May
Sobras
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Es posible que este corto ya haya pasado por vuestros ordenadores. Yo lo he rescatado de entre antiguos correos porque algunos de los mensajes del movimiento 15-M me han hecho pensar en ello.
Algún medio ha definido el movimiento indignado como “una mentira que dice grandes verdades”. Me ocurre aquí lo que en los premios de poesía: que si ha ganado porque es de la plantilla de la editorial, que si es amigo de varios miembros del jurado, que si ya había estado como seleccionador en otras ediciones del premio… Yo me digo: ¿pero es bueno el libro? ¿Son buenos los poemas? ¿Lo merece? Es decir: vayamos a la cosa, la calidad y legitimidad del contenido en sí.
Con las reivindicaciones del 15-M podemos hablar de oportunismo, de posibles intenciones electoralistas –descontentos de izquierda que, ante la imposibilidad de votar a un partido que no merece su confianza, deciden ponerse fuera del sistema y subrayar los aspectos irrealmente democráticos del mismo, sus abusos, sus lagunas, sus mentiras, algo, por lo demás, que ya se sabía desde hace tiempo-. Pero yo digo: fijémonos en la verdad de la palabra, vayamos a la cosa, a la justicia de las reivindicaciones, al fondo verdadero de cada uno de los contenidos, a la legitimidad de la indignación.
En este sentido, me parece más que significativa, justa y necesaria su protesta. Por supuesto que hace falta ir más allá de la pataleta indignada y ponerse, día a día, golpe a golpe, con un compromiso total y continuo y no esporádico a cambiar las cosas, a mejorar el mundo. Pero hay verdades como puños entre las reivindicaciones. Esa es la cosa, esa la materia, ahí el contenido que no deben alterar ni ensuciar las circunstancias. Verdades como la necesidad de cambiar el paradigma que domina este mundo y pasar de una perspectiva consumista y egoísta a otra solidaria.
En este video se denuncia de otro modo.