Logo dominicosdominicos

Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

27
May
2016

Santo Tomás de Aquino en tiempos difíciles

3 comentarios

De una tesis doctoral no deberíamos salir siendo los mismos. Si verdaderamente se trata de un trabajo de inmersión, un viaje sin destino previamente pactado, una peregrinación intelectual, es posible que al final descubramos dimensiones que no habíamos previsto. A mí me ocurrió. Quizá por la grandeza del autor estudiado, Santo Tomás de Aquino.

Decir que es un clásico es recurrente y se queda corto, a no ser que entendamos que un clásico es una luz, una luz que no podemos atrapar y que, más bien, nos enfrenta a nosotros mismos y a nuestro tiempo. Los contemporáneos se miden por semanas. Los clásicos por siglos. Umberto Eco dice que la gran literatura es autoritaria, y es que, siendo como es más grande que nosotros, se nos impone ella sola, aunque nadie haga nada por imponerla. Como un avión que se sostuviera en el aire por el miedo sumado de los pasajeros -cito a González Iglesias-, los clásicos se sostienen en su altura por el miedo sumado de quienes no los han leído.

Yo iba siguiendo la pista de la teología negativa en el pensamiento del Aquinate sobre el lenguaje sobre Dios y encontré que su postura consiste en una radical confianza en el lenguaje para hablar humildemente de Dios, no porque rechace la teología negativa ni el apofatismo -esas cualidades del conocimiento y del lenguaje por las que de Dios es más lo que no sabemos que lo que sabemos y de Dios es poco lo que podemos decir porque está más allá del lenguaje- sino porque, integrando la dimensión negativa y apofática del lenguaje en toda su radicalidad, la trasciende en la dirección de la encarnación: Dios se ha hecho palabra y, en la kénosis del lenguaje, la palabra humana, la pobre palabra humana, ha quedado validada para apuntar lo que en ella no puede quedar retenido.

Es lo que tiene Santo Tomás. Pero también su método. Varios años bregando con su método nos proporcionan un instrumento para desenmascarar las trampas y las demagogias del lenguaje. Concretamente hoy en día hay una muy engañosa. A ella vamos.

Se repite como latiguillo recurrente en los tiempos del Papa Francisco -contra el Papa Francisco- que la Iglesia no puede plegarse a las exigencias del mundo, pues ha de custodiar la verdad recibida. Y es cierto que la Iglesia no puede plegarse a ningunos intereses y ha de custodiar la verdad. Pero esto es algo tan sagrado que merece ser tomado absolutamente en serio. La Iglesia no dialoga con el mundo y la cultura porque se desnaturalice o porque quiera entrar al trapo del mundo o quedar simpática. Lo hace porque su sagrada misión de custodia de la verdad consiste en llevar a Jesucristo, que es la verdad y la vida, por los caminos del mundo para que el mundo se encuentre con Jesucristo, camino.

Si la Iglesia no lleva el Evangelio a los hombres de todo tiempo, entonces es cuando se traiciona a sí misma y cuando malvende su depósito sagrado. Se parece entonces a una gran dama soberbia y altiva más que a una madre. Si el amor fontal del Evangelio, lo que Jesús hizo hasta dar su vida por los hombres para testimoniar el amor incondicional del Padre, queda secuestrado en formas temporales, en respuestas que no responden, en formulismos mundanos -idolátricos, hechos por hombres- estaría traicionando a su Señor.

Cuando la Iglesia sale al encuentro del hombre y de la cultura en la que Dios la sitúa en cada encrucijada histórica no traiciona su naturaleza. Lo hace precisamente empujada por su naturaleza, que viene de más lejos.

Posterior Anterior


Hay 3 comentarios, comparte el tuyo

En caso de duda, puede consultar las normas sobre comentarios.

Aviso: los comentarios no se publican en el momento. Para evitar abusos, los comentarios sólo son publicados cuando lo autorizan los administradores. Por este motivo, tu comentario puede tardar algún tiempo en aparecer.

Cancelar repuesta


Dr.J
27 de mayo de 2016 a las 17:43

De todo tiempo, no de cada tiempo

Di algo mas sobre la kenosis por favor, es concepto que me interpela y siempre evade tal vez por soberbia propia. Gracias y saludos colega Doctor...
De lo que no se puede hablar, no merece la pena hablar (Apocrifo 7.0)

Martín Gelabert
27 de mayo de 2016 a las 22:31

Gracias, Antonio, por esta estupenda reflexión. Dios se adapta a nuestra realidad. Por eso, como dice santo Tomás, la revelación es imperfecta, porque se da en lenguaje humano. Pero que la revelación sea imperfecta -imperfecta no porque Dios no pueda hacerlo mejor, sino porque el hombre no puede llegar más lejos- no significa que no ofrezca un real conocimiento de Dios. Conocemos a Dios a nuestra manera, pero lo que conocemos va en la buena dirección. En la imperfección se transparenta, se refleja, se da a conocer la realidad divina. De la misma manera que Dios se adapta, también la Iglesia debe adaptarse si quiere ser fiel a su Señor. Repito: estupenda reflexión la tuya, querido Antonio.

AP
31 de mayo de 2016 a las 12:39

Estimado Dr.J:
La kénosis, este término griego que se puede traducir por "vaciamiento", "abajamiento", despojo de la propia voluntad", en referencia a Jesucristo -Himno de la Carta a los Filipensses- habla de cómo Cristo se despoja de su rango para adentrarse en la realidad humana hasta sus últimas consecuencias, la muerte. Y es así como, en el fondo, llega a la máxima expresión de su dignidad, la de manifestar un amor absoluto y radical, en el cual, precisamente, consiste lo más alto de de la condición divina manifestada a los hombres.
El mismo teólogo von Balthasar, interprtetando un versículo del Apocalipsis, llega a hablar incluso de una kénosis supraeterna. Es una interpretación algo libre de "un cordero degollado desde antes del tiempo" (más o menos). De algún modo expresa que la kénosis económico salvífica, la manifestada en la cruz, es reflejo de una condición propia de la realidad inmanente del Logos.

Suscripción

Suscribirse por RSS

últimos artículos

Archivo

Logo dominicos dominicos