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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

5
Jul
2015

Naturalidad

1 comentarios

Durante uno de estos últimos viajes, he visto alguna película española de la década de los ochenta o noventa. Se escuchaba muy mal, y no precisamente por problemas técnicos, sino por una costumbre que se puso muy de moda en esa época: hablar con naturalidad, una supuesta naturalidad. Se trataba de dejar fluir la voz sin interpretar demasiado, que no pareciera académico. Era una forma de alejarse de la interpretación de otras décadas en las que los actores “diccionaban” como si estuvieran en una película. El giro estilístico respondía no sólo a criterios artísticos; era también reflejo de los cambios sociales que se vivían en España. El resultado de esa naturalidad nada natural es que hoy –y supongo que entonces- no se entiende lo que dicen los actores.


Y es que la naturalidad no puede confundirse con la simple acción espontanea. Tendemos a pensar que nuestra forma de manifestarnos es expresión directa de una forma de ser más pura; y no siempre es así, entre otras cosas, porque somos la sucesión de una serie de conductas aprendidas desde que nos hacen carantoñas en la cuna.


Que seamos aquello que hemos recibido y aprendido de los otros nada resta al hecho de ser nosotros mismos. Ser uno mismo significa ser en relación. La relación nos antecede y en ella encontramos nuestra propia identidad. Ser uno mismo implica aprender a serlo.


Y, por lo que al arte se refiere, claro que existe la naturalidad, pero la naturalidad es una conquista, como es una conquista la verdadera libertad; como supone un gran esfuerzo esa aparente facilidad que nos transmiten algunas obras de arte, algunos poemas. Para ir más allá del academicismo, del amaneramiento cultural, primero hay que conocer sus reglas y realizar un esfuerzo que ya no mira los gestos, brochazos o sentimentales palabras que brotan de nosotros sin más, sino que mira al otro, al lector, al espectador. La verdadera naturalidad es aquella que activa un acto de comunicación. Lo natural es hacerse entender.


Creer que es genial cualquier cosa que sale de nosotros, así, tal cual se nos ocurre, encierra una importante dosis de vanidad. Y el resultado es similar a esas películas de los noventa: no se escuchan, no se entienden.


La naturalidad es una conquista a la misma naturaleza. Los dones naturales encuentran su grandeza cuando, hechos humanos, son naturaleza y humanidad destinadas al encuentro con los otros.

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Dr.J
13 de julio de 2015 a las 18:35

Querido Antonio ¡cuánta verdad! Sin embargo para lo que había que oír cuando se entendía... También podías extender esta consideración a la poesía española actual, p.e si una se ha puesto su primer biquini, tiene la vagina seca o uno se queda calvo o baja a comprar tabaco.
Por otro lado ¿no será que te estás quedando sordo? Recuerdo que D. Julián Marías tras una vida de reseñar películas se quejaba en sus años postreros de lo oscuras que eran entonces las películas y lo que pasaba es que perdió un ojo. Sic transit!

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