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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor


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3
Feb
2012
Recogiendo fresa
3 comentarios


Una estación de autobuses de provincias. Hay tránsito de bolsas de rafia y señoras con gafas de sol falsificadas. Leo en un banco y una mujer con pinta de extranjera mira mi libro. Parece que quiere decirme algo, pero me hago el despistado. Se acerca finalmente, toca mi libro y recorre con su dedo el nombre de la poeta que leo: mi país, Polonia.

 

 

El libro era El gran número, de Wislawa Szymborska, y la mujer que se sentaba a mi lado una recogedora de fresa venida desde Polonia a echar la temporada. Me habló de sus dos hijos, que estudiaban tecnología, y me dio una estampa de la Virgen de Chestokova.

 

Yo acababa de publicar Poemas para mi hermana y llevaba ejemplares en mi mochila. La influencia de Szymborska está en Poemas para mi hermana. Le regalé uno y pensé que en ningún otro lugar mejor podía estar ese libro que en el equipaje de un ama de casa polaca que echa la temporada de la fresa en Huelva y se enciende de alegría al descubrir el libro de su paisana poeta en las manos de un muchacho español. Escribió el nombre de sus dos hijos en la estampa –no logro encontrarla, uno de ellos se llamaba Michal- y me pidió que rezara por ellos.

 

Fue un momento de inspiración, sencillez, realismo y dignidad. Como la poética de la Szymborska, que acaba de partir de este mundo y me enseñó que nunca hay que tener la última palabra.

 

Cálculo elegíaco



Cuántos de los que he conocido
(si de verdad los he conocido)
hombres, mujeres
(si esta división sigue vigente),
han atravesado este umbral
(si esto es un umbral),
han cruzado este puente
(si se puede llamar puente).



Cuántos después de una vida más corta o más larga
(si para ellos en eso sigue habiendo alguna diferencia),
buena porque ha empezado,
mala porque ha acabado
(si no prefirieran decirlo al revés),
se han encontrado en la otra orilla
(si se han encontrado
y si la otra orilla existe).



No me es dado saber
cuál fue su destino
(ni siquiera si se trata de un solo destino,
y si es todavía destino).



Todo
(si con esta palabra no lo delimito)
ha terminado para ellos
(si no lo tienen por delante).



Cuántos han saltado del tiempo en marcha
y se pierden a lo lejos con una nostalgia cada vez
mayor.
(si merece la pena creer en perspectivas).



Cuántos
(si la pregunta tiene algún sentido,
si se puede llegar a la suma final
antes de que el que cuenta se cuente a sí mismo)
han caído en el más profundo de los sueños
(si no hay otro más profundo).



Hasta la vista.
Hasta mañana.
Hasta la próxima.
Ya no quieren
(si es que no quieren) repetirlo.
Condenados a un interminable
(si no es otro) silencio.
Ocupados sólo con aquello
(si es sólo con aquello)
a lo que los obliga la ausencia.



Wislawa Szymborska. Fin y principio, 1993. Versión de Abel A. Murcia


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30
Ene
2012
Klaus & Kinski
7 comentarios

 

 

Hay poetas actuales que se reconocen hombres de su siglo, el 19. A otros nos catalogan como posmodernos. Es absurdo. Las clasificaciones epocales sirven para organizar los temas en los libros de texto. Ni tan siquiera para los muertos pueden ser definitivas. En el estudio son necesarias las generaciones, pero la vida la entiendo mejor como un continuum y como una inmensidad de relaciones, cortocircuitos y reenganches.

 

Por ello pienso que hay aportaciones del arte del milnovecientosnosécuantos que siguen siendo completamente actuales. No se han superado y conviven con nosotros. Las brechas que abrieron corren paralelas a nuestra vida.

 

Lo he comprobado recientemente viendo este video de los también clasificados como postnoséqué Klaus & Kinski. En este trabajo nos recuerdan la advertencia que nos hiciera Ionesco sobre el absurdo con el que continuamente ha de enfrentarse la existencia humana.

 

Sin ir más lejos –ahora una descarga existencialista- ante las cuestiones decisivas -la vida, el amor y la muerte- hay que apostar. En muchas ocasiones la apuesta no tendrá más punto de apoyo que el absurdo. No es que no haya razones, es que todas las razones no aseguran nada contra la obligación de hacer uso de la libertad y el vértigo de abrirnos –libérrimos y humanos- al misterio y a la gracia. O se cree, o se da el salto, o no. O se confía o no. O se ama o no. No hay seguro de vida ni red para el vuelo de la esperanza, la fe y el amor (y la amistad, y la poesía, y el arte, y el compromiso...). Ya lo decía Tertuliano: credo quia absurdum. No es sólo teología.

 

Aquí os dejo este video de mis murcianicos (los amas o los odias). Es un homenaje huertano a La cantante calva de Ionesco, quien -Ionesco, no la cantante-, con todo su absurdo, contra el absurdo desde el absurdo, ya nos dijo que el hecho de ser habitados por una nostalgia incomprensible sería, al fin y al cabo, el indicio de que hay un más allá.

 

 

 


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22
Ene
2012
Mujeres
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Este es el otro video de Dido del que os hablé. Deja sin palabras. Me ha traducido la letra mi amiga Alicia Choín, que trabaja como traductora para Google. Pero ella misma, una gran poeta que por fin se ha decidido a publicar, me ha convencido de que los lyrics de este tema no son gran cosa.

 

Así es que he recordado unos versos del poemario Resurrección de Manuel Vilas y os los copio. Ya, ya sé que el video es otra cosa, que nada tienen que ver Dido con Vilas. Pero, sin pretensión de pastiche ni de popcomunismo, ocurre a veces que dos cosas diferentes dan lugar a una tercera. Y en eso estamos: re-creando.

 

 


MUJERES


No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Con el matrimonio, con la maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan con este mundo, con este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un vaso de vino blanco y unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios intratables, con padres en coma, con hijos suspendidos. Fuman más que los hombres. Tienen cánceres de pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se ponen cremas, son una tiranía las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y peinados y maquillajes y zapatos que torturan. Pero envejecen. No dejan las mujeres tras de sí nada, hijos, como mucho, hijos que no se acuerdan de sus madres. Nadie se acuerda de las mujeres. La verdad es que no sabemos nada de ellas. Las veo a veces en las calles, en las tiendas, sonriendo. Esperan a sus hijos a la salida del colegio. Trabajan en todas partes. Amas de casa encerradas en cocinas que dan a patios de luces. Sonríen las mujeres, como si la vida fuese buena. En muchos países las lapidan. En otros las violan. En el nuestro las maltratan hasta morir. Trabajan fuera de casa, y trabajan en casa, y trabajan en las pescaderías o en las fábricas o en las panaderías o en los bares o en los bingos. No sabemos en qué piensan cuando mueren a manos de los hombres.


Manuel Vilas. Resurrección (Visor, 2005)

 

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19
Ene
2012
He vivido mi vida sin arrepentimientos... hasta hoy
1 comentarios


He vivido mi vida sin arrepentimientos... hasta hoy.

 


No, no lo digo yo. Es una frase de la canción de Dido que hoy quiero compartir (si es posible, escuchar con auriculares y dar a “ampliar pantalla”).

 

La verdad es que no sé cómo se me había escapado este video. Porque Dido es una de mis cantantes de cabecera. Su música me ha acompañado en bastantes momentos. Su música, pero no sus videos, que siempre me han parecido planos, comerciales, de un romanticismo pasteloso que nada tenía que ver con lo que yo imaginaba al escuchar esta peculiar voz.

 

Por eso no, no sé cómo se me ha escapado este y otro video que pondré en el próximo post. Me emocionan hasta el bloqueo. Ahora sí, sí que está la canción a la altura de las imágenes y hasta me parece que estas imágenes superan la música.

 

Dido escribió este tema tras la muerte de su padre: tú, que amabas amar, le dice. No sé si él era pescador, pero este trabajo firmado por Cristina Miranda es en realidad un cortometraje que habla por sí mismo. No encierra una sola historia sino muchas posibles. Con sólo unos sencillos enfoques nos dice más verdad sobre las personas que lo habitan que cualquier sesudo diálogo.

 

Y es que apuesto por el realismo. No siempre el realismo ha de ser mágico o sucio. Realista por convicción aristotélica y tomista, también lo soy por tradición hispana. Al igual que hacía Velázquez, lo cotidiano bien mirado, bien escuchado, bien escrito, lleva el arte a sus máximas cotas, esas cotas en las que se funden verdad y emoción, belleza y ética. Dignidad humana e inspiración absoluta.

 

 

 

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15
Ene
2012
Mi animal instinto
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Son cada vez menos las palabras que abren mi corazón. Lo siento, pero trabajar en las cosas del lenguaje cansa y, con el paso del tiempo, un instinto animal ocupa el sitio de la razón en lo que al trato con las palabras se refiere. Quiero decir que uno se acaba comportando como esos animales que han adquirido o heredado un instinto que les indica qué hierba es buena y qué hierba es mala sin detenerse demasiado en consideraciones, cuál comer y cuál no.

 

 

No exagero. Es algo que no sé bien explicar, que sólo se comprende por experiencia. Un instinto desarrollado tras muchas horas midiendo, pesando -¿se nota la alusión a Fray Luis?-, aventando -ahora toca León Felipe- y arrojando a la papelera poemarios enteros para que vivan sólo las sílabas imprescindibles… (y ni aún así: siempre se cuela algo prescindible).

 

¿Que a qué viene esto? Pues a que he acabado en estos días mi “top 5” de palabras verdaderas, de palabras que creo y me hacen creer en aquellos que las pronuncian, de palabras que decantan mi corazón hacia el lado del amor. Y la ganadora, mi “number 1” indiscutible, es la palabra

 

 

 

 

 

 

 

 


“gracias”.

 

Ahora sólo me falta invertir las mismas muchas horas no en los campos del lenguaje, sino en los del amor. Y no sé si podré.

 

 

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10
Ene
2012
Me gustan las tATu
9 comentarios

Hace poco, en Facebook, comentaba un amigo “En Roma, deprimido al descubrir que me gusta la arquitectura fascista”. En un contexto jocoso y exagerado, evidentemente, el pobre señalaba que se le caía el alma con todas sus convicciones al hallar placer estético con la contemplación in situ de la arquitectura característica de un régimen político cuya ideología le produce nauseas.

 

 

Muy bien. Pues algo parecido me ha ocurrido al sorprenderme a mí mismo deleitado con las tATu, sus canciones y sus videos. Mira que lo he dicho veces: que son sólo un producto comercial, que su música no tiene más talento que el de un ordenador, que sus videos buscaban una polémica meramente superficial y rentable…

 

 

Y nada, aquí me ven: ahora me gustan la tATu y hasta me inspiran metáforas. ¿Recuerdan aquel video –Not gonna get us- en el que descienden por el hielo sobre un camión que no conduce nadie? Lo pongo por si acaso. Se publicitaba –lo que hace el merchandising- con comentarios acerca de la generación a la que se supone representa: dos adolescentes que se abrazan a bordo de un camión que se desliza sobre resbaladizo espejo y al que nadie conduce y está destinado a estrellarse.

 

 

Si embargo –ironías de la vulgaridad- este dúo, que sirvió para mostrar al mundo lo moderna que se había vuelto Rusia, vuelve a mi memoria como metáfora incalculada de un tiempo, de una patria y de una generación.

 

 

Miren, mírenlo. Algunos nos hemos contemplado sobre un espejo que sabíamos roto de antemano y nos hemos retado camicaces a nosotros mismos sin que sangren las pupilas. Y un corazoncito temblaba en el salpicadero. Y una sirena daba vueltas y más vueltas. No hay más llama que la del carburador. De vez en cuando se cruzaban fotos de otro tiempo -la infancia, el amor roto- mientras cantábamos, cantábamos… bajo un crepúsculo estepario.

 

 


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8
Ene
2012
Con ánimo de concordia
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En esta noche de una calma tan extraña que no es calma, sino la certeza de que has sido vencido, vuelvo a encender la tele y encuentro en Televisión Española una miniserie que me ha gustado: Tarancón. El quinto mandamiento.

 

No voy a entrar en valoraciones históricas o políticas; sólo quiero subrayar la calidad de este proyecto desde un punto de vista que relacione arte y ética, forma y contenido.

 

No son pocas las películas sobre personajes importantes desde el punto de vista religioso (San Francisco de Asís, Santo Domingo, Juan Pablo II…). Ante ellas, como realizaciones artísticas, me interesa la forma de narrar. Si el tono de la película, el “tufo” del relato o el enfoque del personaje me parecen almibarados o no hallo relación entre la realidad de las cosas y el modo de contarlas, aunque históricamente todo sea correctísimo, se crea en mí un cierto rechazo.

 

Esta miniserie sobre el Cardenal nacido en Burriana me ha sorprendido por su realización libre de afectación. Se libra de la impostación discursiva que suele amenazar a este tipo de proyectos. Creo que esquiva bien la tentación del efectismo y de los recursos cinematográficos más manidos, comenzando por la pretensión de querer decirlo todo y por la de querer hacer caer bien el personaje a toda la audiencia. También en una buena narración menos es más. Optar, elegir, nos arroja como beneficio el decir incluso más que si se tratara de contar cada detalle o justificar cada comportamiento.

 

Pero, con todo, el rasgo que considero más sobresaliente en este proyecto televisivo es el de traducir bien a la pantalla, con una acertada integración de forma y contenido, una cualidad del personaje: la de armonizar equilibradamente en su persona su dimensión humana y su dimensión religiosa.

 

En un uno de los diálogos, cuando otro prelado expone al Cardenal Tarancón que a veces uno cree que humanamente debe seguir unas opciones mientras la condición religiosa le exigen otras, éste responde que en él las convicciones humanas y las religiosas están unas muy cerca de las otras.

 

Soy en esto tomista y estoy convencido de que la gracia no destruye la naturaleza sino que la perfecciona. Me espantan los comportamientos religiosos que se superponen a nuestra humanidad hasta irla haciendo poco a poco apagarse.

 

Creo que esta convicción no sólo es válida para la vida y la fe, sino también para cualquier arte.

 

En este caso, en el tratamiento artístico del personaje, creo que ha ayudado mucho la forma en que el actor lo ha abordado. Pepe Sancho está acostumbrado a interpretar papeles que caen mal. En esta ocasión, lejos de tópicos y dualismos, no ha elegido el método de “ponerse en el lugar del personaje” o el de “tratar de imitarlo lo más fielmente posible”; ni tan siquiera el método de “tratar de comprender sus razones”. Simplemente se ha vestido la sotana y ha actuado con naturalidad, con la naturalidad de un hombre que no busca el aplauso, la complicidad del público, el quedar bien…, sino encarnar una forma de ser, unos diálogos, unas decisiones con la normalidad del que se siente ante ellas como ante algo propio, naturalmente propio.

 

 

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