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Jun2007Manu Chao
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Jun
Manu Chao no es un artista cristiano, ni siquiera creyente. Pero es un artista que a mí me gusta y que me provoca mucho. Creo que sus planteamientos pecan a veces de ingenuos y de dualistas: los malos y los buenos sabemos quienes son y están donde están. Pero cuando se pone a criticar es interesante seguirlo. Sobre todo porque refleja cómo la tradicional y antigua canción protesta ha quedado convertida en otra cosa, nada dramática, sino festiva y divertida en su denuncia y en su profundidad. El tema religioso siempre está presente y suele salir mal parado.
Acaba de publicar gratuitamente -en su web- un tema de su próximo disco: Rainin in Paradize. A mi me gusta su música; y sus videos y su estética me divierten. Les pongo su último tema, a ver qué les parece. Pinchar aquí. Es donde se oye mejor.
Y para ver el video, pinchar aquí (ver vídeo) que es donde aparecemos los clérigos, aunque se oye un poco peor.
Antes de dejar Valencia, he pasado a despedirme de mi amigo
A lo largo de un trecho decisivo, el camino de la santidad y el del arte corren muy juntos. Es el trecho del sacrificio. Por el sacrificio - todo por lo desconocido- se puede libar miel de la amargura, luz de las pérdidas.
Por el sacrificio sabemos realmente qué es lo que nos importa y qué aquello que sólo tenia aspecto de importarnos. Si tenemos algo en el corazón o sólo nos importamos a nosotros mismos. Descubrimos quienes somos en realidad a través de todo aquello que no somos, de aquello prescindible en nuestra vida. Porque, como dijera von Balthasar, la belleza del amor sólo se ve en su inutilidad.
No sé si hablo sólo del artista cristiano, pero pretendo hablar de todo arte: más allá de la pose, toda obra comunicativa es fruto de una intensa batalla interior, aun cuando el artista recubra esta dimensión de su persona con la carcasa de un personaje que está por encima del bien y del mal.
Espero que no les parezca una cursilería, pero soy un adicto a Cannes, al festival de cine. Sigo las críticas del mismo y procuro ver cuantas películas estrenadas o premiadas en este festival parecen aportar algo interesante. Mi amigo Alfonso, que sabe mucho más de cine que yo, dice que tengo una especial tendencia a sufrir tragándome las cosas más raras que una cámara pueda filmar. Y tiene razón, no me defiendo. Pero es que también soy adicto a las emociones fuertes y esto es así: cuando conoces un poco los truquillos, los clichés, los recursos fáciles de cualquier arte... quieres pasar a algo más fuerte –cosas de la adicción- porque buscas algo que haga inteligible tu emoción y, sobre todo, emocione tu inteligencia. La mayor misericordia de Dios conmigo ha sido la de llamarme a la vida religiosa para así proteger mi vida de la droga dura, del sexo duro, de ser un tipo duro... y, sin embargo, abrirla al cine duro para buscar un poco más de luz y de verdad incluso donde el hombre parece golpearse a sí mismo o pasarse una cuchilla por la mirada –también en esto Dios me ha hecho el favor de hacerme dominico y tomista-.
Este año el nivel del festival, según la crítica, ha sido muy alto.
