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Sin piel
1 comentariosSin Piel. Javier Lorenzo Candel. Ed. Siltolá, Sevilla 2020.
La mejor actitud a la hora de abrir un libro de poemas es la de aceptar que un libro de poemas no sirve para nada.
Afortunadamente, aún existen cosas que salen mejor paradas cuando son excluidas del radio de la practicidad.
Pero una vez liberados -el lector y el libro- de las expectativas utilitaristas, se nos abre el horizonte de las cosas cuya razón de ser consiste en hacernos un poco más felices y buenos. Mejores en todos los ámbitos, especialmente los que tienen que ver con el conocimiento y la ética.
Un libro puede hacernos más sabios y mejores personas. También más creativos, es decir, zapadores que abren caminos y artesanos que inventan herramientas que abrirán más caminos para eso tan afortunadamente inútil que es vivir.
Algo así experimenta el poeta que se adentra en el libro de otro poeta. Las voces escuchadas son las que surten en nosotros nuestra verdadera voz. La originalidad no es más que una escucha hacia el origen, algo que nos lleva a lo más genuino nuestro porque nos ha sido dado por el don de los otros.
A mi me ocurre, por ejemplo, que en algún momento, atascado en los barros de un poema que no acaba de tomar su forma, corrigiendo algo que está mal y no sabes por qué, un ritmo que no respira, una palabra desenfocada, que abres al azar determinados libros y no tarda de nuevo la luz en fluir.
¿Cómo? Pues centrando la atención, despejando veladuras dudosas, devolviéndote al ritmo o poniéndote ante la verdad de las palabras y sus asuntos. Entre los libros que te devuelven al estado de poema yo tengo los poemarios de Javier Lorenzo Candel.
Sin Piel es el último de ellos. En este poemario Javier Lorenzo Candel se desnuda de la propia piel y se muestra y enfrenta a sí mismo, se relee y deja constancia de un ajuste de cuentas personal y literario. Los ideales que quedaron pendientes, la infancia que no ha vuelto a acudir, los hombres que quiso ser y los que no quiso ser y han hecho de las suyas. La soledad, la culpa, el paso del tiempo y su empuje hacia trayectos que no eran nuestro territorio.
Las palabras de Luis García Montero en la contraportada lo dicen mucho mejor: "Sin piel es una toma de conciencia biográfica para habitar la madurez, y una formulación ética y estética de quien necesita la escritura como un ámbito honesto para encontrarse con la verdad. (...) La verdad íntima tiene mucho de enigma, de navegación en la que es preciso orientarse a través de la culpa, el fracaso, el miedo, el amor y la voluntad de vida."
Entre las herramientas que el oficio pone a nuestro alcance se encuentran la elegía y la sátira. Pero también la autoficción como una forma más terrible aún de mostrar la verdad. La recompensa es la honestidad artística y de conciencia. Quizá ese sea el más hermoso regalo de la literatura.
Y en Sin piel nos es dado y le es dado a su autor. Tras la lectura del libro precedente a este, Apártate del sol, me gustaba decir que, en un tiempo de cambios vertiginoso y retos morales inéditos, Javier Lorenzo Candel es uno de nuestros más grandes poetas morales. Atribuyo a ello un carácter clásico que enraíza con el estoicismo en sus diferentes presencias históricas y con la dramaturgia en lo que tiene de literatura escrita para que personas delante de personas muestren lo que la persona colectiva puede decir a la persona que somos o que está por venir.
Tras la lectura de este sin Sin piel, no quito un ápice a esta atribución moral, y más bien añado que Javier Lorenzo Candel es también uno de nuestros grandes poetas de la conciencia.