Sep
Septiembre
2 comentariosA veces la belleza paraliza. La realidad, cuando es bella y cuando nos tiene completamente sumidos en su goce, se parece a un sueño del que no se puede salir.
Septiembre me ha sumido en él. Las tardes son dulces y el mar aún perdura como una especie de espuma en mi memoria. Los abrazos irracionales de mi sobrino aún me aprietan el corazón y los largos días de conversación con mi mejor amigo me han devuelto una cierta extraña cordura que ya me hacía falta.
Las cosas malas que me ocurren en septiembre siempre me duelen menos. Es mi segunda Pascua y Dios se vale de cualquier mínima textura, luz o recuerdo para llegar a mí. Bastará el olor de los membrillos para reconciliarme con los frutos de la tierra y del cielo.
Doy por bueno todo, hasta la perdurabilidad del daño en las partes de mi alma que el pecado siempre aflige con pecado de tristeza.
Escribo esto mientras escucho a Dolores O´Riordan y su Ordinary Days. Sin embargo, los ordinarios días de septiembre no me dejan escribir lo que yo quiero decir realmente: todos los versos del verano me parecen absolutamente feos. Pero el verano ha sido muy hermoso y prefiero vivir la hermosura que escribir sobre ella o provocarla con artificios verbales. Así que hasta la falta de inspiración poética que arrastro me provoca un canto agradecido al Señor de la belleza, que ahora que me rodea de ella no me la deja decir.
Tan sólo una pregunta: ¿será que es necesario el dolor para ser poeta?