Oct
Miguelillo el Pavero
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Ha muerto José Antonio Muñoz Rojas (Antequera, 1909) un poeta con un siglo a cuestas. Un poeta difícil de encasillar en ninguna generación –parece que cada vez es más difícil, quizá por inservible, establecer generaciones en poesía, pues ésta suele desbaratar cualquier intento de domesticación, incluyendo a sus domesticadores-.
En este enorme poeta andaluz podemos encontrar a la naturaleza frente a la palabra, la pasión por la tierra, el valor de lo próximo, la contemplación de lo pequeño, todo envuelto en una insobornable conciencia de la eternidad.
Pero quiero ofrecer un poema y una impresión suya del mismo poema tras el paso del tiempo. Aquí el poema:
MIGUELILLO EL PAVERO
Es bajo, achaparradete, rubio, tostado, cabezón.
Yo le digo:
-Miguelillo, ¿cuántos años tienes?
-Catorce.
-¿Qué haces?
-No tengo nada que hacer.
-¿Y tus padres?
-No tengo.
-Pero hombre, Miguelillo.
Se queda un momento con la caña en suspenso.
-Miguelillo, ¿no tienes zapatos?
-No, señor.
-¡Pero hombre, Miguelillo!
-Desde que se fue mi abuelo no tengo de nada. Antes, con los pájaros, se vivía. Los zorzales dan mucho. Mi abuelo ponía las perchas y yo iba a recogerlos. ¿Usted no ha visto los zorzales? En acabando la aceituna se van. A mí me extravían los zorzales todos los años cuando se van. Mientras hay zorzales se vive. Dos, tres docenas, según los días. Y ahora no tengo a nadie.
-¡Hombre!...
-Y hoy no he comido.
-¡Pero hombre, hombre, Miguelillo!
(De Las cosas del campo, 1953)
Y lo que en 1975 anota el poeta asomándose al paso del tiempo:
En cambio Miguelillo el Pavero se me presentó hecho un hombretón, con una chaqueta de cuero imponente, en su coche nuevo.
-En Alemania lo he comprado.
-¡Pero, hombre, Miguel!
-Vengo a casarme y allá me vuelo en cuanto me case.
-¡Pero, hombre, Miguel!
-Mientras aguante. Que no será mucho.
(...) ¡Ay de los que olvidaren!
Comenzaba este libro diciendo: "Sé algo de la tierra y sus gentes." Hoy diría: "quisiera saber algo de la tierra y sus gentes."
En homenaje a Muñoz Rojas y a todos los Miguelillos de nuestros pueblos.