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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

17
Sep
2011

El público

7 comentarios


Me envía mi vecino de blog, Martín, unas páginas que ha considerado de mi interés. Se trata de unos párrafos del libro La estrella de la redención, de Franz Rosenzweig, en los que se aborda la relación de la obra de arte con el público:

 

 

“¿Quién tiende, pues, el puente entre la obra y el autor?... ¿Quién es entonces el que tiende el puente por el que la obra se traslada desde su aislamiento desamparado a un espacioso hogar humano del que ya no puede ser arrancada y en donde coincide con muchos semejantes suyos que allí viven juntos perdurablemente? Este lugar en que las obras fundan una existencia ancha, viva y perdurable en lo bello (…) es el espectador.”

 

Una obra de arte, sea el artista consciente, lo pretenda o no, es un acto de comunicación y no hay comunicación sin receptor. Por eso se expone un cuadro o se publica un libro:

 

“Sólo al espectador le habla. Y sin el espectador carecería de efectos duraderos en la realidad. Produciendo lienzos pintados, piedras esculpidas y hojas escritas no es como pasa verdaderamente el arte a la vida real… Para pasar a la realidad debe el arte recrear hombres”.

 

Coincido con la experiencia que Rosenzweig constata. Durante 4 años se me ha ido cuajando un poemario y ya siento la necesidad de desprenderme de él. Tengo dos ofertas de publicación por parte de instituciones públicas. Pero, buscando llegar a más lectores, quizá intente buscar alguna editorial con cierta distribución. De todas formas ya sé lo que me espera, pues, respondiendo a mi pregunta sobre cómo mejorar el libro tras su paso el pasado año por un famoso premio, me decía la miembro de un jurado: “mira, desengáñate, se puede hablar de todo, de Buda de Mahoma y de Lao Tse, pero de Cristo ni se te ocurra. Yo lo publicaba sin cambiar una coma, pero si lo vas a enviar a algún premio más, disimula lo que eres, porque, además, los ánimos están crispados”.

 

Lo paradójico es que el libro no es religioso. Habla del amor en todas sus vertientes con un lenguaje completamente contemporáneo, cercano a voces que no serían del agrado de quien espere “algo religioso”.

 

De ser cierta la observación que me hacían, la aspiración comunicativa que durante 4 años se ha concentrado en este libro tendría que frustrarse… o traicionarse.

 

Sin embargo estoy feliz en esta situación. Algún crítico y algún poeta de los que más admiro se han mostrado entusiasmados con el libro.

 

Ahora he de asumir la decisión que sin querer ya ha sido tomada dentro de mí. Y, lo mejor, durante estos años he pasado una vez más por lo que dice Rosenzweig:

 

 


“Si bien es cierto que uno puede ser hombre sin hacer poesía, solamente puede llegar a ser hombre si hubo una vez en que se dedicó a hacerla”.


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Jotacé
18 de septiembre de 2011 a las 00:26

Estimadísimo y admirado Antonio. Entiendo que de alguna manera nos pides una opinión a tus lectores, y te ruego que en este ánimo consideres mi comentario: seguramente equivocado, seguramente poco consolador y, a buen seguro, desacertado. Te suplico, además, que disculpes la extensión de mis palabras, poco apropiada para eso: un simple comentario.

Mateo, 22.14: Muchos son los llamados y pocos los elegidos. Discúlpame si tomo una cita del texto sacro para, lejos de exegesis, homilías, o interpretaciones simbólicas decirte que

22:1 Respondiendo Jesús, volvió a hablarles en parábolas, diciendo... 22:2 El reino de los cielos es como aquel rey que festejó las bodas de su hijo; 22:3 y envió a sus siervos a llamar a los convidados a la celebración pero ellos no quisieron asistir. 22:4 Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los invitados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y bestias engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a la celebración. 22:5. Pero ellos, sin hacerle caso, se fueron a su labranza y sus negocios; 22:6 y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. 22:7 Al oírlo el rey, se enojó y envió a sus ejércitos, para destruir la ciudad. 22:8 Entonces dijo a sus siervos: Las bodas en verdad están preparadas; pero los que fueron convidados no eran dignos. 22:9 Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a esta celebración a cuantos encontréis. 22:10 Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, malos y buenos; y la boda estuvo llena de invitados. 22:11 Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido para la ceremonia. 22:12 Y le dijo: Amigo, ¿cómo que entraste aquí, sin estar vestido de boda? Y él enmudeció.
22:13 Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas; allí serán sus lágrimas y el crujir de sus dientes.

Siempre me gustó ese texto. Es más que evidente que la parábola no habla de poesía. Pero todo lo que Jesús deposita en cada palabra, en esta ocasión a través de Mateo, esconde un sentido fundamental. Siente el orgullo del rey por el hijo que ha tenido, y no por el número de los que asistan a la boda.

Disculpa la cita, llena de cariño. Mañana continúo, en un mensaje privado.

Martín
18 de septiembre de 2011 a las 01:40

Ya sabía yo que mis envíos acabarían siendo materia de post. Por lo demás me parece muy triste esto de "disimula la que eres", o "de Cristo ni se te ocurra". Puede que sea una descripción de la realidad. Pero esto es un motivo más para publicar tu libro de poemas. Ya verás como al final la calidad se impone por encima de vacuas ideologías.

Luis
18 de septiembre de 2011 a las 12:12

Querido Antonio, aprovecho la cita de Rosenzweig y me atrevo a sugerirte un pequeño cambio de rol: asume por un momento el de lector. ¿Has tenido alguna vez la sensación, al entrar en una librería portando tus problemas, tus angustias o tus inquietudes, de que aquel preciso libro que no sabías que ibas a elegir estaba allí esperándote a ti, escrito por alguien para ti? ¿No intuiste, acaso, al ojear al azar sus páginas y detenerte en “aquel” párrafo que ese y no otro era “tu” libro? ¿No saltó, por un casual, de su lugar en la estantería para elegirte él a ti?.

Amigo mío, con todo respeto y cariño, tal vez antes de formularte la pregunta de si debes o no modificar el libro tengas que considerar si éste, desde que tú decidiste poner el punto final, te pertenece. Tal vez la cuestión no sea llegar a más lectores, sino a los lectores para los que el libro fue escrito.

¡Ánimo, ya queda menos! Un abrazo.

creación y divulgación
18 de septiembre de 2011 a las 12:35

Aún no se ha superado la mojigatería de que un religioso no puede escribir sobre amor humano. Hasta la arquitectura nos recuerda los " risus paschalis".
No hay como crear expectación para una buena campaña de marketing. Ya tiene usted el libro vendido, Praena. La difusión de una obra depende de muchos factores ajenos al propio autor. Y hoy el cristianismo no vende. El proceso creativo sigue su curso. No todos disfrutan de las mieles de la difusión.Otros como Salinguer huyen de sus efectos colaterales. Autores que no publicaron en vida y los beneficios post-mortem van a su herederos, con trifulcas incluidas-
La foto del 'post incluye el mensaje de la nueva inocencia a la que todos somos llamados: despues de una debacle siempre queda el niño que vuelve a disfrutar de su caballito de cartón. Paseo por el amor y la muerte. Poesía

Celeste
19 de septiembre de 2011 a las 19:15

Estimado P. Antonio,

No sé quién te dio ese consejo, pero no me gusta nada su mensaje. Nunca te "prostituyas" (perdóname la expresión, pero es tan gráfica…) por la supuesta fama literaria y no dejes de ser tú mismo. Eso no significa que no dejes de pulir tu estilo ni de perfeccionarte, claro está. Como en todo, disfrazarse por temor a ser juzgado es una locura. Los que han quedado para la posteridad han sido los audaces que dieron un paso más sin temer el rechazo.
En mí, por lo pronto, tienes una lectura segura, así que envíame el poemario que no me lo voy a apropiar ni nada por el estilo. Al fin y al cabo, soy sólo una rata de alcantarilla (entiéndeme :P) mucho más interesada en escribir narrativa que lírica.
Estudia varias posibilidades de edición de libros, ¡y muchísimo cuidado con las editoriales! No te vaya a pasar como con La cruz de san Andrés.
Un abrazo.

Praena para Celeste
19 de septiembre de 2011 a las 21:14

Querida Celeste: ni se te ocurra "denominarte rata de alcantarilla". En todo caso lo que serías es un ratón -o ratita- de biblioteca, por tu amor a la literatura, tu buen hacer, la tesis tan descomunal en la que andas...
Te agradezco tus palabras porque salen de tu verdad y me iluminan.
El consejo que me daban no iba en la línea de que me prostituya, todo lo contrario: quien me hablaba me decía que no cambie ni una coma. Sólo me prevenía de lo que me iba a ocurrir desde su experiencia en de lo ya ocurrido.
Un abrazo muy fuerte

Celeste
19 de septiembre de 2011 a las 22:04

Gracias; no me menospreciaba como persona, sino que me refería más bien a que no tengo casi ninguna influencia en el mundo exterior que digamos. Lo de ratita…más bien una gran ratona (ya ves, soy bastante alta y no precisamente una sílfide). Tengo un estilo peculiar, tampoco me tomes en serio si sueno exagerada.

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