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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

26
Nov
2006

LA PLAYA

6 comentarios

La poesía es, a veces, una playa. Dios, el mar, ha llenado esa playa y a veces la ha formado. Forma la playa el mar con su infinito. La poesía ha albergado al infinito y el infinito ha formado, con su presencia y su estar siendo simplemente mar sobre la tierra, este lugar en el que tierra, mar y hombre se encuentran.

Pero ya el mar está muy lejos; su azul intenso lejos de esta playa. Aunque la playa sigue siendo playa: sin marea, sin vértigo, sin violencia, sin fondos abisales, sin sugerencia de travesías.

Esta playa, cierta poesía contemporánea, no deja de ser bella: es apacible, tranquila, doméstica, burguesa, previsible, tibia, segura, estacional, colorista. Pero su origen está en la irrupción del mar. Por eso su belleza es melancólica: nostalgia del absoluto, ha dicho G. Steiner. La belleza de lo rotundo, de lo hondo, de lo imprevisible, de lo rugiente, de lo tormentoso, lo infinito, lo de nadie, lo libérrimo, lo extramental, lo apasionante... queda lejos.

Y donde la furia azul y fuente de la vida estuvo, hoy crecen sombrillas y hamacas, más cómodas y útiles, sin duda, pero expresión de nuestra depotencia espiritual.

A veces ese espacio sagrado de la playa, la misma forma que el mar esculpió sobre la tierra, viene a ser llenado por remedos de mar.

Un ejemplo: Acaba de aparecer la poesía completa de Luis Eduardo Aute. No es, para nada, ni mi cantante, ni mi pintor, ni mi poeta favorito, aunque conecto con alguna de las exigencias morales de su obra, como la denuncia de la injusticia. Su poesía nos brinda un ejemplo de cuanto venimos diciendo. Toda su obra poética está sostenida por un léxico religioso forzado a decir algo distinto, incluso lo contrario, de aquello a lo que servía (que era el ser abrazo por el que el mar se nos adentra). Un ejemplo:

El Verbo se hizo carne

tuya

y carne

mía

y conjugó entre nosotros.

Para Aute, el sexo, el cuerpo, son hechos cuerpo sacro por la divinización del amor. No digo que no, más bien digo que sí... Pero un amor muy playero. Y yo, la verdad, muero de ganas de otras costas que ni siquiera he imaginado, muero de ganas de lo que aún no he conocido. El mar me saca de esta playa tan pisada.
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JMValderas
27 de noviembre de 2006 a las 09:58

Querido Antonio Hay muchas cosas en su texto que no entiendo. En mi mocedad tuve que bregar con la idea del mar, metáfora de Dios, en Antonio Machado. Eran los años en que sacaba sus primeros discos Aute, el de "así es mi tierra, así es mi gente", segunda mitad de los sesenta. No parece que el pulso poético de éste haya pasado a ninguna antología de nuevos o novísimos. Pero no quisiera entrar en el terreno de la crítica literaria. Desde el punto de vista conceptual, los escritos del rapsoda, que alguna vez leo por obligación, me parecen lisa y llanamente anticristianos. Su "divinización del amor" que usted dice es lisa y llanamente una paganización de lo divino. En lógica coherencia no entiendo la frase de usted "No digo que no, más bien digo que sí". Aunque el lenguaje simbólico que usted Praena emplea, le lleve a ansiar "otras costas" (metáfora habitual de la búsqueda de Dios) para quitar fuerza a ese amor "muy playero", no acabo de averiguar cuál es su pensamiento real. De paso, ¿cuáles son las "exigencias morales" genuinas del autor, más allá dc las obvias?

MPUG
27 de noviembre de 2006 a las 17:35

Muchos han comparado la inmensidad de Dios con el mar, me resulta novedoso la playa formada por ese Mar, que quiero entender sea el mundo creado por Él, lugar donde nos encontramos: Dios, la playa y el hombre.
Pero que el Mar esté muy lejos de la playa, no lo acepto, porque sin el Mar sencillamente no hay playa, Si veo posible que el hombre se aleje del Mar porque es se va en busca de remedos de mar, donde se queda sin Mar y sin Playa, y hasta sin él mismo.

santiago rodriguez
28 de noviembre de 2006 a las 00:42

querido P. Antonio: en su forma poetica de plasmar algo tan vital como es el amor, yo me quedo desilusionado con lo prosaico, el mundo como dice Valderas es la playa, pero el amor de Dios llega mas alla de donde parece que se juntan el azul del cielo y el azul del mar, ese azul que abraza a la playa para trasmitirle su vida. Tambien el amor al projimo debe llegar más alla de esa linea marcada en el infinito.
Lo prosaico es que la playa se llena de algas y no acepta el amor de Dios
, tampoco vamos a ver si nos acercamos a esa linea lejana para trasmitir nuestro amor a otros. La playa solo es nuestra, no queremos ni dar ni recibir.

loa
29 de noviembre de 2006 a las 00:02

lastima, el lenguaje es importante, el problema es cuando nadie sabe de lo que habla o cuando el lenguaje se desvirtua, me extraña tanto que en n sociedad tan secularizada como en la que vivo utilicen o infrautilicen palabras del Evangelio de Juan...toda una lastima

P. Rengel
29 de noviembre de 2006 a las 18:15

El problema no esta en aquellos que no les gusta el mar por las incertidumbres que les crea o por la exigencia personal que le supone, el problema esta en los que nos podemos creer profundamente inmersos en ese mar y, o bien estamos muy a salvo en la orilla o nos hemos acomodado en el pinar de atras.Tal vez seamos mas parte de esa playa(poesía)de lo que creemos.

Antonio P
4 de diciembre de 2006 a las 19:59

Estimado Valderas: De Aute me quedo con su preocupación por la justicia.
De lo demás, habrá colegido usted que no comparto la terjiversación que el cantautor
hace del lenguaje religioso. Eso quiero decir cuando afirmo que es un amor muy playero: se queda corto y pierde el brío que tenia. Pero a le vez, esta postura no me impide ver, sería anticristiano también, la belleza que puede hallarse en el encuentro amoroso que cantan los vates. Cristianamente lo ordenamos a otra plano, pero no le anulamos su pulsión natural que es motor que puja, bien entendida, a ser expreesión de un amor más alto.

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