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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

8
Mar
2012
Arvo Pärt
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Ocurre que a veces encuentras un autor y te dices: ¿cómo no lo había descubierto antes? Permitid que parezca un ignorante, pero he llegado hace poco la música de Arvo Pärt y tengo la impresión de que estaba ahí, esperándome, conteniendo algo de mí fuera de mí que aguardaba a ser encontrado por mí mismo.

 

 

Arvo Pärt es un compositor estonio que ha transitado por varias de las diferentes corrientes musicales del siglo 20 hasta desarrollar un lenguaje musical propio gracias al cual ha alcanzado bastante popularidad, convirtiéndose su música en objeto de la atención no sólo de medios especializados sino también del gran público.

 

Lo que me llama la atención es que Arvo Pärt ha hallado ese estilo característico y su propia madurez creativa al encontrarse con la fe cristiana. Varias de las corrientes musicales en las que había militado se habían convertido en un callejón sin salida para su trabajo, hasta el punto de llevarlo a una crisis creativa que escondía, en el fondo, una crisis existencial. Reconciliado con su dimensión religiosa, ha desplegado la libertad y la inspiración para decir musicalmente lo que antes pujaba por ser dicho pero fenecía ahogado en los rígidos principios –que en el fondo esconden dogmas ideológicos- de las diferentes escuelas por las que había peregrinado.

 

Con esto quiero subrayar el hecho de que, incluso para un poeta, un compositor, un director de cine ateo o agnóstico, es enriquecedor acercarse a las fuentes del arte cristiano por la sencilla y profunda razón de que ellas siempre van de la mano de las cuestiones fundamentales de la existencia.

 

Si yo fuera artista, independientemente de tener o no fe -la cual es un don misterioso, la mayor revelación que puede redimensionar una existencia, el regalo más incalculable, cosa que sólo se percibe cuando se experimenta-, trataría también de abrevar en las fuentes artísticas que han manado de esta fe a lo largo de la historia por la fértil razón de que me conducirán a las cuestiones más humanas y me regalarán un torrente de creatividad que, a su vez, me acercará a la sed del corazón de todo hombre, crea o no crea.

 

Y, para muestra, dos simples clics.

 

 

 

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3
Mar
2012
Melancolía
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Dedicado a Bea, que se angustió con Melancolía

 

 

 

Mi cuñada Rose ha vuelto este fin de semana. Ella y su hermana han salido temprano de compras. Les gustan los zapatos. Cada vez que se reúnen los suelen comprar compulsivamente. Van y vienen al coche con bolsas de zapatos. Tienen zapatos de todos los modelos, de todos los materiales y colores, para todas las ocasiones.

 

 

También me compran a mí un par de pares. A su gusto, claro. Los tengo de ante rojo para combinar con chinos, oxford para vaqueros, bicolores años treinta para blazer... Infinidad de zapatos.

 

Han vuelto a mediodía cargadas de bolsas. En la radio han dicho que ha comenzado la cuenta atrás y han descrito cómo será el desenlace. Está previsto que el planeta Melancolía colisionará con la tierra aproximadamente por la parte pacífica de Indonesia. Pero el impacto de la colisión no dañará a nadie ya que todos en esa zona de la Tierra habrán muerto unas horas antes debido al vacío atmosférico que la cercanía de Melancolía ocasionará en el cielo de ese lugar del mundo. El resto del planeta notará ese vacío unos minutos después, pero tampoco notaremos los efectos de la colisión debido a que también habremos muerto por asfixia unos minutos antes.

 

Es más que probable que los animales adviertan por adelantado los efectos. Por eso acabar con sus vidas es una decisión ética recomendable, según la radio. En apenas cinco o seis horas no quedará nada de la tierra. Las últimas imágenes de Melancolía aproximándose son muy hermosas, han comentado. Se lo digo a Rose y a mi esposa mientras se prueban y me muestran los zapatos que han comprado esta vez: ¡están tan entusiasmadas! Se vuelven como niñas con los zapatos.

 

También le he dicho a mi esposa que el jardinero viene a las tres a arreglar el césped. Cobra muy cara la hora, pero esta vez no ha parecido importarle. Rose tiene previsto regresar a la costa esta misma noche. Siempre toma el mismo avión.

 

 

 

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25
Feb
2012
Amigo Juan Manuel de Prada:
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No suelo entrar a estos debates. Se supone que este es un blog fronterizo entre el mundo de la cultura y el arte y la fe. Pero el tema que me ocupa también puede verse como una relación de forma y contenido. Además, el punto de partida de mi reflexión es un artículo de Juan Manuel de Prada, autor que en alguna ocasión ha citado este blog en su página del XLSemanal.

 

 

Se quejaba de Prada de la descomposición en que ha devenido la vida religiosa en su proceso de identificación con el mundo, cuando lo que tendría que hacer es ser distinta del mundo para atraerlo. Aparte de que su punto de partida no me parece generalizable, la forma en que él entiende la fidelidad de la vida religiosa a su verdadera vocación me parece equivocada.

 

Se queja, para comenzar, de que hemos dejado de llevar el hábito. Bueno, no debe de estar muy informado porque el hábito lo vestimos. Pero, ya que este tipo de razonamientos me parece superficial, no voy a secundarlo. Me importan más las cuestiones de fondo.

 

Y sí, por decirlo directamente, la vida religiosa debe diferenciarse del mundo, pero no en su envoltorio sino en la manera en la que el mismo Jesucristo se diferencia del mundo, la cual es una manera de estar más dentro del mundo de lo que el mundo lo está de sí mismo para instalar dentro de él el germen de felicidad y de belleza en el que y para el que el mundo fue creado.

 

Es cierto, los consagrados tenemos que ser distintos. Pero hay formas extravagantes e impregnadas de banalidad de ser diferentes. Nada tienen esas que ver con el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios nacido en un pesebre y dado a conocer a gentes de mal vivir.

 

Intento sumergirme en el misterio de Cristo para preparar estas palabras y lo último que se me ocurre es pensar en el hábito que cuelga de una alcayata en mi celda y que dentro de un rato me vestiré para ir a vísperas; o en que debo de abandonar el uso de Internet –este blog, por ejemplo- para ser mejor que los demás; o en que debo de dejar de escribir poesía, ser amigo de poetas gamberros, asistir a sus presentaciones, celebrar sus literaturas –al Cristo lo llamaban borracho, amigo de pecadores y prostitutas- para no contaminarme.

 

De verdad, de Prada me invita a pensar en la fidelidad a mi consagración, pero lo último que se me ocurre es que debo de dejar de ver en la tele los partidos del Madrid –en pacífica, eso sí, convivencia con mis hermanos barcelonistas- y expresar mi entusiasmo por las jugadas de mi paisano Callejón para ser santo. Pienso en Cristo y lo último que se me ocurre es que debo recluirme en una sacristía, vestirme de oscura tristeza, dejar de compartir y repartir mi corazón entre los desesperados del mundo –tan sedientos, también artística e intelectualmente, de un corazón inquieto y sincero- para alcanzar la perfección.

 

Y, aun así, de Prada tiene razón. Hemos de ser distintos y radicales. Sólo que se equivoca en forma y contenido -¿qué importa el contenido, el Evangelio mismo, el destino de un hombre asesinado por la conspiración de los, eso sí, muy piadosa y visiblemente responsables religiosos de su tiempo?-. Sí: hemos de ser distintos, sólo que en el misterio de Cristo, ser distinto del mundo es una forma de entregarse –hasta la extenuación- al mundo para que el mundo tenga vida y la tenga en abundancia.

 

Posiblemente esta vida religiosa no es diferente del mundo. Hemos de ser distintos. Pero ser distinto –desde la perspectiva de Aquel cuyos caminos no son nuestros caminos- significa ir más allá: en más amar; en menos poseer; en derramar más intensamente nuestra vida por la Verdad y toda verdad que venga de la Verdad y en el Espíritu Santo salga a nuestro encuentro –o nos llame a salir a su encuentro- siendo distinta de la verdad que nos gustaría; en ser más humildes y menos arrogantes; en ser más radicalmente castos, es decir: en querer con más absoluto, loco, desinteresado, contracorriente, contracultural, insobornable amor. Distintos, sí. Distintos en siempre hablar con Dios, llevando tan dentro de nosotros la oración y la unión con él que se nos salga por los poros de la mirada y del cuerpo.

 

Y aún más. Me lo aplico como dominico. También, como predicadores, crísticamente diferentes del mundo y más exigentes: más atrevida, radicalmente estudiosos de cuanta luz y belleza quiera alumbrar en este mundo, la diga quien la diga, la pinte quien la pinte, la versifique quien la versifique –ni un relajo religioso aquí-. Más predicadores en los foros –como Pablo: “me dedico a los paganos”- del saber y del no saber; los más difíciles, cuestionantes, adversos, incluso, areópagos de este mundo.

 

Seamos sinceros, compañero de letras y amigo Juan Manuel. Nada nos engañe menos, pues, a nosotros que un recurso literario. Distintos y mejores, sí -gracias por recordárnoslo- en nuestra consagración. Cualquier otra sabiduría, género o estilo, cualquier tela que revista la verdad, cuando no es la gloria de Cristo la que subyace bajo el hábito, no es sino la tela que envuelve el cadáver, la cal que enjalbega el sepulcro.

 

 


 

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18
Feb
2012
La eternidad y un día
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Durante un tiempo fue mi director de cine preferido. Creo que, en el fondo, lo continuará siendo, junto con Terrence Malick y Milcho Manchevski. Pero el problema es que en estos últimos años sus películas me duelen más de lo que me dolían antes.

 

 

Yo era más joven y mis ojos aún no habían gastado su inocencia. La inocencia en la mirada, aparte de ayudarte a ver la verdad, te protege también del daño y la tristeza. Pero tiene la inocencia sus días contados y es un cristal que se desgasta con el uso, con tanto mirar y con más cosas que, por no ponerme patético, evito enumerar aquí.

 

Mientras rodaba su última película,Theo Angelopoulos ha muerto atropellado por una moto. Tanto preguntarse por la primera y la última mirada del hombre para morir de una forma tan absurda, tan banal. Al fin y al cabo, la fragilidad de la vida humana siempre pendía sobre sus personajes. Con todo, el poder de la muerte no alcanza a destruir cuanto de verdadero un hombre ha visto y ha mostrado. Encuentro en ello un argumento más que me sosiega diciéndome que el poder de Dios sobre la muerte está ya dado en el germinal nacimiento de cada hombre y en cuanto de noble y bello cada hombre deja para los demás tras su paso por el mundo.

 

Pero aun así, las imágenes que Angelopoulos filmó para nosotros me duelen: los ojos de los dos pequeños hermanos que buscan a su padre para acabar fundiéndose en lo desconocido fueron mis ojos en Paisaje en la niebla. El hombre que buscaba la primera película griega, símbolo de la primera mirada del hombre sobre el mundo en La mirada de Ulises, soy aún yo que no desisto de buscar la primera luz –cuando el primer hombre fue creado, abrió los ojos y ¿qué vio?, ¿es posible reeditar la primera mirada?- en una Europa de luz declinante. Y, como no, mi favorita, La eternidad y un día, puede ser la historia del poeta que aún no soy pero que, por lo menos, siempre camina entre la conciencia de que todo se acaba y la esperanza de que todo comienza.

 

Siento estar así esta tarde. Pero no os fiéis: estas lágrimas no son, subcontrario, más que un exceso de vida. Y mi homenaje a Theo, mi amor por Grecia, en donde comenzó Occidente y en donde parece que Occidente se derrumba. Siempre nos quedará La eternidad… y un día.

 

 

 

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6
Feb
2012
Somos el otro
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La semana pasada, en uno de los programas literarios a los que el poeta Pedro Enríquez da unos formatos llenos de originalidad, escuché por primera vez a Ángela Muro.

 

 

El programa se realizaba desde una sala de la Biblioteca de Andalucía ambientada como si de un estudio de radio se tratase: una mesa de contertulios, una cantante y los técnicos, que radiaban en directo, participando todos cara al público presente.

 

Fue entonces cuando escuché a Ángela y quedé completamente fascinado. La verdad es que a Ángela hay que escucharla en directo: su boina, su guitarra, su personalidad, sus comentarios, su misterio, su presencia escénica…, algo que sobrepasa lo que un video puede captar y que es la verdadera característica de las artistas que lo son por completo.

 

Me gustó especialmente este tema, Duele. Ángela lo interpretaba con todos los matices y ningún gesto, ninguna frase, ningún quiebro de voz dejaban indiferente. Porque Duele transmite el dolor de la soledad y la invisibilidad de una inmigrante con el acierto musical y literario de expresarlo no desde el discurso sino desde la identificación con la soledad y el desamparo de quien no es correspondida en su amor más íntimo. El dolor de la propia experiencia puede paralizarnos y cerrarnos sobre nosotros mismos o puede, por el contrario y como una traducción al lenguaje amoroso, abrirnos a otras formas de dolor que no conocemos por experiencia directa pero con las que la humana condición nos solidariza. Uno es el dolor bajo sus formas diferentes.

 

Por eso lo que Ángela canta llega. No es discurso social al uso sino testimonio de quien siente y sufre lo que denuncia desde el fondo común de un destino solidario. Ponerse en el lugar del otro porque uno mismo es el otro y porque sin el otro nadie es quien es.

 

Además, si nos ponemos más técnicos, la misma forma en que Ángela compone sus canciones da cuenta de lo que decimos: su música recoge influencias lejanas y cercanas. Están el jazz, el soul, el requiebro flamenco…, pero con la característica del verdadero arte, pues en su persona la música rezuma coherencia y armonía. Sus influencias han sido hechas propias y son regaladas al oyente como algo nuevo, algo con un estilo que sólo por Ángela misma se define.

 

 

 

 

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3
Feb
2012
Recogiendo fresa
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Una estación de autobuses de provincias. Hay tránsito de bolsas de rafia y señoras con gafas de sol falsificadas. Leo en un banco y una mujer con pinta de extranjera mira mi libro. Parece que quiere decirme algo, pero me hago el despistado. Se acerca finalmente, toca mi libro y recorre con su dedo el nombre de la poeta que leo: mi país, Polonia.

 

 

El libro era El gran número, de Wislawa Szymborska, y la mujer que se sentaba a mi lado una recogedora de fresa venida desde Polonia a echar la temporada. Me habló de sus dos hijos, que estudiaban tecnología, y me dio una estampa de la Virgen de Chestokova.

 

Yo acababa de publicar Poemas para mi hermana y llevaba ejemplares en mi mochila. La influencia de Szymborska está en Poemas para mi hermana. Le regalé uno y pensé que en ningún otro lugar mejor podía estar ese libro que en el equipaje de un ama de casa polaca que echa la temporada de la fresa en Huelva y se enciende de alegría al descubrir el libro de su paisana poeta en las manos de un muchacho español. Escribió el nombre de sus dos hijos en la estampa –no logro encontrarla, uno de ellos se llamaba Michal- y me pidió que rezara por ellos.

 

Fue un momento de inspiración, sencillez, realismo y dignidad. Como la poética de la Szymborska, que acaba de partir de este mundo y me enseñó que nunca hay que tener la última palabra.

 

Cálculo elegíaco



Cuántos de los que he conocido
(si de verdad los he conocido)
hombres, mujeres
(si esta división sigue vigente),
han atravesado este umbral
(si esto es un umbral),
han cruzado este puente
(si se puede llamar puente).



Cuántos después de una vida más corta o más larga
(si para ellos en eso sigue habiendo alguna diferencia),
buena porque ha empezado,
mala porque ha acabado
(si no prefirieran decirlo al revés),
se han encontrado en la otra orilla
(si se han encontrado
y si la otra orilla existe).



No me es dado saber
cuál fue su destino
(ni siquiera si se trata de un solo destino,
y si es todavía destino).



Todo
(si con esta palabra no lo delimito)
ha terminado para ellos
(si no lo tienen por delante).



Cuántos han saltado del tiempo en marcha
y se pierden a lo lejos con una nostalgia cada vez
mayor.
(si merece la pena creer en perspectivas).



Cuántos
(si la pregunta tiene algún sentido,
si se puede llegar a la suma final
antes de que el que cuenta se cuente a sí mismo)
han caído en el más profundo de los sueños
(si no hay otro más profundo).



Hasta la vista.
Hasta mañana.
Hasta la próxima.
Ya no quieren
(si es que no quieren) repetirlo.
Condenados a un interminable
(si no es otro) silencio.
Ocupados sólo con aquello
(si es sólo con aquello)
a lo que los obliga la ausencia.



Wislawa Szymborska. Fin y principio, 1993. Versión de Abel A. Murcia


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30
Ene
2012
Klaus & Kinski
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Hay poetas actuales que se reconocen hombres de su siglo, el 19. A otros nos catalogan como posmodernos. Es absurdo. Las clasificaciones epocales sirven para organizar los temas en los libros de texto. Ni tan siquiera para los muertos pueden ser definitivas. En el estudio son necesarias las generaciones, pero la vida la entiendo mejor como un continuum y como una inmensidad de relaciones, cortocircuitos y reenganches.

 

Por ello pienso que hay aportaciones del arte del milnovecientosnosécuantos que siguen siendo completamente actuales. No se han superado y conviven con nosotros. Las brechas que abrieron corren paralelas a nuestra vida.

 

Lo he comprobado recientemente viendo este video de los también clasificados como postnoséqué Klaus & Kinski. En este trabajo nos recuerdan la advertencia que nos hiciera Ionesco sobre el absurdo con el que continuamente ha de enfrentarse la existencia humana.

 

Sin ir más lejos –ahora una descarga existencialista- ante las cuestiones decisivas -la vida, el amor y la muerte- hay que apostar. En muchas ocasiones la apuesta no tendrá más punto de apoyo que el absurdo. No es que no haya razones, es que todas las razones no aseguran nada contra la obligación de hacer uso de la libertad y el vértigo de abrirnos –libérrimos y humanos- al misterio y a la gracia. O se cree, o se da el salto, o no. O se confía o no. O se ama o no. No hay seguro de vida ni red para el vuelo de la esperanza, la fe y el amor (y la amistad, y la poesía, y el arte, y el compromiso...). Ya lo decía Tertuliano: credo quia absurdum. No es sólo teología.

 

Aquí os dejo este video de mis murcianicos (los amas o los odias). Es un homenaje huertano a La cantante calva de Ionesco, quien -Ionesco, no la cantante-, con todo su absurdo, contra el absurdo desde el absurdo, ya nos dijo que el hecho de ser habitados por una nostalgia incomprensible sería, al fin y al cabo, el indicio de que hay un más allá.

 

 

 


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22
Ene
2012
Mujeres
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Este es el otro video de Dido del que os hablé. Deja sin palabras. Me ha traducido la letra mi amiga Alicia Choín, que trabaja como traductora para Google. Pero ella misma, una gran poeta que por fin se ha decidido a publicar, me ha convencido de que los lyrics de este tema no son gran cosa.

 

Así es que he recordado unos versos del poemario Resurrección de Manuel Vilas y os los copio. Ya, ya sé que el video es otra cosa, que nada tienen que ver Dido con Vilas. Pero, sin pretensión de pastiche ni de popcomunismo, ocurre a veces que dos cosas diferentes dan lugar a una tercera. Y en eso estamos: re-creando.

 

 


MUJERES


No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Con el matrimonio, con la maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan con este mundo, con este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un vaso de vino blanco y unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios intratables, con padres en coma, con hijos suspendidos. Fuman más que los hombres. Tienen cánceres de pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se ponen cremas, son una tiranía las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y peinados y maquillajes y zapatos que torturan. Pero envejecen. No dejan las mujeres tras de sí nada, hijos, como mucho, hijos que no se acuerdan de sus madres. Nadie se acuerda de las mujeres. La verdad es que no sabemos nada de ellas. Las veo a veces en las calles, en las tiendas, sonriendo. Esperan a sus hijos a la salida del colegio. Trabajan en todas partes. Amas de casa encerradas en cocinas que dan a patios de luces. Sonríen las mujeres, como si la vida fuese buena. En muchos países las lapidan. En otros las violan. En el nuestro las maltratan hasta morir. Trabajan fuera de casa, y trabajan en casa, y trabajan en las pescaderías o en las fábricas o en las panaderías o en los bares o en los bingos. No sabemos en qué piensan cuando mueren a manos de los hombres.


Manuel Vilas. Resurrección (Visor, 2005)

 

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19
Ene
2012
He vivido mi vida sin arrepentimientos... hasta hoy
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He vivido mi vida sin arrepentimientos... hasta hoy.

 


No, no lo digo yo. Es una frase de la canción de Dido que hoy quiero compartir (si es posible, escuchar con auriculares y dar a “ampliar pantalla”).

 

La verdad es que no sé cómo se me había escapado este video. Porque Dido es una de mis cantantes de cabecera. Su música me ha acompañado en bastantes momentos. Su música, pero no sus videos, que siempre me han parecido planos, comerciales, de un romanticismo pasteloso que nada tenía que ver con lo que yo imaginaba al escuchar esta peculiar voz.

 

Por eso no, no sé cómo se me ha escapado este y otro video que pondré en el próximo post. Me emocionan hasta el bloqueo. Ahora sí, sí que está la canción a la altura de las imágenes y hasta me parece que estas imágenes superan la música.

 

Dido escribió este tema tras la muerte de su padre: tú, que amabas amar, le dice. No sé si él era pescador, pero este trabajo firmado por Cristina Miranda es en realidad un cortometraje que habla por sí mismo. No encierra una sola historia sino muchas posibles. Con sólo unos sencillos enfoques nos dice más verdad sobre las personas que lo habitan que cualquier sesudo diálogo.

 

Y es que apuesto por el realismo. No siempre el realismo ha de ser mágico o sucio. Realista por convicción aristotélica y tomista, también lo soy por tradición hispana. Al igual que hacía Velázquez, lo cotidiano bien mirado, bien escuchado, bien escrito, lleva el arte a sus máximas cotas, esas cotas en las que se funden verdad y emoción, belleza y ética. Dignidad humana e inspiración absoluta.

 

 

 

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15
Ene
2012
Mi animal instinto
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Son cada vez menos las palabras que abren mi corazón. Lo siento, pero trabajar en las cosas del lenguaje cansa y, con el paso del tiempo, un instinto animal ocupa el sitio de la razón en lo que al trato con las palabras se refiere. Quiero decir que uno se acaba comportando como esos animales que han adquirido o heredado un instinto que les indica qué hierba es buena y qué hierba es mala sin detenerse demasiado en consideraciones, cuál comer y cuál no.

 

 

No exagero. Es algo que no sé bien explicar, que sólo se comprende por experiencia. Un instinto desarrollado tras muchas horas midiendo, pesando -¿se nota la alusión a Fray Luis?-, aventando -ahora toca León Felipe- y arrojando a la papelera poemarios enteros para que vivan sólo las sílabas imprescindibles… (y ni aún así: siempre se cuela algo prescindible).

 

¿Que a qué viene esto? Pues a que he acabado en estos días mi “top 5” de palabras verdaderas, de palabras que creo y me hacen creer en aquellos que las pronuncian, de palabras que decantan mi corazón hacia el lado del amor. Y la ganadora, mi “number 1” indiscutible, es la palabra

 

 

 

 

 

 

 

 


“gracias”.

 

Ahora sólo me falta invertir las mismas muchas horas no en los campos del lenguaje, sino en los del amor. Y no sé si podré.

 

 

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