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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

24
Ene
2009

Valente

2 comentarios

                       

 

 

En este 2009 José Ángel Valente habría cumplido 80 años. Con ocasión de ello, se preparan publicaciones, programas divulgativos, homenajes… Su obra merece cuanto se haga por mantenerla viva.

 

Escribo aquí de ello por tres razones: porque una amiga me ha señalado la conveniencia, porque su obra fue cada vez más y más adentrándose en las tierras de la mística y de Dios y, finalmente, porque con un breve poema resolvió, para mí, la dialéctica entre la palabra y el silencio poético.

 

¿Callar? ¿Cantar? ¿Las dos cosas? ¿Ninguna de ellas en algo que supera a las dos y que no sabemos lo que es?... La dialéctica entre poesía del silencio y poesía como arma cargada de futuro estaba ahí. Y ahí sigue. Seguirá siempre. Pero un episodio en la vida de su hijo -la vida, como siempre, excediendo a la literatura- le arregló de un golpe esta dialéctica de aparentes contrarios. En realidad no fue un episodio, fue la muerte del hijo, Antonio, por sobredosis en París.

 

Valente entonces escribió

 

Ni la palabra  ni el silencio. Nada pudo servirme para que tú vivieras.

 

Ninguna de nuestras estúpidas obsesiones le devolverá la vida a alguien que se ha muerto. Tan poca cosa es el cantor.

 

Si al menos pudiera servir para convencer a alguien de mantenerse en la vida un poco más, unos minutos más, podría el poeta cantar sin vergüenza. Podría justificar la inutilidad de su oficio.

 

Sólo Dios canta para los vivos y los muertos.

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Moisés
25 de enero de 2009 a las 21:11

Me encanta Valente. Su itinerario es complejo y muy rico, pero me gusta especialmente leerlo como una búsqueda en la que Valente –y nosotros si le seguimos– fue encontrando poco a poco, a la manera de los místicos, cómo convertir el lenguaje, su forma, en algo más que un mero instrumento, para que nunca la palabra fuese un “ídolo obeso”. ¿Cómo desde el canto mostrar el silencio? ¿Cómo desde la forma, desde lo limitado, desde lo finito, abrirse a lo Informe, a lo Ilimitado, a lo Infinito? ¿Cómo trascender la cortedad del decir? En Valente, como las letras del alefato en boca de un creador, el lenguaje se convierte en materia luminosa que origina las cosas y las sostiene. Si de la Palabra surge lo que existe, ¿acaso la palabra no conduce también al misterio inagotable, al Origen? En el fondo se trata de la gran y fecunda dialéctica entre el decir y lo inefable. Lo que quisiéramos cantar no se deja decir, y al mismo tiempo clama y busca ser dicho. Hay verdades de las que nunca podremos hablar con propiedad, y de las que sin embargo tenemos la necesidad de hablar continuamente.

Fernando del Busto
29 de enero de 2009 a las 11:41

En la medida que uno va madurando, descubre la riqueza de Valente, un territorio infinito porque nos acerca al vértigo de lo Infinito.

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