No quiero convertir este blog en una crónica sobre el Capítulo General, pero tengo una serie de impresiones personales que compartir.
1. La Orden dominicana es joven.
Para quienes vivimos en España, oír que la Orden es joven puede sonar extraño. Pero es necesario tener una visión de conjunto para nutrir nuestra esperanza y aprender de otros hermanos que quizá han pasado por situaciones similares a la nuestra.
Es joven porque en bastantes lugares aumenta el número de vocaciones. Pero no podemos querer vocaciones si no tenemos nada que ofrecer, y un joven del siglo 21 que ya ha vivido todo tipo de experiencias quizá lo que busca es sentido para su inteligencia, profundidad para su espíritu y alegría para su vida. Todo lo demás habrá que ir discerniéndolo con seriedad. Pero tenemos jóvenes auténticamente de su tiempo, el siglo 21.
2- …y está bien preparada.
Tengo la impresión de que la vocación intelectual dominicana se ha fortalecido en las últimas décadas y que atrás quedaron estériles dualismos entre estudio o misión, estudio o comunidad, estudio o compromiso. Cuando santo Domingo comienza a predicar en el sur de Francia, tiene frente a sí herejías cuyo denominador común era el dualismo. Su predicación y la consecuente propuesta intelectual de Tomás de Aquino, si algo hacen, es profundizar en la unidad como un signo de identidad: unidad de cuerpo y alma, unidad de individuo y comunidad, unidad y armonía entre fe y razón, cultura y teología.
Ello es un desafío para romper en todo tiempo todo tipo de dualismos, lo cual no se puede hacer sin deshacer, replantear y ofrecer continuamente formas creativas de entender la vida y el ser humano.
3- La Orden está unida.
En mis clases de Trinidad insisto hasta la saciedad en que, si algo significa que creemos en un Dios uno y trino, es, por encima de todo, que es un Dios cuya unidad se constituye por la comunión de la pluralidad y cuya pluralidad es fructífera por el profundo amor que une al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Hay una declaración relacionada con esta visión de la Trinidad en el Concilio IV de Letrán. Nuestra Orden recoge un impulso eclesial dado en este Concilio: creo que sería interesante estudiar alguna vez la relación entre esta profunda visión conciliar de nuestro Dios Trinidad y la unidad en la pluralidad como identidad de la Orden.
Y ahora el cotilleo
Tras la elección del maestro, acabado el proceso canónico, los aplausos, la vestición de la capa, etc., yo estaba emocionado, pero con contención. Entonces, mientras la procesión ya iba saliendo hacia la iglesia, el Maestro abandonó el lugar que le correspondía y se vino hacia los asientos a través del revuelo en el que estábamos para incorporarnos a la procesión. ¿Qué hace?... Pues esto hizo: fue al lugar, a la silla misma de uno de los últimos candidatos que habían quedado frente a él en la votación –esto no es ningún secreto: en toda votación poco a poco se van concentrando los votos en menos candidatos, hasta conseguir cada vez más unanimidad-, se fue, digo, donde él estaba sentado y le dio un abrazo. Ví el abrazo y los ojos del ya Maestro y los ojos del candidato y entonces mi emoción ya no pudo contenerse y rompí a llorar como un idiota.
A la hora de la comida ya todos éramos iguales: los dos exmaestros, los candidatos, el nuevo maestro. Ni un mal gesto, ni un mal comentario. Una cercanía y una alegría profundamente cordiales.
¡Estoy aprendiendo grandes lecciones!
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