Abr
Poemas y mentiras
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En los últimos días de aquella depresión supo que le importaba más la verdad que la belleza.
A través de los meses y la fiebre, le angustiaba pensar que todo aquel akelarre sólo fuese un teatro, que todos los elogios sólo fuesen palabras engoladas, mentiras disfrazadas con encajes que sólo un almidón perecedero mantiene erguidas mientras dura el espectáculo.
Siempre sospechó de sí mismo. Le atemorizaba encontrar las razones y las palabras de las razones que pusieran al descubierto la trampa. Hay cosas que no se dicen y son terribles; amenazan como pantera oculta, invisible, cuyos ojos sabemos que nos miran desde la espesura y que puede saltar sobre nosotros en cualquier momento.
Si hay algo más aterrador para el artista de la palabra que hacer uso de esta al servicio de la mentira, es tener capacidad para descubrir en la palabra misma la mentira y no encontrarse con las manos libres para desenmascarar el trampantojo que el arte ha urdido.
Enloquecía imaginando las voces que, off the record, en las íntimas veladas de los íntimos, daban por evidente el bluff.
Si todo era mentira, más que nunca estaba solo. Porque la mentira no es lo contrario de lo verdadero, sino una forma más de la soledad, una manera oscura de estar desgajados del mundo.
En los últimos días de aquella depresión supo que le importaba más la verdad que la belleza. Y ese fue el principio de la cura.