Jun
Ultimus romanorum
5 comentariosAntes del examen final de Trinidad, celebramos el final de curso comiendo en un chino decente y baratito. Con el dinero que nos sobra decidimos tomar café y, como
¿Quién es el último de los romanos? –pregunto. Casi nadie sabemos de quien se trata. Pero el poeta se refiere a muchos últimos romanos: así es que, sin vergüenza ninguna, me pongo a recitar en voz alta ese poema que aúna la voz de S. Agustín con la de Robbie Williams y muchas otras referencias contemporáneas. El camarero mira divertido. Entre el café y la charla mis alumnos y alumnas ojeamos libros, especialmente esos que son tan caros y sólo se ojean en los estantes.
Son ellos los que tienen que abrir su camino a través del misterio para encontrar a Dios en cualquier sitio.
Yo me siento a gusto, porque, sin complejos, leemos en voz alta como estudiantes de teología que somos en medio de otros jóvenes que acuden a leer poesía mientras toman un café. Y porque ¿hay una manera más original de acabar el curso que enseñarles a mis alumnos que entre los paganos anaqueles también hay kilómetros de versos que aún aúllan por Dios y cantan, por ejemplo, palabras de S. Agustín al ritmo del último disco de Robbie Williams?