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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

22
Nov
2015

Dios ha muerto, Marx ha muerto, y yo me estoy poniendo muy malito

6 comentarios

 

 

(Demasiado largo para el blog, para quienes habéis sugerido que suba el texto a Internet)

 

Todo se desmorona; el centro cede;

la anarquía se abate sobre el mundo,

irrumpe la marea ensangrentada, y por doquier

se anega el ritual de la inocencia;

los mejores están sin convicción, y los peores

llenos de apasionada intensidad.

 

 W. B. Yeats

 

 

 

El centro cede, pero ¿dónde está el centro? Parece que nadie quiere decirlo. En realidad, parece que si lo haces quedas mal. Si eres un intelectual o un artista, escribes “humanismo cristiano” y en algún foro o mentidero habrá una boca torcida resistiendo la risita o mordiéndose el labio.

Pero “qué”, la cosa es el “qué”. Dicen que falta “algo”, que hay una especie de agujero, pero no se dice qué, ni siquiera aproximada, presuntamente “qué”.

Leo en estos días citas como estas: “se trata de un fenómeno muy complejo en el que intervienen muchos factores, entre los que destacan la exclusión social, la marginación, la crisis de identidad, la falta de oportunidades y la ausencia de un sentimiento de pertenencia y de un proyecto de vida. La gente que se radicaliza en los países occidentales es porque está buscando alternativas y un sentido a su vida.”

Ante ese vacío de referencias y existencial, surgen discursos, como los de Estado Islámico, capaces de ocuparlo todo, señalan algunos expertos: “Les ofrecen una identidad. Les proporcionan la pertenencia a un grupo, un proyecto de comunidad. Les dan una bandera a la que agarrarse, una opción de reconstrucción personal: deja atrás tu vida de desastre que con nosotros estarás mejor.”

Leo también: “hay algo más, algo contra lo que las sociedades occidentales no están actualmente en condiciones de competir. Les dan un arma y les ofrecen ser los protagonistas de una acción. El suyo es un discurso fascinante con una efectividad brutal, y da mucho miedo ver que convence mucho más que los discursos de Occidente. Nosotros, como sociedad, no estamos llegando, hay que elaborar argumentos y discursos mucho más potentes.”

Nuestro discurso líquido da paso a un hombre líquido; a veces pasa a gaseoso; y, alguna vez, ese gas se vuelve inflamable y hasta estalla. La alternativa consumista y superficial de Occidente, la banalidad de un Telecinco –por poner un ejemplo- saciando los más pornográficos instintos humanos, a saber, los que se refieren a la sentimentalidad, chismografía y demás casquería cuché, no deja de ser un sucedáneo que ciega, encancera y pervierte la inteligencia.

Pero, volviendo al “quid”, una de las causas de la radicalización yihadista de jóvenes occidentales sería la ausencia de fundamento, arraigo, proyecto vital. Algo no tan distinto de lo que le ocurre a un joven que acaba en un grupo radical extremo. Como leo en un grafiti, “Dios ha muerto, Marx ha muerto y yo me estoy poniendo muy malito.”

El fin de la modernidad política, la desintegración de las creencias cristianas, el pastiche posmoderno pleno de incongruencias y contradicciones al que esa desintegración ha conducido, ofrece un caldo de cultivo propicio para la radicalización. Dame una causa, dame un culpable, dame un lugar en el mundo y dame un Dios.

Pero Europa, especialmente España –corrijo: muchos intelectuales españoles que tratan de compensar un complejo sicosocial más o menos inconsciente de nacional-católico diciendo “yo más que nadie”, que viven con una cierta tortícolis mirando más hacia el pasado inquisitorial que al futuro construido sobre valores constructivos, aunque provengan del cristianismo- se siente acomplejada de reconocer que a lo mejor el fundamento perdido es precisamente el del humanismo cristiano.

Gran parte de la Iglesia ha ayudado poco y hasta ha sido un obstáculo. O se encierra en la sacristía, o se cierra al diálogo. No siempre ni todos: no puedo en este espacio evitar generalizaciones.

Sin embargo, cuando yo digo “humanismo cristiano” tengo presente que el cristianismo vivido por numerosas personas ha supuesto un avance en los derechos humanos y un sustrato real en la construcción de un mundo más justo. Por encima, contra, más allá, sufriendo la persecución tantas de veces de la misma iglesia, pienso, por ejemplo, en Hildegarda von Bingen, Margatira Porete, Catalina de Siena, el Alberto Magno científico y filosófico, la sospechosa Teresa de Jesús, el Juan de la Cruz poeta del amor, Erasmo, Francisco de Asís, Bartolomé de las Casas, Teresa de Calcuta o el acosado internamente papa Pablo VI. Pero, sobre todo, en los miles y miles de hombres y mujeres de buena voluntad, gentes de paz, que han sido los verdaderos garantes de la fidelidad al Evangelio a lo largo de la historia y han sido sal y luz de su tierra y de su tiempo.

Yo no apelo a una Europa cristiana. Entre otras cosas porque un verdadero humanismo cristiano defiende la independencia y separación entre identidades sociales y religiosas. Pero sí señalo un olvido, un complejo y un vacío. El miedo a poner nombre a la cacareada ausencia de sentido y una solapada cristianofobia.

Yo canto “La Marsellesa”, pero reconozco que se me queda corta. De las revoluciones emprendidas, libertad, igualdad, fraternidad, es la fraternidad la que apenas ha comenzado.

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Que S. Juan Pablo II nos ayude desde el Cielo
23 de noviembre de 2015 a las 11:13

Se escucha de todo estos días. Se radicalizan y matan por falta de identidad. Ah, vaya, es culpa de Europa que no les hemos dado identidad.
La culpa no es del islamista que mata, sino del asesinado, un franchute asqueroso y chauvinista que les impide tener identidad.
Y por eso son pobres. Debemos darles más guarderías, más lugares para mezquitas, más derechos, más seguridad social, más educación gratis, y por la cara darles trabajo para que tengan identidad. Pero en sus países a los cristianos, nada de nada, que aquello es de ellos. Muy bien. Los demás nos chupamos la identidad, pero derechos tenemos pocos.
No sabía que Bin Laden fuera pobre, sin identidad. Tampoco que al-Zawahiri, que es médico, tenga falta de identidad, y sea un desestructurado. Y Abu Bakr, otro tanto. O el caso de Bontick, de familia católica y educado en buen colegio, de jesuitas, belga radicalizado. Y muchos otros. Algo falla en el razonamiento este del buenismo y de la autoculpabilización de la víctima asesinada.
No seamos tan lerdos. En el sur de España tenemos un paro que dobla al de Francia y más entre sus jóvenes y no andamos poniendo bombas en los chiringuitos de playa ni en la Feria de Abril. Vale ya.
Aconsejo al padre que comenta lo de la Marsellesa, que se mire su historia, y la letra que tiene, y lo que significa, y el uso que Napoleón hizo luego de ella, que vea o lea "Diálogo de Carmelitas". Allí sale la Marsellesa, y se ve lo que significa.
El problema esta, ni más ni menos, en el olvido de las raíces cristianas en Europa, en especial en muchos esclesiásticos que se avergüenzan de pronunciar el nombre de Jesucristo, y que a muchos fieles regañan si se dejan ver demasiado "católicos", haciendo burla de ellos.
Quitamos los crucifijos de las iglesias, como hace dos semanas se hacía, al recoger a refugiados musulmanes que están entrando "para no herir su sensibilidad". Toma ya, Europa. Vas por buen camino, sigue así.

Anónimo
24 de noviembre de 2015 a las 07:13

La solución no-buenista de esta Europa blandita y moñas según algunos,¿ pasa por volver a la predicación del Evangelio entre mallas y espadas, como se reclama en foros con patente de catolicismo comme il faut, una vuelta a las cruzadas, y ya puestos a la Inquisición y las hogueras ?

El bucle infernal de la violencia no se resolverá con más violencia, sino con educación, cultura, con un ir a la raíz del mensaje evangélico y proponerlo como lo hizo el Maestro. Pasa por continuar profundizando en la convivencia en diversidad cultural y multireligiosa. Los retos del siglo XXI no se resuelven con propuestas de la Edad Media. Y si una cultura y religión necesita un reset o actualización, bueno es contribuir a ello, con amplitud de miras que necesita el nuevo escenario social en el que nos encontramos todos. El reto nos implica a todos sea cual sea su religión o cultura. La solución también.

Bueno sería releer a místicos musulmanes y cristianos. Rumi y Juan de la Cruz. Recuerdan que en vez de gallinas mirando al suelo picoteándonos unos a otros por un grano de maíz, tengamos la amplitud de mirada y horizonte del águila, tras un nuevo amanecer.

Gracias Fr. A. Praena

Anónimo
24 de noviembre de 2015 a las 11:08

Gracias.
Y no olvidemos la democracia, los Derechos Humanos y las leyes legítima y laicamente conquistadas.
Aquel comportamiento que apunte contra estos derechos, esta manera democrática y de convivencia en paz y libertad, o que sea una amenaza a esos derechos, ha de ser controlado y no tolerado.

facebook.com/antonio.praena

Leo a unos y otros.
24 de noviembre de 2015 a las 13:43

Se levantó el procurador y grito entre toda la turbamulta "No perdamos los nervios, la educación romana los convierte en ciudadanos como nosotros; confiemos en nuestro sistema. Nuestro derecho, nuestros pedagogos, nuestra cultura. No hagáis caso a los malos agoreros". El prefecto, harto de tanta blandenguería decía más alto aún: "Esto es el fin. Entre ellos hay quienes se integran, pero muchos otros, y ya en cargos elevados, siempre tirarán hacia sus raíces bárbaras". El presbítero cristiano decía: "Dejadnos evangelizarlos, se convertirán todos, o si no, podemos compartir nuestros templos cristianos con sus dioses nuevos, todos somos hermanos". El pretor se llevó las manos a la cabeza al oírle. Todo era un caos. El viejo senador sólo esperaba que los nuevos inmigrantes o los que querían entran en el opulento Imperio, más jóvenes, le ayudaran en su vejez, pudiera disponer de esclavos para sacarle a pasear por la urbe romana, y dijo: "Necesitamos personas jóvenes, somos muy ancianos, la demografía nos aplastará, les necesitamos, queramos o no". Un patricio de alta cuna miró con odio al viejo y arengó "son bárbaros. Les hemos dado todo y sólo nos guardan rencor. Y nos van a apuñalar por la espalda. Nos odian. Tenemos una cultura desarrollada, somos lo gloria del mundo, y el rencor acumulado por nuestros éxitos y logros en Cartago, en Egipto, en Germania, acabará como el pus purulento envenenándonos". Nadie sabía qué hacer. Todo se dijo, lo uno y lo otro. "Militarista". "Buenista". "Fundamentalista". "Culturalista miedica". "Mal romano, poco integrador". Todos culpaban a unos y a otros... Y fuera de las fronteras y dentro, se frotaban las manos al escucharles discutir entre ellos y al tiempo frotaban el fijo de las las hojas de sus espadas. La historia es conocida.

Anónimo
24 de noviembre de 2015 a las 14:20

....bueno, la historia es conocida pero no es tan así. Muchos bárbaros eran cristianos. Y otros muchos hicieron del cristianismo una seña de identidad. También el cristianismo fue bárbaro.
Antonio Praena

El falso vinculo pobreza terrorismo
25 de noviembre de 2015 a las 11:50

http://www.libremercado.com/2015-11-25/los-estudios-que-desmontan-el-falso-vinculo-entre-pobreza-y-terrorismo-1276562314/

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