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Pintadas en los baños de los bares
3 comentariosBuscamos por internet para afinar con el significado y el uso del término "latrinalia". Descubrimos que lo acuñó el folclorista Alan Dundes para referirse a las pintadas, grafitis e inscripciones realizadas en los retretes.
El libro de Sergio Álvarez Sánchez, "Pintadas en los baños de los bares" (Universidad de Jaén, 2021), podría parecer que se inscribe en este género de intervenciones, con o sin finalidad artística, realizadas en una situación tan privada como universal como la que en un baño público acaece.
Pero no; lo que refleja el título, y el poemario se encarga de confirmar, es un tono, una forma de confesar asuntos (im)personales con clara voluntad antisolemne, pronunciados con media sonrisa en la boca, con ágil desparpajo y una sinceridad repleta de ironía.
Como imanes fijados en la puerta de la nevera, los asuntos tratados en este libro son tan trascendentes que hay que tratarlos con intrascendencia. Ahora, claro, a ver quién lleva la contraria a esas sentencias que se han asentado ya en nuestro lenguaje común y cuya razón solo admitiremos con tal de que no se formulen a la kantiana.
Una amiga y crítica con la que suelo discutir de casi todo -vivir en dialéctica continua es nuestra manera de mostrarnos que lo nuestro no lo rompe ni nuestra mala baba- me argumenta que de cada generación permanecerá algún poeta popular, porque lo popular es lo más cercano al lenguaje mismo.
Sergio Álvarez Sánchez habla de cosas populares y lo habla muy bien, muy claro, muy bien medido, muy de vuelta del deseo de epatar al lector. No es que "Pintadas en los baños de los bares" responda a las maneras de la lírica popular, pero sí que nos esboza una sonrisa ya comunicativa al primer vistazo. Nuestro poeta nos permite mirar a nuestras contradicciones y miserias sin el deseo de aniquilar al tipo del espejo.
"(...) Pintadas en los baños de los bares.
Cruel filosofía que te hace sonreír.
Entre cuatro paredes y un sencillo agujero
la vida. Cuando salgas
lávate bien las manos,
pero no las olvides."
Cuando el manuscrito de este poemario llegó al jurado del Certamen Internacional de Creación Literaria Miguel Hernández de la Universidad de Jaén, que le otorgó el máximo galardón, yo pensaba que tras la plica había alguien mucho más joven. La sorpresa al conocer el nombre del ganador es que nació en el 73 -la verdadera madurez se complace en la sencillez-, que es doctor en no recuerdo qué compleja especialidad de biología, y que ha ocupado cargos de importancia en el ámbito de la protección medioambiental y la cooperación internacional en instituciones comunitarias europeas.
Claro; hay que tener distancia para ver con claridad, y no disponer de mucho tiempo para escapar de los enredos y las trampas de la poesía con vocación de estatua sobre plinto.
No se pierdan, precisamente, su poema "Catálogo de estatuas del Retiro". Por lo demás, se nota que ha nacido en Castilla y León, que es capaz de manejar a una sola mano las lecturas de Zorrilla, Claudio Rodríguez, Aníbal Núñez y las pintadas de los retretes estudiantiles -quien sabe si también las de los urinarios de las altas instituciones europeas-.
Sergio Álvarez Sánchez es un poeta inteligente, es un bailarín de pista rápida con el lenguaje. La ironía -sarcasmo a veces-, ejercicios de desdoblamiento -¿puede haber un baño sin reflejos inesperados?-, giros de guión, frases hechas perfectamente engastadas en un ritmo sin concesiones: todo esto vamos a encontrar, porque es un poemario de largo recorrido que no decae ni deja de sorprender.
No dejen de buscar este libro que, pese a su encuadernación preciosamente mimada, no será fácil de encontrar, pues las publicaciones de las instituciones públicas no siempre encuentran la mejor distribución. Pero búsquenlo, disfrútenlo y, sobre todo, sonrían, que es el efecto más rejuvenecedor de la buena poesía y de la inteligencia.