Abr
Pasen y lean
3 comentarios
Hoy se celebra el día mundial del libro. En España la celebración se hace coincidir con la entrega del Premio Cervantes, el más destacado galardón de las letras hispánicas, que este año ha recaído en el poeta antipoeta Nicanor Parra.
En algunos lugares de nuestra geografía existe la costumbre de regalar rosas y libros por el día de hoy. No sé yo si la crisis mermará la venta de libros. En todo caso tenemos la fortuna de poseer una de las redes de bibliotecas más importantes del mundo y deberíamos aprovecharla. Porque leer es también una forma de no sucumbir a la crisis. Leer es hablar con otros y hasta en la historia de las religiones la centralidad del libro y de los libros sagrados nos recuerda que leer es también hablar con Dios, dejar que él nos hable y hasta dejarnos leer por Dios.
Sí. Dejar que Dios nos lea, porque es bueno recordar que, como se ha dicho a propósito de la Biblia, en ella no sólo leemos sobre Dios sino sobre el hombre, sobre nosotros mismos, tal como Dios nos lee. Nunca será suficientemente recordado que, al menos en las grandes religiones del libro, el conocimiento de Dios (leamos esto también como un genitivo subjetivo: el conocimiento que Dios tiene de sí mismo y de nosotros y nos quiere compartir) se confía a lo que leemos en un libro.
Independientemente de nuestras creencias o increencias, no debería pasar desapercibido el respaldo sagrado que con este acto se da a la lectura y a los libros. Al menos en la tradición dominica este hecho no ha pasado ni puede pasar nunca desapercibido. Los libros son lo más valioso que puede haber en un convento dominico. Ese afán por buscar una verdad siempre abierta nos lleva a valorar cada libro, todo tipo de libros. Y hasta –como por ejemplo hacía Fray Luis de Granada- hemos acuñado la metáfora del libro para hablar de la creación y mirar así el mundo, la belleza y perfección del cosmos, la articulación de la realidad, como un gran relato: el gran libro de Dios escrito en el cosmos.
Comparto este video de animación a la lectura. Aunque al final aparece la publicidad de una editorial, creo que vale la pena por su originalidad y su formato.