Sep
Si llovieran estrellas
1 comentarios
Es una iniciativa más que sugerente y esta es su segunda edición. El Real Monasterio de Santo Tomás, el histórico y más que hermoso convento de los dominicos en Ávila, ha dado cabida al arte contemporáneo.
La exposición, titulada “Si llovieran estrellas”, ocupa las galerías y el patio del Claustro del Silencio. La muestra parte de la estrella como símbolo del espíritu humano. Ésta centra la mirada del espectador y es la parte positiva, la luz y la libertad frente a lo negativo y lo oscuro.
No por su lejanía las estrellas son ajenas a la vida de los seres humanos. De entrada, como señala Göran Pilbratt, de la Agencia Espacial Europea, “estamos hechos de la misma materia que vemos en la formación de estrellas y planetas”.
La estrella ha sido un elemento continuamente presente en la tradición artística, desde Van Gogh a Miró. Es símbolo de nuestros sueños personales. Una estrella sobre la frente marca la iconología de aquellos santos que, como Domingo de Guzmán, irradiaban desde la claridad de su frente y de su mirada una luz especial. Así lo describen las crónicas de sus contemporáneos.
Pero también son las estrellas un lugar colectivo, pasando a la emblemática universal como símbolo del ejército espiritual que lucha contra el mal.
Recomiendo esta exposición. Su integración en el Monasterio es misteriosa. Las sutiles y poéticas esculturas de mimbre se funden con la luz de las arcadas góticas. Parecen ascender, buscar un lugar entre las nervaduras. Pero, a la vez, revelan un nuevo punto de vista desde el que mirar la piedra entrelazada de las bóvedas que, así, se nos presentan como constelaciones.
Aunque a alguien pudiera parecer una mezcla extraña, la exposición parece sentirse cómoda en el monasterio y éste con ella. Nuestros conventos han sido siempre hogares de cultura y, cómo no, la cultura del siglo XXI no le es ajena a estos viejos muros ni a sus habitantes.
La he disfrutado, la he habitado, la he contemplado y ella, esta constelación de estrellas, me ha hecho sentir vivo en un lugar vivo. Me ha recordado que los dominicos, en todo tiempo, nacimos por la luz para la luz.