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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
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4
Ago
2011
Agua
2 comentarios

Para un hombre de tierra como yo, el agua significa todo aquello que no soy y a lo que tiendo. Un hombre tiende al mar quiera o no quiera. Todo lo nuestro se irá al mar tarde o temprano.

 

 

Sumergido en el agua exploro el silencio de la muerte sin estar muerto. No veo en ello nada negativo, como tampoco encuentro nada dramático en esa imagen de la vida retirada como anticipación de la experiencia de la muerte; antes todo lo contrario: nada libera tanto de la muerte como pregustar aquí lo que será algún día.

 

Pero eso sí: al igual que en este video, renaceré del fondo y, ya en la superficie, la luz dorada me estará esperando. Y luz y agua serán una sola cosa envolviendo mi cuerpo: más agua el agua por la luz, más luz la luz por el agua.

 

Pensaba en ello mientras me sumerjo en la preparación de una conferencia que he de dar este mes de agosto en el marco de los ciclos “Agua y cultura” que organiza la Cátedra “Federico García Lorca” en colaboración con el Balneario de Lanjarón.

 

Ahora que han cesado mis trabajos urgentes y me tocan vacaciones, me sumerjo en el estudio, en la lectura y la escritura traspasando la orilla de lo cotidiano. Solicito y acepto agradecido toda sugerencia que tengáis a bien hacerme llegar sobre el sentido del agua en las tradiciones religiosas. De momento, me sumerjo en el mar y me hago unos largos en la piscina, a ver si llega la inspiración para esa conferencia.


 

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27
Jul
2011
Elevación de cámara
1 comentarios


En nuestro curso opcional sobre teología y cine contemporáneo hemos visto este año dos películas imprescindibles de la pasada década. Ambas concluyen con el mismo elemento narrativo: una elevación de cámara que cierra la película y que constituye su última imagen. La manera de mover la cámara es la sintaxis de una película y hay que aprender a leerla.

 

 

Sin embargo, el mismo recurso, que consiste simplemente en elevar la cámara hacia arriba, transmite en las dos películas un mensaje radicalmente distinto. En Una historia verdadera, de David Lynch, cuando Alvin Straight -el protagonista que ha recorrido cientos de kilómetros sobre su cortacésped sólo para saldar y expiar una ofensa ocurrida hace años entre hermanos- llega al final de su viaje, ambos se sientan, hermano frente a hermano; apenas se dicen nada, pero Alvin, con los ojos enrasados, mira al cielo. La cámara sube en la misma dirección de su mirada y, aunque es de día, nos ofrece la visión de un nocturno cielo cuajado de estrellas. Y es que, de niños, Alvin y su hermano solían tenderse sobre el heno para contemplar las estrellas sobre las amplias llanuras de la América profunda. Una simple elevación de cámara nos evoca la recuperación de la infancia –no puede haber artista sin infancia- y la consumación del perdón, insertando este hecho concreto y fraterno en una dimensión de alcance universal e infinito.

 

En la otra película analizada, Bailar en la oscuridad, de Lars von Trier, al final de la asfixiante y demoledora escena del ahorcamiento de la protagonista, Selma, que es inocente, escena en la que von Trier a la vez culmina y rompe todos los mandamientos que rigen el movimiento Dogma 95, la cámara vuelve a elevarse desde la sala de ejecuciones y el patíbulo hacia el techo. Pero en este caso muestra sólo oscuridad, opacidad, muro de muerte, sinsentido absoluto más allá del cual no hay palabra ni vida ni justicia ni belleza ni esperanza.

 

Dos escenas símbolo de nuestro tiempo. Dos testimonios artísticos imposibles de ignorar. Dos finales antagónicos. Dos miradas diferentes que dan cuenta de dos actitudes ante las que el hombre de nuestro tiempo ha de optar: agonía fatal o esperanza infinita.

 

Me quedo con las dos. Por la esperanzada opto. Pero no podría calibrar su alcance infinito sin tener presente y haber experimentado hasta la nausea lo que Bailar en la oscuridad ha filmado para nosotros.

 

Aquí os las dejo.


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24
Jul
2011
Morir a los 27
8 comentarios

 

 

 in memoriam

 

Cuando 4 millones de personas están al borde de la muerte en Somalia, cuando brutales acciones terroristas acaban de sacudir a uno de los países más pacíficos y neutrales de Europa, Noruega, parece que es absurdo seguir hablando de lo que habla este blog, de arte, de creatividad… Pero el mundo no puede detenerse y hay que contribuir a su justicia y su paz desde todos los flancos. Yo lo hago apelando al instinto de armonía del ser humano, que no anda lejos, cuando es verdadero, del instinto de paz y de justicia que debería ser la razón de todos nuestros actos.

 

Y tampoco debería hablar de ella, de Amy Winehouse, pero es que acaba de morir (o encontrar el destino trágico que ya se escuchaba al fondo de su voz). Se la han encontrado en su casa así, tan muerta como casi vivía, y las circunstancias apuntan a que ha sido por efecto de uno de esos cócteles de drogas y alcohol a los que era tan aficionada.

 

Una de las voces blancas más negras. Una niña destinada a la lista de los mitos trágicos de nuestro tiempo. Un pequeño cuerpo envuelto en abismo. Unos ojos que parecían estar contemplando un infierno que no acaba. Un ser en las cunetas de sí misma pero en las que extrañamente nacían las flores más imposibles, flores del margen.

 

Si no tuviera fe y esperanza me bajaría de este mundo. Si no tuviera el amor que me dan quienes me quieren sin que yo haga nada por conquistarlo, empezando por Dios y siguiendo por mis amigos y mi familia, dejaría de amar este mundo. Todas las luces de mi casa las apagaría si no fuera porque la luz de mi casa no conoce interruptores, que es ella muy otra.

 

Decía Truman Capote que cuando Dios le da a uno un don le da con él un látigo para fustigarse. Es así como entiendo el ambivalente misterio de la creación artística que nos regala, de la mano de los seres más atormentados, los frutos de hermosura más extraña. A lo mejor ser artista no es sino eso: arrancar al sufrimiento -al propio sufrimiento-, a la oscuridad -a la propia oscuridad- su luz más entera y más perenne, tal como hacía el poeta originario (poietés -poeta- en griego significa "creador") al dividir del caos primordial la luz que aún nos alumbra.

 

Dejo aquí un vínculo a lo que un día escribí de Amy Winehouse. Aunque, si tenéis ganas de leer, pinchad mejor aquí, en la respuesta que me dio Juan Manuel de Prada y en el artículo suyo del que partió el mío. Amigo Juan Manuel: ya no podremos ir a ese concierto.

 


 

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20
Jul
2011
La niña que llora en tus fiestas
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Desde que se fue Amaia y vino Leire me gustan más. Me encantó su anterior trabajo y el nuevo single que acaban de lanzar es la caña: La Oreja de Van Gogh estrena disco y se me ha puesto la carne de verano.

 

Cuántas veces lo he pensado. Así, como un single de lanzamiento, me gustan los poemas y los sermones. Sólo 2,40 minutos de intensidad, un puntito de caída en picado -¿se le ha ido de la memoria, se ha quedado sin voz, se ha desmoronado?- para levantarse de golpe con más fuerza y terminar igual que se empezó pero con la artillería al completo.

 

Ya tengo canción del verano –la canción del verano suena más que la Eneida- y, lo que es mejor, un modelo de formato poético bien guapo y de sermón breve bien directo.

 

¡Qué razón tenía Fray Luis de Granada! No es malo incorporar moldes paganos y no hay que dejar de aprender ni de los 40 Principales. Sólo faltan los ojos verdes de la solista de LODVG.

 


 

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19
Jul
2011
Las cajas españolas
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Hace un par de noches pusieron en la tele el documental Las cajas españolas. Se trata de un documento fílmico que relata los avatares vividos por las obras del Museo del Prado durante la Guerra Civil Española.

 

 

De todos es conocido cómo las obras maestras de la mejor pinacoteca del mundo fueron trasladadas desde Madrid hasta diversos lugares de España según iba avanzando la contienda fratricida. Desde Madrid hasta Ginebra, pasando por Valencia y Cataluña, en cajas de madera especialmente acondicionadas y trasportadas por camiones, el mayor tesoro de la cultura española viajaba según iba desplazándose el gobierno de la Segunda República.

 

El documental está tan bien hecho que se sigue y engancha como una película de aventuras. El director, Alberto Porlan, y el equipo técnico han combinado las imágenes de archivo con otras de ficción en un estilo semejante a los fotogramas históricos. Está tan bien trabado que algunos de mis hermanos, que suelen dar una cabezadita en la sala de comunidad, no parpadeaban. Al final daban ganas de aplaudir.

 

Una reflexión y un sentimiento se iban abriendo paso. Primero, la constatación de la conciencia del gran valor de este tesoro por parte de las autoridades de la República y de los medios que se proveyeron para que, al final de este viaje, las obras se encontraran intactas. El presidente Azaña consideraba que el destino de estas pinturas era más importante que el de la República, porque otra futura república podría ser posible pero no así estos cuadros.

 

En esas cajas de madera, construidas a la medida de cada cuadro, y envuelto en telas embreadas viajaba el mayor tesoro de nuestra historia y, en cierto modo, el retrato de la identidad española.

 

La reflexión siguiente es que en ambos bandos existía una fuerte conciencia de la identidad de España y que lo que más importaba a los dos bandos era lo que más los separaba: un profundo amor a lo que España ha sido y ha significado en la historia de Occidente, especialmente en el plano cultural.

 

La idea de España no debería ser patrimonio exclusivo de una tendencia ideológica. Hace algunos años la mera palabra “España” parecía identificarse con una determinada visión política de las cosas. Afortunadamente esto ha cambiado o va cambiando. Lo que quiera que sea “España” es algo que no debería dividirnos más.

 

Desde el punto de vista artístico, conozco españoles que viajan a lugares lejanos y se gastan grandes cantidades para conocer las obras maestras de museos extranjeros, pero que jamás han visitado el Museo del Prado. Me parece una catetada que debería ser inconfesable, manifestación, quizá, de una actitud esnobista y acomplejada. Lo repito: la mejor pinacoteca del mundo está en nuestra patria –sí: he dicho patria, palabra que también habría que liberar-. Nuestra historia, nuestro lugar en la historia, en el mundo, en las relaciones internacionales, está ahí y es de todos.

 

Estas vacaciones muchos pasarán por Madrid, especialmente jóvenes para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud. Sacad un tiempo para visitar el Prado. Además de sus tesoros permanentes, podréis contemplar el Descendimiento de la Cruz de Caravaggio que los Museos Vaticanos han cedido para esta ocasión.


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13
Jul
2011
El hallazgo de una joya
3 comentarios


El hallazgo literario –más que literario: una conjunción literariosocial- estaba ahí, en los atrios de mis oídos. ¿Cómo no había reparado antes en algo así? Para expiar mi torpeza debía dedicar a aquella pieza suprapoética un estudio a la altura de su sublimidad. Y, como toda reparación alcanza en su profesión pública el cumplido propósito de justicia que persigue, públicamente, aquí sin más, os la ofrezco.

 

 

La joya literaria estaba energizando a golpe de bajo y sintetizador folk-house mis horas de entrenamiento musculante. En la radio, en el iPod…, en el aire, su más propicio espacio, decía así:

 

(1) Te he visto por ahí
(2) y siento que me encantas.
(3) ¿Quieres acostarte conmigo?

 

Tal delicadeza lírica merece un análisis pormenorizado. Descompongamos con dúctil tacto tan delicada flor.

 

(1.a) Te he visto…:
El experto vate toma como punto de partida la visión. ¡Oh sí!: los ojos. Es difícil ignorar aquí una alusión intertextual (no así intratextual) a la más genuina helénica tradición que asocia visión y conocimiento. Más aún: ¿puede ignorarse una sutil e inteligente referencia crítica a aquel mirar de Descartes por la ventana que da origen a una reflexión que a su vez da origen a la modernidad?

 

(1.b) …por aquí:
Ni por allende, ni por aquende: por aquí. La ubicación espacial se vuelve supratemporal. Más precisión, imposible. El verso casi nos deja fundirnos con la persona vista esquivando hábilmente confundirnos (con ella).

 

(2.a) Y siento…
El verbo sentir es una deliberada elección que nos instala sin ambages en la cosmovisión posmoderna. ¿Qué inteligencia no es lo suficientemente permeable para ver aquí una velada, poética crítica al imperio de la razón fría? Es la entrada del sentimiento y la sensualidad catárticas que elevan esta cancioncilla al nivel garcilasiano. ¡Qué digo garcilasiano!: petrarquista y hasta homérico.

 

(2.b) …que me encantas.
Estamos en la cima expresiva de este anónimo autor. No dice “me molas”, “me pones”, "me averracas"…, expresiones, todas ellas, que apuntarían demasiado bajo. “Me encantas” nos introduce en un universo sobre cuya magia mejor hagamos silencio para no enturbiar su misterio.

 

(3) ¿Quieres acostarte conmigo?
Renunciamos a descomponer estas tres capitales palabras porque forman un conjunto armoniosísimo que debe ser pronunciado así: todo seguido, en tórrido torrencial recitado.


Enmarcado el verso por esos signos interrogatorios, ¿quién no detecta el temblor existencial que acompaña siempre a un signo de interrogación? Deseo y existencia se presentan coextensivos.


Y ¿cómo no agradecer esa delicada elección verbal que ocupa el lugar central del verso, “acostarte”, opción que el poeta ha medido y pesado descartando otros verbos que, sin duda, habrían sido muy gráficos pero que no nos reportarían el placer de la elipsis que de este modo nos es patente?

 

 

No nos cabe duda de que este estribillo pasará a formar parte del acervo literario del corriente siglo. Extasiado, le doy a replay y reinicio mi levantamiento de pesas a ritmo jump-style.

 

 

 

 

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7
Jul
2011
¡Que levante la mano!
6 comentarios


Don José, un feligrés de todas las tardes con el que acostumbro a echar un rato de conversación en la puerta de la iglesia, es un magnífico conversador que la emprende por temas enjundiosos. Toda su vida ha guiado a ilustres visitantes por los monumentos de Granada: me cuenta anécdotas de Kissinger, de los reyes de Suecia... Domina a la perfección el inglés, el alemán, el francés y se atreve con el ruso… Aparte de las cosas de la vida, tiene la costumbre de traerme recortes de prensa que considera de mi interés. Y acierta. El último, una tercera de ABC firmada por Olegario González de Cardedal.

 

 

Como siempre, Olegario glosa su artículo con versos de poetas. Era una de las cosas que me fascinaban de sus clases -muchas veces lo hacía de memoria-. (Por cierto: su prosa noventayochista es una joya rara de encontrar hoy en día; también los teólogos deberían entrar en las candidaturas a reconocimientos literarios –ah: que no es políticamente correcto.) En fin: que Olegario cita a los poetas: Hölderling y Machado aquí. Juan Ramón, Unamuno y Rilke en otros de sus textos.

 

Y yo me digo: ¿nos hemos quedado en estos maestros? ¿Para cuándo hablar con los que son los machados y rilkes del siglo 21? ¿Quién citará Un sueño está soñando los sueños de los otros, o La sed de la belleza de la forma,/ que es sólo sed de un dios que nos sosiegue, de Francisco Brines? ¿Quién recoge la profecía de Antonio Colinas cuando nos anuncia -convirtiéndose en voz de ella- una sed misteriosa de luz que está amaneciendo, un despertar, ya en acto, de querencia de infinito? ¿Quién se deja interpelar por estos versos de Raquel Lanseros?: ¿A quien se le ha ocurrido este dios impasible/ fabricado con mitos y con prohibiciones? ¿Quién conversará con Juan Antonio González Iglesias cuando afirma y reclama las que él entiende como compatibles, a saber: la experiencia cristiana y la identidad homosexual? ¿Quién da la réplica a los cantos doloridos por el silencio de Dios de Antonio Carvajal en su Paráfrasis de las siete palabras? ¿Quién incorporará la experiencia profundamente cristológica de Alfonso Canales a la reflexión teológica? ¿Quién invoca al corazón como el gran cartógrafo de Dios (Todo mi corazón cabe en tu mano/ y en este corazón ya cupo el mundo:/ el mundo que no cabe en parte alguna,/ salvo en tu mano dios, la continente) en el frenesí rítmico de Carlos Marzal?

 

¿Quién? ¡Que levante la mano!

 


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3
Jul
2011
Erótica reflexiva
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¡Hay que ver las cosas que uno encuentra por Internet! El otro día descubrí que escribo poesía erótico-reflexiva. Lo encontré en el blog-diario de José Luis García Martín. Este profesor, editor y poeta es uno de los personajes de quien más me fío como crítico. Durante años he leído sus reseñas y críticas en numerosas revistas y suplementos culturales –hasta hace poco tenía una columna en ABC- y en más de una ocasión mi parecer se ha acercado mucho al suyo. Como crítico tiene una fama terrible –que me perdone si me lee-. Entra a fondo y a veces a saco. Dice las cosas fuerte y claro. Evita el juego de las palabras blandas y las adulaciones interesadas que tantas veces empalagosamente embadurnan las reseñas, prólogos y críticas. He aprendido mucho leyéndolo y me he reído bastante con su Cuaderno del Dindurra.

 

 

Y dice que soy émulo de la poesía erótico-reflexiva de González Iglesias. Bueno, vale. En Actos de amor la lectura de Juan Antonio está bastante presente. De lo cual me alegro y hasta me enorgullezco. Pero ¿lo de erótico-reflexiva? En todo caso, bastante menos que el Cantar de los Cantares, San Juan de la Cruz o Santa Teresa. De acuerdo.

 

 

De todas formas –va: lo diré directamente- me ha alegrado el día que García Martín mencione que me reconoció. Verás –no sé José Luis si lees este humilde blog- volví en serio a la poesía en Salamanca. Unos buenos amigos de allí me regalaron por entonces tu antología La generación del 99 y ese libro –su prólogo, sus poéticas, sus poemas- me pusieron al día. Es un libro al que he vuelto muchas veces por puro placer. Me abrió a poetas que captaron mi atención (Aurora Luque, Amalia Bautista, Vicente Gallego, José Mateos, Javier Almuzara…). Se convirtió en una antología mítica para mí. Y tu instinto acertó: muchos de aquellos jóvenes son hoy poetas indispensables. Así es que -y lo digo en serio- gracias por citarme.

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21
Jun
2011
Borges, para bien o para mal
6 comentarios

“Sólo aquello que se ha ido es lo que nos pertenece”


“La belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica”


“Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón”


Jorge Luis Borges

 

 

 


Se conmemora en este mes de junio el 25 aniversario de la muerte de Borges.


Capaz, con inteligencia afilada, tanto de desagradarnos con una afirmación como de ponernos al filo del misterio de la belleza, como puede apreciarse en este puñado de citas, fue un personaje sin duda controvertido en muchas de sus actitudes, pero para mí -que quieren que les diga- uno de los mejores escritores del siglo 20.

 

MATEO 25, 30


El primer puente de Constitución y a mis pies
Fragor de trenes que tejían laberintos de hierro.
Humo y silbatos escalaban la noche,
Que de golpe fue el Juicio Universal. Desde el invisible horizonte
Y desde el centro de mi ser, una voz infinita
Dijo estas cosas (estas cosas, no estas palabras,
Que son mi pobre traducción temporal de una sola palabra):
-Estrellas, pan, bibliotecas orientales y occidentales,
Naipes, tableros de ajedrez, galerías, claraboyas y sótanos,
Un cuerpo humano para andar por la tierra,
Uñas que crecen en la noche, en la muerte,
Sombra que olvida, atareados espejos que multiplican,
Declives de música, la más dócil de las formas del tiempo,
Fronteras de Brasil y del Uruguay, caballos y mañanas,
Una pesa de bronce y un ejemplar de la Saga de Grettir,
Álgebra y fuego, la carga de Junín en tu sangre,
Días más populosos que Balzac, el olor de la madreselva,
Amor y víspera de amor y recuerdos intolerables,
El sueño como un tesoro enterrado, el dadivoso azar
Y la memoria, que el hombre no mira sin vértigo,
Todo eso fue dado, y también
El antiguo alimento de los héroes:
La falsía, la derrota, la humillación.
En vano te hemos prodigado el océano,
En vano el sol, que vieron los maravillosos ojos de Whitman;
Has gastado los años y te han gastado,
Y todavía no has escrito el poema.

Jorge Luis Borges

 

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16
Jun
2011
Luna en junio
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Son pasadas las tres de la madrugada. No puedo dormir. Algo tira de mí hacia el claustro. Salgo. Es la luna de junio. Todos los junios me sucede igual. Porque la vida de uno se parece al nacimiento de uno y yo he nacido un junio. Y nací en el bosque. Y no puedo dormir y algo me llama al patio.

A las tres de la mañana el cielo es cielo y es azul. Las magnolias de junio lucen con la luna de junio. Están más nuevas que nunca. Nunca he conocido el olor de las magnolias porque las magnolias no huelen. Bueno, supongo que son magnolias. Siempre las he llamado magnolias, así es que no voy a cambiarle el nombre a las magnolias esta noche de junio en que las magnolias son más magnolias que nunca. Y huelen. Huelen a algo completamente desconocido. Porque lo que no tiene olor huele siempre a algo completamente desconocido. Y he pensado que esta noche de insomnio se explica por sí misma, pues el claustro y la luna y el olor de las magnolias me estaban llamando y yo me he levantado porque para eso he nacido en junio.

Y he sabido que mi vida es como esta noche de junio, tan similar a todas las noches de todos los junios de toda mi vida. Enfebrecida, como la fiebre de esta luna de junio que me mostró la primera luz. Mi primera luz fue de luna. Así me va. Sin olor, como el olor de las magnolias que sólo los insomnes conocen. Tan rara como el azul del cielo de esta noche que no es azul y es, sin embargo, azul y cielo. Tan sin noticia de mí, porque estoy dentro de ella y, dentro de ella, me siento tan bien que mi presencia aquí lo estropearía todo.

Porque he nacido en el bosque y en junio y las cosas que nacen en junio y en el bosque son salvajes y delicadas. Y misteriosas. Tanto que jamás como en esta noche he sabido tan poco de aquel niño que nació en el bosque y he tenido tan presente, sin embargo, tan claramente -en este claro que no contiene ni una sombra de sueño- quién no soy. Ni es.

Y son ahora las seis cincuenta y dos. Y el cielo es blanco y empieza, ahora sí, a ser tiempo de sueño.

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