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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

10
Ene
2012
Me gustan las tATu
9 comentarios

Hace poco, en Facebook, comentaba un amigo “En Roma, deprimido al descubrir que me gusta la arquitectura fascista”. En un contexto jocoso y exagerado, evidentemente, el pobre señalaba que se le caía el alma con todas sus convicciones al hallar placer estético con la contemplación in situ de la arquitectura característica de un régimen político cuya ideología le produce nauseas.

 

 

Muy bien. Pues algo parecido me ha ocurrido al sorprenderme a mí mismo deleitado con las tATu, sus canciones y sus videos. Mira que lo he dicho veces: que son sólo un producto comercial, que su música no tiene más talento que el de un ordenador, que sus videos buscaban una polémica meramente superficial y rentable…

 

 

Y nada, aquí me ven: ahora me gustan la tATu y hasta me inspiran metáforas. ¿Recuerdan aquel video –Not gonna get us- en el que descienden por el hielo sobre un camión que no conduce nadie? Lo pongo por si acaso. Se publicitaba –lo que hace el merchandising- con comentarios acerca de la generación a la que se supone representa: dos adolescentes que se abrazan a bordo de un camión que se desliza sobre resbaladizo espejo y al que nadie conduce y está destinado a estrellarse.

 

 

Si embargo –ironías de la vulgaridad- este dúo, que sirvió para mostrar al mundo lo moderna que se había vuelto Rusia, vuelve a mi memoria como metáfora incalculada de un tiempo, de una patria y de una generación.

 

 

Miren, mírenlo. Algunos nos hemos contemplado sobre un espejo que sabíamos roto de antemano y nos hemos retado camicaces a nosotros mismos sin que sangren las pupilas. Y un corazoncito temblaba en el salpicadero. Y una sirena daba vueltas y más vueltas. No hay más llama que la del carburador. De vez en cuando se cruzaban fotos de otro tiempo -la infancia, el amor roto- mientras cantábamos, cantábamos… bajo un crepúsculo estepario.

 

 


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8
Ene
2012
Con ánimo de concordia
5 comentarios


En esta noche de una calma tan extraña que no es calma, sino la certeza de que has sido vencido, vuelvo a encender la tele y encuentro en Televisión Española una miniserie que me ha gustado: Tarancón. El quinto mandamiento.

 

No voy a entrar en valoraciones históricas o políticas; sólo quiero subrayar la calidad de este proyecto desde un punto de vista que relacione arte y ética, forma y contenido.

 

No son pocas las películas sobre personajes importantes desde el punto de vista religioso (San Francisco de Asís, Santo Domingo, Juan Pablo II…). Ante ellas, como realizaciones artísticas, me interesa la forma de narrar. Si el tono de la película, el “tufo” del relato o el enfoque del personaje me parecen almibarados o no hallo relación entre la realidad de las cosas y el modo de contarlas, aunque históricamente todo sea correctísimo, se crea en mí un cierto rechazo.

 

Esta miniserie sobre el Cardenal nacido en Burriana me ha sorprendido por su realización libre de afectación. Se libra de la impostación discursiva que suele amenazar a este tipo de proyectos. Creo que esquiva bien la tentación del efectismo y de los recursos cinematográficos más manidos, comenzando por la pretensión de querer decirlo todo y por la de querer hacer caer bien el personaje a toda la audiencia. También en una buena narración menos es más. Optar, elegir, nos arroja como beneficio el decir incluso más que si se tratara de contar cada detalle o justificar cada comportamiento.

 

Pero, con todo, el rasgo que considero más sobresaliente en este proyecto televisivo es el de traducir bien a la pantalla, con una acertada integración de forma y contenido, una cualidad del personaje: la de armonizar equilibradamente en su persona su dimensión humana y su dimensión religiosa.

 

En un uno de los diálogos, cuando otro prelado expone al Cardenal Tarancón que a veces uno cree que humanamente debe seguir unas opciones mientras la condición religiosa le exigen otras, éste responde que en él las convicciones humanas y las religiosas están unas muy cerca de las otras.

 

Soy en esto tomista y estoy convencido de que la gracia no destruye la naturaleza sino que la perfecciona. Me espantan los comportamientos religiosos que se superponen a nuestra humanidad hasta irla haciendo poco a poco apagarse.

 

Creo que esta convicción no sólo es válida para la vida y la fe, sino también para cualquier arte.

 

En este caso, en el tratamiento artístico del personaje, creo que ha ayudado mucho la forma en que el actor lo ha abordado. Pepe Sancho está acostumbrado a interpretar papeles que caen mal. En esta ocasión, lejos de tópicos y dualismos, no ha elegido el método de “ponerse en el lugar del personaje” o el de “tratar de imitarlo lo más fielmente posible”; ni tan siquiera el método de “tratar de comprender sus razones”. Simplemente se ha vestido la sotana y ha actuado con naturalidad, con la naturalidad de un hombre que no busca el aplauso, la complicidad del público, el quedar bien…, sino encarnar una forma de ser, unos diálogos, unas decisiones con la normalidad del que se siente ante ellas como ante algo propio, naturalmente propio.

 

 

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27
Dic
2011
El infierno existe
5 comentarios


Saldar cuentas con el pasado es un requisito para estar con libertad en el presente. Un hombre que se mira en el espejo con voraz sinceridad y valentía es un hombre que ha mirado a los ojos de todos los que ya se le han muerto. Y, si ese hombre es un poeta tan verdadero como mi amigo Juan Carlos Friebe, la mirada en el espejo le devolverá a cambio, si no los ojos, sí las palabras de los muertos.

 

 

No se trata de asumir culpas que no existen, pero sí de entrar donde estuvieron aquellos que nos duelen. Y es que el padre de Friebe, como la mayoría de los jóvenes alemanes de su generación, formó parte de las juventudes hitlerianas. Por eso el libro que les presento, Poemas a quemarropa, hace poesía no sólo después de Auschwitz sino con Auschwitz en la garganta.

 

Este poemario ha estado en las manos de Friebe años largos y difíciles. Ha supuesto no sólo un recorrido por el dolor y la confrontación con las sinrazones, sino también un largo ejercicio de búsqueda literaria y de pugna cuerpo a cuerpo con la forma en que decir lo que no puede decirse más que de una forma que hay que encontrar. Poesía es eso: decir del único modo, con el único fuego posible donde contenido y expresión se hacen una sola cosa, lo que así quiere ser dicho. Pero pocos lo logran con el grado de intensidad, de contención, de verdad con que Juan Carlos lo hace en estos poemas. A veces no sólo contenido y forma arden en el mismo poema, en la misma hoguera: también arde el poeta.

 

Que la poesía excede las relaciones con la belleza y sigue siendo poesía, estos poemas lo demuestran. Que prescindir deliberadamente de las figuras retóricas y de los recursos puede incluso potenciar la intensidad de un texto, este libro lo certifica.

 

No sé muy bien porqué, pero el holocausto no es sólo un dato histórico. Si tuviera que darle una interpretación teológica –me callaré como poeta- diría que es esta: el infierno existe.

 

Recomiendo intensamente este libro del que les dejo este poema que, inmerecidamente, Juan Carlos Friebe me dedica.

 


16670



Franciszek Gajowniczek (Strachominie, 1901- Brzegu, 1995)
Maksymilian Maria Kolbe (Zdunska Wola, 1894 - Oswiecim, 1941)



Es la norma del campo, y lo sabéis. Lo sabía el fugado, que huyó con vuestras vidas a su espalda: culpadle a él de nuestra represalia.



Cada evadido carga con diez muertes en su conciencia, y no existe excepción para la norma: ayunaréis hasta que vuestra carne se consuma en la celda de castigo.



Franciszek Gajowniczek: tú serás el primero.



...Y en el silencio rompes a llorar, cayendo de rodillas: qué será de tu mujer e hijos, te preguntas, entre mocos y babas, como un niño, e invocas a tu Dios, que te ha olvidado. Tus plegarias estériles repugnan, mientras limpias mis botas con tus lágrimas.



Una pesada ráfaga de plomo dejaría caer sobre el silencio del Dios al que suplicas vanamente, pero algunas semanas de hambre atroz reforzarán mejor la disciplina.



Por eso, cuando el preso dieciséis mil seiscientos setenta da un paso, al frente, entre la fila, y me ofrece su vida, a cambio de la tuya, dudo un instante, pero acepto el trueque.



Entre dos bestias no hay gran diferencia, y obrarás sin saberlo dos milagros: que la oración te salve y sobrevivas, y yo haga a un cerdo santo en los altares.

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21
Dic
2011
Criticando
4 comentarios


Estimado Antonio Praena:



Voy a darle mi opinión sincera y lo más detallada posible.


Antes de mi análisis propiamente dicho del libro, debo señalarle los dos fallos estéticos que veo: primero, la superabundancia de las citas en el cuerpo del poema y segundo, el exceso de toques "modernos", como el uso de palabras vulgares o la aparición de nombres de marca, muy presentes en sus poemas de estética urbana. Se nota que son dos recursos que le gustan, y no es que queden mal, pero no debe abusar de ellos: hace que se vean las costuras del poema. Los repite con demasiada frecuencia.


Después de este apunte, paso a darle mi opinión: literariamente, muy bueno, aunque da la impresión de que estemos leyendo cuatro poemarios diferentes, más o menos marcados por las secciones que ha escrito.
Evidentemente, el prólogo es lo que es: un prólogo, así que no me detengo a analizarlo.


El apartado de Mundo es el que menos me ha gustado, sinceramente. En la Elegía hay algo que no me encaja: tal vez sea la nota que ha puesto al final del libro, o que está demasiado recargada. No lo sé realmente. Desde mi punto de vista, el final de esta sección es en estos poemas elegíacos.


Sigo con los otros tres libros: De la Misericordia espirituales está bien; es lo que se esperaba del libro, teniendo en cuenta su condición y el título general. De hecho, he de confesar que pensé que todo el poemario iba a ser en ese tono. Luego seguí leyendo y se rompió la expectativa. Ha hecho bien en ponerlo al principio, para, posteriormente, dar el golpe sorpresa. También me gustó el De la Misericordia corporales, muy familiar e íntimo.


Y ahora, paso a hablarle de Carne. Mi favorito. Desde mi punto de vista, empieza con el poema "America", de Mundo. Es de un erotismo desgarrado, original, difícil…de hecho, sospecho que es el que le hubiera gustado hacer por completo, porque todos los libros se dirigen en realidad a éste. Más de uno le preguntará por esa persona; no sé si es ficticia o real, pero, sea como sea, le ha inspirado unos magníficos poemas. No sé si apropiados para un fraile, pero sí perfectos para un poeta.



Un saludo cordial,

 

Celeste


 

 

Estimada crítica:

 

Me sorprende la rapidez con que ha leído el libro y lo ha analizado. Me honra con su dedicación.

 

Intuyo un primer dato positivo: que no le ha aburrido. Me agrada pensarlo, aunque mi primera impresión al terminar de leer su crítica ha sido: ¡cinco años en un libro que se lee en dos horas! Pero, una vez superado el asombro, me he alegrado de esta primera ocasión para escuchar lo que el libro dice fuera de uno mismo. También he sentido alegría por el hecho de que el libro ya no sea mío y esté ahí, viviendo por sí solo, libre.

 

Pero vayamos al contenido. Alude a los que denomina “fallos estéticos”: sí, me siento cómodo construyendo con lenguaje de la vida ordinaria y con esos toques modernos que, en realidad, ya no lo son tanto. En segundo lugar se refiere a las citas: ¿cuántas veces ha encontrado citas de teólogos en libros de poesía? Siendo una intertextualidad al uso y engarzada en el ritmo poético, creo que en su carácter teológico puede residir la única aportación original, aunque si abusamos, tiene razón: puede volverse molesto.

 

Aunque un poemario no busca hacer teología, no veo en qué pueden residir sus reservas teológicas. La razón poética sólo se define por sí misma y no por ninguna otra razón filosófica o teológica. Como anécdota le contaré que un libro que acabó en la papelera no levantaba el vuelo por su fuerte carga filosófica y teológica y porque éstas también le restaban libertad y misterio. En este he soltado lastre y en el próximo la libertad será aún mayor. Por otro lado, si ahora tuviera que opinar como teólogo, yo diría que el libro no presenta ningún problema, a no ser que se busque en él morbosamente o se quiera hacer una lectura “biografista” del mismo, la cual es imposible, pues en él son otros sujetos los que han vivido lo que el poeta canta.

 

Es cierto también que las partes del libro son muy diferentes. Puede hacerse de ello una lectura en negativo -“un autor que aún no ha encontrado su propio registro”-, o en positivo: -“un autor que se adentra por mundos, sujetos y registros diferentes sin miedo y sin abandonar el horizonte amoroso que le da coherencia a la pluralidad”-... Mas ¿qué sé yo? Un poeta no debe explicar demasiado y yo ya estoy traspasando el límite.

 

Lo que sí que es cierto es que ese contraste es buscado: nada más odioso para un poeta que acabar etiquetado: “el poeta de la familia”, o “el poeta de los claustros”, o “el poeta de lo terrible”… A este respecto incluso alguien me sugirió que hiciera dos libros: uno sagrado y otro pagano. Lo rechacé porque, precisamente, esa es una de las constantes contra las que se levanta “Actos de amor”: la absurda -permíteme ponerme bronco- ceguera occidental que reduce y parcializa el amor y no ve una continuidad de sentido entre el amor espiritual, el sexual, el de amistad, el familiar, el social... Uno es el amor. El riesgo que asumo es ese: el amor en vidas, voces, contextos... diferentes, pero siempre amor.

 

Me sorprende gratamente que la parte tercera, “Carne”, sea la que más le gusta. En absoluto lo he calculado ni advertido, pero es la segunda “crítica” que me habla del erotismo. El mismísimo José Luis García Martín ha dejado escrito por ahí de mi poesía que es “erótico reflexiva”. No había reparado en ello, y me alegro, porque esas cosas no controladas suelen ser las más verdaderas. Sin embargo me congratulo de que le guste, porque es la parte sobre la que más dudas tenía.

 

Tiene toda la razón en lo que dice de la segunda parte, “Mundo”: el poema “Elegía” tiene algo que le sobra -materialmente: quizá versos- o le falta -en vuelo-. No sé, pero es que va unido indisolublemente a su segunda parte, al poema “Responso”, el cual me parece uno de los más conmovedores y de los formalmente más redondos. Por eso opté por dejar también “Elegía”: es el antecedente de “Responso”.

 

Gracias por notar ese cambio de rumbo sorpresivo que he buscado al anteponer la parte “De la misericordía espirituales” para enseguida dar el susto y saltar a ese registro tan distinto en la parte siguiente. Es casi un acto de rebeldía. Esa segunda parte, “Mundo”, me parece muy acertada, más que nada formalmente, porque esos poemas diferentes con citas, nombres, marcas... juegan a buscar el poema redondo con elementos sencillos.

 

Su sentencia final me honra. ¿Qué libro es apropiado para un fraile? Piense en Fray Luis de León o en San Juan de la Cruz. Jamás les llegaré a la altura de la sandalia... pero ahí está su obra que sorprende siempre.

 

 

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17
Dic
2011
El saludo
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Es evidente que Bill Viola ha encontrado la inspiración para muchos de sus videos en la tradición cristiana. Me alegro de poder encontrar por primera vez en Youtube algunos de sus trabajos para poder compartirlos. Creaciones como Emergence, su serie en torno al asombro o aquella otra dedicada a las pasiones beben directamente del arte cristiano y de los gestos que podemos encontrar en las páginas de la Biblia.

 

 

Las videocreaciones (o como se las quiera llamar) de Viola tienen la virtud de poder ser contempladas como si no fueran arte. En el laberinto posmoderno hay que precaverse de aquellos artistas que van de genios y que en muchas ocasiones sólo venden la pose. Los poetas más grandes que conozco se caracterizan precisamente por su sencillez como personas. Igualmente me desagrada el arte que pretende golpearnos con su genialidad. Muchas veces el golpe sólo nos hace reír. El golpe que más profunda huella deja es el golpe de la gracia, también artística.

 

Espero que os gusten estas piezas de uno de mis artistas favoritos.

 

 

 

 

 

 

 

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8
Dic
2011
La última foto
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Ya tengo el guión. La película transcurrirá en tiempo real. 90 minutos en directo. Te prometí que iría a visitar tu portal de La Habana vieja y, aunque mi avión parte en apenas unas horas y ni siquiera he preparado la maleta, es una promesa que tengo que cumplir. Así es que tomo un taxi y en un cuarto de hora estoy en el tranco de tu tienda. No te lo esperas y te pones tan nerviosa y me pongo tan nervioso que durante unos minutos damos vueltas por la acera diciendo cosas sin sentido. Así es que empiezas a recoger los cochecitos de madera, los sombreros, las maracas, las camisetas con la cara del Che, todos los cacharros de la tienda en la que te ganas la vida que no te puedes ganar con los 10 euros mensuales que cobras como profesora universitaria y, mientras, a la vez, llamas a Marcos. Antes de cerrar, Marcos ya ha llegado. Saludamos a tu vecino, un negro vestido totalmente de blanco porque “se ha hecho el santo” y debe andar así durante varios meses. Echamos calle adelante rumbo a la Plaza Vieja.


–¿Quieres un café del que tomamos los cubanos? –Venga. LLevo todo el mes tomando café. Así tengo el sueño.

–Es aquí. Está Yaimara y su chico. Ella se gana la vida cantando en hoteles. No me acuerdo del nombre de su chico, pero hace figuritas de palma para los turistas.


No me dejas pagar ni le dejas a Marcos (te lo digo otra vez: se nota que te quiere y sufre). Y el chico de Yaimara desaparece y vuelve al rato con un pájaro de palma y me lo regala. Yaimara es hermosa, indescriptiblemente hermosa. Es una estrella de ébano y mira tan fijamente que me siento desorientado. Pero tengo que recordar que voy a perder el avión. Nos damos besos con Yaimara y su chico. –No, no, aún hay tiempo. Tengo que enseñarte la mejor tienda de chocolate. Nos pilla hacia la plaza.


Amontonamos bombones de todas las hechuras en una bolsa y vamos los tres abrazados intercambiando chocolate hacia la plaza. –No la había visto de noche; es diferente.


Te asomas a un portal. Llamas a alguien desde el pie de las escaleras: -Es mi profe de España. –Soy un amigo que...

 
Al rato estamos sentados en al borde de la fuente y guardamos silencio. Tú juegas con el agua. Marcos te mira. Yo he olvidado que mi avión parte esta noche. –Vamos a hacernos unas fotos. Pero yo sé que lo que siento no cabe en una cámara. Este es un momento fuera de mi vida, es decir: un momento de mi vida verdadera, de aquel que soy cuando no pienso, cuando he olvidado mi nombre, cuando estoy en un abrazo, como ahora, en medio de vuestro abrazo…


Recuerda que él te quiere. Los hombres de ojos marrones no lloramos porque sí.


Y salimos corriendo. Y tropezamos con la gente plaza a través. Tomamos un taxi de pesos cubanos (seis personas apelotonadas) y reímos y nos miran en silencio los demás viajeros del destartalado coche mientras nos hacemos las últimas fotos. El taxista saca un brazo por la ventanilla y se sonríe.

 

Nos deja en 23 con J y sabes, Gretel, que no es sólo el guión de una película.

 

 

 

off screen:


Querida Gretel: llegué a tiempo de volver a España. No se me alivia la tristeza del frío de Europa... Nada más salir del aeropuerto me fumé un cigarrillo y lloré con ojos marrones. En la radio discutían sobre el vestido de Pippa Middleton.


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5
Dic
2011
Un Dios salvaje
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Somos más ridículos cuanto más sublimes nos creemos. En más ocasiones de las que advertimos, la cultura no ha conseguido más que envolvernos con una melosa pátina de civismo y frases grandilocuentes o políticamente correctas. Esa es una de las sensaciones con las que se puede salir de esta excelente sátira para con la sociedad bienpensante.

 

 

Dos matrimonios se reúnen para abordar la pelea que han tenido sus dos hijos, una reunión en la que ambos matrimonios ponen toda su intención conciliadora, educada y sensata pero que deriva en una confrontación que desnuda mordazmente sus personalidades hasta dejarlas sin un trapito de convencionalismo con el que cubrir sus vergüenzas.

 

Estamos ante sólo cuatro personajes y ninguno cerrado sobre un único estereotipo. Comienzan siendo una cosa y acaban en su contraria. El más irritante, desde mi punto de vista, es el interpretado por Jodie Foster: una mujer inteligente, “evolucionada”, comprometida con el mundo y con la educación de sus hijos, sensible al arte, pero en quien todo esto resulta ser tan sólo una construcción, cívicamente admirable, que le impide reconocer las cosas como son en realidad, en su ritmo normal, con su dosis de violencia natural. Al final es la única que llega a las manos.

 

Me gustan especialmente las interpretaciones de los maridos -espléndido Christoph Waltz-. Geniales en su frialdad, como si el papel y lo que allí se dirime y se representa les importara un bledo, lo que les otorga a sus personajes ese verdadero punto de credibilidad que sólo se consigue estando más allá de la interpretación y del abordaje concienzudo de un personaje.

 

La grandeza de la película reside en el guión, que reproduce fielmente la obra teatral de Yasmina Reza. Lo que demuestra que en el cine todo es perdonable excepto el guión. Éste es hilarante y serio, horada en cuestiones importantes sin salir de la trivialidad de las cosas, rotundo y ágil a la vez, inteligente y superficial, rítmicamente perfecto.

 

El mérito del director consiste en desaparecer, en dejar hablar a las cosas sin impronta de sí mismo y sin discurso artístico alguno. Es lo más difícil en arte. Y en la vida misma.

 

 

 

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29
Nov
2011
A pie de isla
5 comentarios

 

 

Una de las cosas que más tristeza me produce es la mirada turística con la que cada vez más frecuentemente venimos mirando el mundo. Embarcan un avión repleto de turistas, los desembarcan en cualquier lugar de cualquier bella rivera; un autobús los recoge, los traslada al hotel y allí les ponen un sello para que, en un lugar delimitado, puedan comer, beber y asistir a espectáculos de folklore globalizado.

 

Prefiero los viajes a pie de calle, los que me permitan desviar el rumbo, adentrarme en los lugares ocultos a los turistas, perderme, conocer la verdadera realidad, la verdadera forma de vida, el carácter y la situación de los lugareños.

 

En mi último viaje a Cuba he tenido ocasión de experimentarlo, de adentrarme hasta las más recónditas esquinas de la vida cubana. No siempre disponemos de amigos que nos presentan a amigos que se expresan con libertad, que te abren su casa, que te muestran su día a día, su más cotidiana lucha con la existencia, que te llevan a lugares nada complacientes. Pero yo he tenido esa suerte y quiero expresar mi gratitud por ello.

 

La mirada turística no afecta tu vida, no te cambia, no te cuestiona. El mundo puede fácilmente convertirse en un gran parque de atracciones donde, bajo la apariencia de conocer, lo único que hacemos es entretener un poco más las cuestiones fundamentales de la existencia y sentirnos especiales tomando fotos de las que luego presumiremos antes nuestros amigos de origen.

 

Quiero mostrar aquí mi gratitud a quienes en La Habana me han abierto su corazón, sus casas, sus esperanzas y frustraciones, su palabra, sus poemas, sus silencios, su fe, su impotencia y, sobre todo, su condición humana intacta de grandeza frente a la penuria y las contrariedades.


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5
Nov
2011
Los días en La Habana
7 comentarios

Queridos amigos:

 

Era mi deseo realizar una crónica de mis días en La Habana, pero es prácticamente imposible. Mi acceso a Internet es más que limitado; cuando accedo, va lento hasta la exasperación; cuando va, el teclado no obedece -menuda odisea para escribir una sencilla arroba-.

 

Espero poder contar tantas experiencias como aquí estoy viviendo cuando vuelva a Espana. De momento, sólo deciros que estoy muy feliz pese a tantas limitaciones materiales. Mis clases van viento en popa: qué maravilla tanta atención y tanto interés, tantas ganas de saber y de recibir nuevas ideas!

 

Además, un nuevo poemario, de esos no calculados ni requetepensados, se va abriendo paso...

 

Un abrazo a todos y que la distancia no se convierta en olvido.

 

Hasta que sea posible...

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21
Oct
2011
Pura impureza
4 comentarios


Asistía el otro día a la presentación del nuevo libro de un amigo. Tras una magnífica introducción a cargo del prologuista y la lectura de algunos poemas en la voz del propio autor, se abrió un espacio para el diálogo.

 

 

Entre los distintos temas que se fueron cruzando hizo el poeta una alusión a la poesía social para decir que no hay poesía más humana y que más contribuya a mejorar el mundo que una poesía pura, sin necesidad de dar entrada específica a temas sociales.

 

En algo estoy de acuerdo y en algo no. Sí al hecho de que la poesía, de por sí, si es buena, contribuye a mejorar el mundo mejorando al hombre –aunque no soy demasiado optimista al respecto-. Pero no comparto la idea de que un poema que aborde la cuestión social deba de ser, por ello, clasificado como menos poema o menos puro.

 

Desgraciadamente mucha poesía con motivaciones sociales cae bajo la afectación puramente emocional o puramente ideológica. Las buenas intenciones, la profusión de lugares comunes, el tono impostado, el carácter panfletario y exaltado o la emotividad truculenta pueden enturbiar un poema hasta hacerlo insoportable. Pero ¿está libre de ello un poema amoroso, metapoético, existencial, elegíaco…? No creo que sea el tema el que haga impuro al poema sino el poema en sí mismo.

 

Un poema social puede ser y es, si es bueno, un poema de amor, una profunda incursión por la cuestión de la existencia, una muestra de metaliteratura y hasta un canto por el canto.

 

Cierto es que tendrá que enfrentarse al riesgo y la tentación de todos los abusos antes enumerados y, por supuesto, atreverse a nuevos cauces en que levantar la verdad poética de su reivindicación más allá de los tópicos en que ésta se hizo. Pero ahí está el reto y la ocasión de desplegar el verdadero arte.

 

La pureza de un verso, si lo es, lo es también por su impureza.

 

 

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