Abr
Susan Philipsz
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¿Imagináis una sala medieval del monasterio de Santo Domingo de Silos en donde el Museo Reina Sofía promete una acción artística totalmente sorprendente?
Van llegando los espectadores. No hay nada en la sala: sólo la luz de atardecer que se filtra por los ventanucos. La gente se sitúa donde quiere, de pie. Comienza a sonar una melodía en la voz de la artista convocada. Pero la artista no está. El canto está inspirado en la Salve Regina gregoriana. Pero la pieza, Appear to me, juega además con el canto de pájaros que se elevan. Susan Philipsz se ha inspirado para componerla en los pájaros del monasterio: pájaros en los capiteles, pájaros dormidos en el viejo ciprés, buitres que ha visto en el camino de La Yecla…
Hemos dicho que la cantante no está. No hay nada en la sala. Nada, nada. Sólo evocación. Y la pieza dura muy poco. Muy, muy poco. ¿Tanta expectación para esto? La decepción se abre paso entre los asistentes. Todo ha acabado.
Pero la obra comienza precisamente aquí.
¿Imaginais escuchar una melodía en una voz extraña? La salve, el gregoriano, pájaros que se elevan… Y no volverla a escuchar nunca más en la vida. No poder volverla a escuchar. Es imposible.
Perseguir algo que ocurrió y nunca más volverá a ocurrir. Perseguirlo y buscarlo en todo. Como el único amor de una vida: buscarlo en todos los rostros, en todos los besos… Y no, no ser ya nada igual, no encontrarlo nunca…
Todo es evocación y todo es futuro, aun cuando un día descubramos que en ningún futuro aquello volverá a suceder.
No he asistido a esta instalación. Pero quienes asistieron dicen que vale la pena la decepcionante experiencia: nos abre a cuantas cosas en la vida nunca más serán. Porque ni tan siquiera en la memoria volverán a ser lo que fue.