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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

21
May
2017

Stefan Zweig, adios a Europa

2 comentarios
Zweig

Lo peligroso es que, al final de la película, te preguntas si en realidad no está sucediendo ahora.

En pleno ascenso del nacionalsocialismo, el escritor austríaco Stefan Zweig, el más leído autor en lengua alemana de ese momento -sólo detrás de Thomas Mann-, acaba de llegar a Brasil para iniciar una serie de lecturas y conferencias por toda América Latina. Ya no volverá más a Europa.

Su obra ha sido prohibida en Alemania. Numerosos artistas y escritores también judíos, como Zweig, abandonan el viejo continente ante lo que ya parece irremediable. El holocausto está a punto de ocurrir; la Segunda Guerra Mundial será el desenlace de todo.

Pero el aclamado escritor no quiere tomar parte. Aun cuando lo presionan para que denuncie lo que está sucediendo en su propia tierra, toda vez que él parece a salvo a tantos miles de kilómetros, se resiste abiertamente a denunciarlo. No cree que ello haga un bien a sus propios compatriotas -dice. Como escritor, la misión de su arte es diferente -dice.

Son, sin embargo, cada vez más las gestiones que tiene que realizar ante embajadas y consulados de toda América ante la petición de decenas, centenas de artistas que huyen desesperados, que buscan escapar de la persecución o la muerte. No puede escribir. Todo su tiempo lo emplea intentando ayudar. La realidad le abre los ojos: ¿qué importancia tiene mi obra comparada con esto? -dice.

La austera, racional, casi fría película, refleja la idea de paraíso que muchos escritores proyectaron sobre el hospitalario Brasil de ese momento. Un lugar donde pueden vivir los hombres y mujeres de distintas razas, religiones, ideas -dice.

Pero su corazón vive anclado en la angustia, en la desesperación, en el miedo. Su judaísmo le ofrece una esperanza contra toda esperanza. Pero, en el fondo, no tiene fe. Conocido es el desenlace de esta película absolutamente pegada a los hechos históricos: él y su esposa -no estamos destripando la cinta- se suicidan en 1942.

Y entonces, eso; te preguntas qué fue de Europa. Qué delgada línea separa lo que parece inconcebible, lo que una vez sucedió, de lo que está ocurriendo ahora. Lo que parece superado, de lo vuelve a asomar en tantos brotes de racismo, intolerancia, populismo y desenraizamiento intelectual.

La ausencia de pasión narrativa confiere a esta película de Maria Schrader un calado específico que, sin perder su verdad, se habría confundido con la mera emoción o la inmediata indignación. El discurso panfletario es un arma de doble filo.

La primera escena es un largo, larguísimo plano estático en torno a una enorme mesa repleta de flores. Es el recibimiento en el Nuevo Mundo. La última escena es, cinematográficamente, memorable, antológica; tan sumamente inteligente como simple. De nuevo un largo plano a cámara anclada. El sencillo uso de un espejo posibilita narrar lo que es mejor descubrir tan sólo en su reflejo. Alguien reza en hebreo. Las últimas palabras -las pronuncia un personaje menor que secundario: negra, mujer, criada- son un “Padre nuestro”. A la directora le basta para preguntarnos qué fue de Europa.

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Hormias
24 de mayo de 2017 a las 19:05

He leído algún libro del protagonista de la película y me ha encantado me da mucha pena pensar lo que les ocurrió a tantos ser es humanos por culpa de la guerra ojalá aprendamos de la paz y el amor que Jesús nos dice gracias por su blog

Hormias
7 de junio de 2017 a las 09:27

Enhorabuena por el premio gil de biedma

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