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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

16
Nov
2006

¿PARA QUÉ SIRVE LA POESÍA?

9 comentarios

            Paul Auster, en su reciente alocución al recibir el Premio Príncipe de Asturias, recordaba el valor que tienen las cosas que no sirven para mucho en un mundo en donde todo se valora según su rentabilidad. La rentabilidad, como criterio, acaba afectando al valor de las personas mismas.

            La poesía, por su pura inutilidad, es una potente radiación del excedente de gratuidad con que el Creador ha pensado y alumbrado a su amigo, el hombre.

            En realidad, lo que no sirve para nada es lo que más nos fundamenta, si hacemos caso al mismo Lorca y admitimos que es el misterio lo que nos mueve y nos mueve y no deja de movernos. Pues, ¿para qué sirve en realidad la vida? Es el misterio la fuente de todo verdadero conocimiento, y todo es misterioso para quien ha optado por vivir sabiendo que vive.

            La poesía es de esas cosas que no sirven para nada pero nos abren al misterio. ¡Cuánto misterio le hace falta al hombre de este tiempo para vivir mirando hacia el Misterio¡

            Ha pasado estos días por Granada Lorenzo Oliván, un poeta que me gusta, y esto ha dicho de la finalidad de la poesía:

            “Un poeta tiene que invitar al lector a levantar la piel de la realidad, aunque se haga sangre, porque de no ser así viviremos en una sociedad mortecina”. A este poeta santanderino lo que más le interesa de la poesía es “lanzar interrogantes y crear preguntas, despertar la capacidad de sorprendernos sobre los matices del mundo, las preguntas sobre el ser y la existencia”.

            La pregunta contiene una fuerza que ninguna respuesta puede amortiguar. El signo de interrogación es un cuerpo que hace algo más que preguntar: es una actitud, la entraña de un hombre que se yergue para mirar.

            Las palabras que no sirven, sirven al menos para preparar nuestra atribulada condición de hombres a lo que ya no se podrá decir con palabras.

 

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Anónimo
16 de noviembre de 2006 a las 14:53

Bravo

DeEmily
16 de noviembre de 2006 a las 17:53

Claro que sí...¿Para qué poetas en tiempos de miseria? Ya lo dijo Rilke (Cartas a un joven poeta) y a su vez lo evocó Heiddeger (Sendas perdidas) y Maria Zambrano(Claros del bosque). Y ¿será que en su origen filosofía y poesía son lo mismo? Pero "escucha corazón como sólo antaño oían los santos" Amén

lola
16 de noviembre de 2006 a las 20:14

deacurdo, muchas veces el silencio es lo mejor

P. Rengel
17 de noviembre de 2006 a las 07:06

Tal vez la poesía no de de comer al poeta,pero nos alimenta a los demas el alma.

azul
17 de noviembre de 2006 a las 07:51

Una rosa... es una rosa...una rosa una rosa..( G. Stein)
La rosa es sin porqué ( A.Silesius)

Matuca G. G.
18 de noviembre de 2006 a las 12:03

El Padre Sixto nos recordaba en su blog que la libertad sexual aumentaba conforme la libertad politica y economica decresian. Hay muchas cosas que nos alienan para vivir en el capitalsimo salvaje del liberalismo. Hoy hay muchas religiones que son deshumanizadoras y alienan. Los poetas, los cantores, tienen que despertarnos, aunque haga sangre, como dice usted. Decia Mercdes Soza que si se calla el cantor calla la vida...

Javier
20 de noviembre de 2006 a las 15:09

Me encanta Paul Auster. He leido su última novela y me entusiasmó. Su discurso al recibir el premio Principe de Asturias no defraudó. No hay que confundir valor y precio. Una poesia puede tener poco valor (valor instrumental, precio), y al mismo tiempo mucho valor (nos transmite nuevos sentimientos, ideas, significados que nos unen con otros seres humanos). El problema es que los valores, en este último sentido, son siempre comunitarios. Y desgraciadamente lo único que tenemos en común son nuestros intereses privados. Por eso prevalece el precio al valor y así nos va. Un abrazo.

augusto enrrique
16 de agosto de 2010 a las 04:14

LA POESÍA NO SIRVE PARA NADA

Ya perdí mi nombre y caí en el engaño de mi sangre.
Antes de aprender a mirar hay que escupirse los ojos.
Hace rato que saltamos hacia el silencio
y bebimos el vaso vacío de la sed.
Vivo de muertes lejanas, del corazón caliente
y de lo que late en la sombra.
No puedo hablar con palabras de este mundo, no puedo.
Estoy emplumando los pájaros
para que golpeen al viento.
Yo soy mi danza y mi llanto, y me canto y me encanto
como un sonámbulo vagando por la casa
de la existencia.
Siento una mano en mi garganta, por eso cuando tengo
demasiada sed invento una lluvia.
Estamos muertos, esa es la consecuencia, o el efecto.
Lo único que podemos hacer es averiguar la causa.
Llegar al nuevo silencio pulsando la palabra antigua.
Un río de ojos y de fiebre, y una condena
a vivir con las estrellas.
¿Cómo esquivar la emboscada de mi escritura?.
Tal vez otros sean los dueños de la palabra
pero nosotros somos dueños de nuestro silencio.
Sombrías significaciones y significaciones sombrías.
No, si, no, si, puede ser. Hablo, digo, callo
estoy harto de los juegos de la mente
harto de la razón.
Busco en el murmullo de mi corazón
de mi corazón azul
la voz casi inaudible de mi sangre.
Y alguien me imploraba que no la matara
y era la infancia.
En los velos flotantes que cubren tu viaje en el agua
me lloro y me doy mi corazón y mi sangre.
Como una posesión mía, que nadie me enseñó
su pertenencia.
Fue un perro, un perro desnudo el que arrastraba
mi cadáver desnudo.
Es el despertar de los durmientes
siempre y nunca lo fue, el reino de lo relativo.
Yo también estoy solo y escribo, por eso estoy solo.
Voy hacia mí con el eco mío.
O sea: voy hacia mí, hacia mí, mí.
La trampa de los conceptos, los anzuelos
de las definiciones
el sustantivo sin adjetivo de la inocencia.
Mirar como las hojas secas esperan
la estación del viento para formar
la estructura de un remolino.
No esperar, no esperar, no esperar
ese es un mantra perfecto contra la desilusión.
Te transmito, me transmuto, luego no sé.
Bebíamos vinos azules
luego no sé. Luego otras cosas, y por último no sé.
La ironía era mi casa por eso no tenía techo.
Cada niño del cuadro era un niño
que le faltaba a la realidad.
Soy el errante, el inquieto e inquietante.
Es una forma de decir.
¿Qué es ser fiel y verdadero?. Acaso es posible
saber que se es algo.
Si algo puedo decir de mí
es que no soy un es ni un estoy.
¿Cómo indagar el peso de mi lenguaje?.
Necesito descubrir la alianza
entre mi pronombre y tu persona
y también una muñeca desdichada
que beba leche de pájaro.
Esto es un mapa de los ríos interiores.
Y una elegía para mi persona metafórica.
La palabra es el juez que condena
a todo poema al fracaso.
Estoy poseído por el demonio de la analogía.
Solo vinimos a ver el jardín
y a decir una plegaria en el crepúsculo.
Algunos piensan que la poesía no sirve para nada
por lo que veo a cada rato, la política tampoco.

Anónimo
18 de agosto de 2010 a las 12:38

Amigo Augusto Enrique: no sé quién esre, pero te doy las gracias por el poema que has dejado aquí: intenso, llenod e contrastes y de hondura. Para leer más de una vez y dejarse llevar por su pathos.
Seas quien seas, gracias por tu poesía. Espero descbrirte y leer más de ti y tu rio interior.
Antonio Praena

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