuestros pícaros y celestinas literarios el mismo Alonso Quijano. Desvarío y realidad se ofrecen imbricados.

 

El arte cobra vida cuando sale de la biblioteca y la academia en busca de la calle y la vida para dejar luego en el papel o el lienzo testimonio de la vida de aquellos de quienes ni la academia ni la historia oficial darían cuenta. Lo que la historia con mayúsculas no recuerda ha de testimoniarlo la literatura o el cine; el arte desacomplejado.

 

En poesía a veces ocurre algo semejante: algunos de los mejores poetas del pasado siglo ni siquiera pasaron por la universidad. Todavía hoy parece que los sesudos currículos vitae, repletos de master y especializaciones, son una mágica carta de presentación que, en algunos casos, eso sí, ni siquiera consigue ofrecernos un puñado de versos para levantar el vuelo un palmo.

 

Como señala José Luis García Martín, la erudición y el artificio pueden ser una excelente manera de camuflar la falta de talento. Un director como Paco León, curtido en la comedia más televisiva y en los personajes más cutres, puede apostar todo su talento en una película barata con su madre y su hermana como protagonistas, ofrecerla gratuitamente y firmar una obra donde verdad y frescura se fusionan.

 

Como comentaba un amigo, si Carmina fuera danesa y la hubiera filmado Lars von Trier, sería una obra de culto.


 

Ir al artículo

17
Sep
2014
Lo simple
7 comentarios

Las agencias de publicidad necesitan saber de qué se habla, por dónde anda la sensibilidad de aquellos a quienes han de dirigir sus mensajes. Entre sus colaboradores encontramos esa figura que en España llamamos cazatendencias y en otros lugares coolhunters (no dejan de parecer un poco cursis ambos términos). A través de su formación, de su instinto y, sobre todo, de su inmersión en la sociedad, en el arte, las redes sociales o la prensa, estos nuevos profesionales captan esas nuevas ideas que, de una forma u otra, están circulando por la mente de la gente.

En medio de los vertiginosos cambios que Internet ha introducido en nuestro mundo, parece que una de esas “tendencias” es, precisamente, la desconexión libre y voluntaria de la vorágine digital. Otra variante de esta desconexión la tenemos en el llamado “derecho al olvido”, la reivindicación del derecho a no aparecer en los portales de búsqueda digitales. Al parecer, son cada vez más quienes solicitan de empresas como Google ser eliminados de sus búsquedas.

Lo curioso y hasta irónico consiste en que esto mismo, el derecho al olvido, la desconexión, la vida “unplugged” o la vuelta a la elementalidad, no deja de ser, en todo caso, una tendencia más que las agencias de publicidad y marketing tendrán en cuenta.

Hace unos días, a la pregunta sobre qué nueva tendencia se estaba abriendo paso en la actual poesía, qué era lo más novedoso, por dónde iban a ir los nuevos movimientos poéticos, respondía el entrevistado que, en medio del exceso cibernético y la atomización de escuelas actual, lo más sencillo, lo más simple, humilde y pobre es, sin duda, lo más vanguardista.


Ir al artículo

7
Ago
2014
Broza
0 comentarios

Esto no es una reseña. Tan sólo el comentario admirado ante este libro, “Broza”, de Antonio Manilla. Comienzo, por tanto, por la conclusión: es uno de los mejores libros aparecidos en 2013 y quiero recomendarlo.

Se trata de un poemario escrito desde una conciencia extremadamente lúcida ante el paso del tiempo; desde la certeza de la nada como destino final de todo cuanto existe, este mundo y estas horas dentro de las cuales estamos nosotros.

Sin embargo un distanciamiento calmo, una serenidad casi estoica, un ritmo a la vez intenso y bien acordado, una nitidez en las imágenes y una depuración y precisión léxicas sabiamente conducidas hacen que estos poemas dejen en el lector un poso de absoluto y de belleza que pervive en la fugacidad, en la disolución orgánica de todo cuanto respira en la naturaleza y de todo cuanto en nuestra historia personal alguna vez fue amor, alguna vez nos hizo felices.

Tiene Antonio Manilla la habilidad de dejar prender un atisbo hímnico en lo elegíaco, y, a la vez, de hacer brillar lo asombroso y milagroso de las cosas de la vida en el hecho mismo de despedirlas; de dar cuenta de que todo se marchará definitivamente, de que todo en realidad ya está en camino hacia su desaparición aunque no importe considerándolo desde esta lucidez dolorosa y hermosa. No hay caída en la tentación del patetismo, no hay, tampoco, melancolía al uso. No hay sordina. Los poemas no discurren en una franja gris y neblinosa, sino en una claridad de perfiles bien definidos, quizá porque el poeta escribe desde más atrás, desde, si no la indiferencia, sí la serenidad de quien ya ha hecho el camino de vuelta, que es haber conocido la plenitud del amor y haber perdido el amor pero conservado la plenitud.

Viniendo el hombre a saber que ha venido a dar en el olvido, alza –y sabe que lo hace, y eso es lo asombroso, lo incoherente e inexplicable- sus brazos a la luz. Así lo refleja “Memoria de una nada”, uno de los poemas que más me gusta de entre los casi todos que me gustan de este libro.

“Broza” está hecho con broza. Es un libro orgánico. Un libro posmoderno –no en la forma, sí en el fondo- en el sentido más propio y menos banal, es decir, escrito tras las grandes mayúsculas de la Modernidad y de la Historia y abrazando –y esa es la peculiaridad- la intrahistoria como lugar del que no habrán de dar cuenta los anales y en el que, sin embargo, reside la única confluencia, la encrucijada más cierta en la que historia y persona, persona y sociedad pueden encontrarse y, de hecho, ya se han encontrado.

“Broza”, de Antonio Manilla, consigue apalabrar ese sutilísimo, delicado momento, agraciada experiencia de por un instante dejarnos entrar en el contradictorio misterio de la vida y la nada, de la hermosura y el terror. Pero así, sin que pueda atraparse, en su estar siendo y siéndolo sin necesidad de metafísica u oscuridad. Más bien en la casa del ser, que es el lenguaje. Y además con una claridad, naturalidad y, a intervalos, hasta coloquialidad en las que, en mi humilde opinión, reside la madurez de un poeta.

Ya lo he dicho: no soy un reseñista ni un crítico. Escribo dejándome arrastrar por la admiración. A veces basta. A veces es lo sólo necesario. El verdadero arte no requiere explicación. Lean, si no, “Niños buscando nidos”:

Ser el zorzal que, acurrucado, espera
oculto entre las ramas, rodeado de espinas,
a que pase el peligro.
                                    En completa quietud,
sin temor a la muerte, sólo inquieto
por la mano de un niño.

Ah: y Antonio Manilla es autor, entre otros, de “Mi primer libro del Real Madrid” e “Historia del Real Madrid para jóvenes”; mejor, imposible.

Antonio Manilla, "Broza", Pretextos, Valencia 2013

Ir al artículo

31
Jul
2014
Salvar un libro
3 comentarios

Creo que nuestros hijos deberían ver esta foto. Hablar con ellos de lo que refleja. Decir, sencillamente, que la guerra no sólo mata niños –lo que ya es tan descomunalmente incomprensible que parece que sólo el silencio puede expresarlo-, sino que lo destruye todo, hospitales, escuelas, hogares...

Estaría bien recordar que en medio de la ruina hay gestos dignos que mantienen encendida la esperanza contra la barbarie, gestos como el de esta niña palestina que busca entre los escombros de su hogar sus libros, sus cuadernos. Deberíamos comentar con nuestros jóvenes que esa pesada carga de tener que estudiar, hacer deberes, leer libros es, sin embargo, uno de los mayores regalos de la vida, el camino hacia la libertad, un acto de resistencia y esperanza, algo por lo que dar las gracias todos los días.

Un cuaderno es un tesoro que hay que rescatar de las descomunales escombreras. Un libro salvado de entre los amasijos de un hogar bombardeado es una pequeña victoria sobre la destrucción deliberada.

Y sin dejar morir el asombro ante el hecho de que sobrevivan las palabras. Podrán destruir lo que tenemos, pero no lo que somos. Y somos parte de una historia que han formado las miles de historias que nos preceden y que un día, humildemente, legaremos. Somos los libros que mantienen vivas esas historias. Somos palabras, somos la palabra.

Y somos la sonrisa de esta niña en cuyos ojos limpios brilla la dignidad que nos queda, la gratitud de rescatar de entre la muerte un puñado de palabras. La humanidad en medio de la barbarie.

Ir al artículo

Posteriores


Suscripción

Suscribirse por RSS

últimos artículos

Archivo

Logo dominicos dominicos