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Todos estamos invitados
3 comentariosTodos estamos invitados es el título de la última película de Manuel Gutiérrez Aragón. Junto a él, firma el guión Ángeles González Sinde, la presidenta de
La película se moja, ciertamente. Sus intenciones son valientes. No quiere centrarse sólo en las víctimas o en los asesinos, sino, sobre todo, en tanta gente que mira para otro lado. Bienvenida sea al séptimo arte la valentía (algunas excepciones sí que había, pienso en el excelente documental de Elías Querejeta Asesinato en febrero).
Pero el resultado deja bastante que desear. El guión está mal hecho: es previsible, deja lagunas importantes. Los personajes son planos, llegando a tópicos y perdiendo credibilidad. Parece como si estuviera escrita con demasiada prisa e intención de salir al paso de las acusaciones de, pues eso, mirar también a otro sitio... Repito que la misma presidenta de
Pero insisto: la película es valiente. Es clara. Es directa. Es necesaria. Para ser vista y ser hablada. Para sentir el miedo, la falta de libertad, el vivir con la vida escoltada, con impotencia. Para vivir una vida en la que te hacen el vacío, te tratan con ira impune, se meten en tu casa para que tú salgas de ella. Para poner en imagen y sonido la mentira, enrocada sobre sí misma como la serpiente etarra... Pero también para sentir a los que resisten.
Y me despido con un ejemplo de entrevista capciosa, mal hecha, malintencionada, inobjetiva... Les copio un trozo de la entrevista hecha por El País al director del film. Habla por sí misma:
Pregunta. En su película, y siempre dentro de ese enfoque descriptivo o didáctico, el personaje del cura resulta especialmente despreciable por adoptar deliberadamente esa siniestra actitud ante lo que ocurre. Es de un fariseísmo tan perverso como fácilmente comprobable en buena parte del clero y la jerarquía eclesiástica vasca.
Respuesta. Por una vez, voy a defender a