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Vida Consagrada
2 comentariosLa vida vegetal, la vida animal, no tienen que definirse a sí mismas. Sólo la vida del hombre tiene que definirse a sí misma, so pena de convertirse en una vida amorfa. Son cosas de la libertad. Si no la tuviéramos, el problema ni se plantearía. Pero la tenemos y por eso hemos de definirnos en nuestras elecciones.
Llamar a nuestra vida vida religiosa es definirla. El adjetivo la diferencia de vida animal, vida vegetal, vida social, etc. Por eso, una vida religiosa que no es religiosa no es sólo una vida que tiene sus contradicciones –porque éstas van a estar siempre- sino que se convierte en una carga que no puede soportarse. Una especie de esquizofrenia que acaba por rompernos. Una vida que no dimana belleza alguna y que no atrae de ninguna de las maneras.
Agradezco a un sabio hermano que me hiciera ver cómo una vida religiosa que ha perdido su religación deviene en dos cosas: o depresión o violencia. Depresión de quien se encuentra atrapado; violencia de quien quiere llenar de ideología sucedánea la consagración. En este último caso, ni el corazón ni la boca rebosan del amor de Dios y multitud de discursos sustitutivos vienen a ocupar su lugar. Pero no iluminan, no son candelarios, no sólo no irradian belleza sino que irradian la fealdad de una falsificación que por todos lados delata su impostura. Discursos sobre tolerancia que pretenden imponerse dictatorialmente. Discursos sobre libertad que se esclavizan a cualquier ídolo de este mundo. Discursos sobre justicia y pobreza desde el más instalado aburguesamiento que utilizan a los pobres con quienes ni siquiera se trata.
Hoy, día de la vida consagrada y de la candelaria, yo me pregunto: ¿por qué esta vida ya no irradia belleza que seduzca? Y perdón por tan injusta generalización.