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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

23
Dic
2009

Navidad de Amor

5 comentarios

Andaba yo estos días pensando qué predicar a las hermanas dominicas en las celebraciones litúrgicas de Navidad. Buscaba no repetirme, ser original. Y, mira por dónde, la inspiración me llega precisamente de muy cerca, desde tan sólo unos metros de distancia de mi habitación, desde el escritorio de un hermano bueno y sabio con el que convivo todos los días, el P. Lobato.

 

Cada vez más me convenzo de ese axioma literario según el cual la originalidad es un mito. Nada tenemos, nada damos, que no hayamos recibido. Muy poco, tal vez nada, es original. Todo nos llega, incluso para sacar lo que tenemos dentro, desde otras vidas. Y, desde la de mi hermano, me ha llegado qué predicar.

 

El P. Lobato reflexiona sobre la Navidad como Misterio del amor. Él habla, a su vez, desde S. Agustín y Santo Tomás. Nos recuerda: entre todas las operaciones apetitivas, el primer puesto lo tiene el amor. Déjalo de lado y lo verás; sin el amor no tendrás gozo al conseguir algo que no amas; no sentirás tristeza, si te la causa algo o alguien a quien ya no amas.  Si quitas el amor  quedan borradas todas las operaciones del apetito, que en buena parte se reducen a la tristeza y al  gozo.

 

Y es verdad. Para mí estos días son como un cuadro de Caravaggio o como una de esas funciones para retocar imágenes digitales: cuando acentúas la luz hasta lo máximo, quedan, a la vez, acentuadas las sombras con una intensidad mayor. La luz desbordante del Misterio de la encarnación me ilumina la vida, pero, al instante, me le acentúan sus sombras. Gozo máximo y percepción, a la vez, de sombras profundísimas en mí y en cuanto me rodea.

 

Pero, y ahí la belleza, siempre es el sentido de la luz el que explica el sentido de las sombras, las cuales nada serían sin la luz. Por eso -me inspiraba el texto del P. Lobato- entiendo que es que hasta es el amor la causa de la melancolía y de la sombra. Sólo quien no lo tiene no sufre, ya está muerto. Quien no lo tiene se hace insensible a los contrastes. Quita el amor si es que no quieres sentir. Pero ve entonces cosiendo tu mortaja. Y este no es tiempo de mortajas, sino de pañales.

 

¡Oh sol que naces de lo alto: no me tengas en cuenta el espanto de las sombras; desciende, brilla intenso, irradia. Haz de la mía una existencia claroscuramente intensa, que no otra cosa somos sino amor y para nuestro amor tú vienes!

 

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Paco
23 de diciembre de 2009 a las 20:28

Antonio: Es la felicitación de Navidad más bonita de todas las que he recibido, tal vez sea porque nos enseñas que claros y sombras nos llevan a buscar la Luz, y esa Luz ha iluminado todas las otras felicitaciones, en ocasiones de gente desconocida, pero que aman tambien con claros y sombras las mismas cosas que yo. ¡Feliz Navidad, y que te envelva la Luz!

josecarlos
24 de diciembre de 2009 a las 02:20

El amor como tema tampoco es original, pero ¿que necesidad tiene de serlo; se basta así mismo en la teoría y en la práctica. Cuando te enamoras te enfrentarías al mundo por defender el objeto amado y lo mejor de todo es que lo harías sin importante caer en la batalla. ¡No a ti que eres mi hermana, si no a un potro desbocado soy yo capaz de ponerle freno, cuando siento que hacia mi ventana cabalga Pepe el Romano! Palabras que el poeta pone en boca de Adela mientras se pelea con su hermana Martirio en la casa de su madre Bernarda. Luces y sombras de un amor prohibido por los lutos y las normas; ¿sera capaz este adviento de que dejemos de una vez por todas, de seguir cortando la misma rosa. Feliz Navidad Antonio.

Catalina
24 de diciembre de 2009 a las 12:19

Precioso. Ama y haz lo quee quieras
feliz navidad,

Fernando del Busto
24 de diciembre de 2009 a las 13:54

Feliz Navidad, Antonio. Dios se hace hoy hombre por el amor haa la humanidad. ¿¡qué más podemos pedir!? Felices fiestas a todos.

duVallon
25 de diciembre de 2009 a las 14:02

Curioso. El amor no es nada novedoso y pese a que está en todo y en todos tendemos a olvidarlo demasiado rápido. Quizás por que así se vive más cómodo, el amor te hace hipersensible, permeable y eso generalmente duele.
Pensandolo de forma pícara, creo que los cristianos somos sadomasoquistas, por que adoramos ese dolor y nunca tenemos suficiente de Él, como dijo Lope de Vega en un poema mundano pero increiblemente hermoso "Quién lo probó, lo sabe". O si no que le pregunten a Santa Teresa, la experiencia de un amor tan puro en todos sus aspectos que crees morir.
¿Que es ser cristiano si no amar?

Un superabrazo Antonio.
CRISTUS NATUS EST, VENITE ADOREMUS!!!!!

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