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May2009Vals con Bashir
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May
El poeta y crítico José Luis García Martín dice que la mayoría de los escritotes aspira a hacer historia de la literatura, pero que los verdaderos escritores no paran hasta deshacerla.
Y eso mismo creo yo que se puede decir del arte en general. Lo traigo a colación porque puede aplicarse a la película que quiero recomendar, Vals con Bashir. Es una producción de nacionalidad múltiple: israelí, francesa y alemana, escrita y dirigida por Ari Folman.
Un antiguo soldado israelí -en cierto modo es el propio director- ha perdido de la memoria todo lo que ocurrió en el periodo de su vida en que participó en las misiones del ejército israelí en el Líbano a principios de los ochenta. Cuando esto llega a ser una obsesión, el protagonista se decide a reconstruir y recordar qué fue exactamente lo que él hizo, cual fue su papel y por qué esa parte de su vida se ha borrado en su recuerdo.
Son los otros, antiguos compañeros, periodistas, documentales, etc., los que irán haciendo renacer la memoria abolida.
La película está hecha en animación, con dibujos muy sencillos dentro de un estilo expresionista que da a todo el relato un carácter casi alucinado.
Pero, casi al final, la cinta hace una pirueta de estilo, de género, de registro –por eso he abierto diciendo que un verdadero creador no para hasta deshacer las rutas del arte- que nos deja atónitos. Ocurre entonces eso que tanto admiro y que consiste en la fusión de narración y realidad, arte y vida, historia y biografía. ¿Ante qué estamos? ¿Son dibujos animados? ¿Es documental? No se parece a nada y, sin embargo, aquí se acumulan muchas de las emociones contempladas en otras creaciones.
Y todo ello con sentido, porque la cinta nos mete por los ojos la devastación de la guerra y su dolor. Y porque, milagrosamente, esa devastación se convierte, por arte del arte, en un voto de confianza para con la condición humana y su capacidad de autocrítica.