May
Mi prima y yo
2 comentariosHa muerto Rauschenberg. Es considerado uno de los artistas clave del arte de la segunda mitad del siglo XX, siendo la figura que permite entender el paso del expresionismo abstracto americano al arte pop. Su obra es tan importante como difícil de clasificar: ¿pintura, escultura, fotografía, collage, instalación...? Cuando era estudiante, la precariedad económica le llevó a introducir todo tipo de residuos de la calle en sus creaciones, desarrollando así un lenguaje propio que con el tiempo devino en un género nuevo.
Leyendo sobre él, han venido a mi memoria las aventuras de mi prima y yo para ser artistas. Ella estudiaba Bellas Artes y yo quería seguir sus pasos. Los dos nos pateábamos Granada recogiendo todo tipo de basuras para convertirlas en arte. Jugábamos, sin saberlo, a ser Rauschenberg. A mi siempre correcta tía se la llevaban los demonios porque, según ella, en nuestra vocación artística actuábamos como pordioseros y basureros. Algunos de nuestros hallazgos no eran para menos. Hasta prohibió meter en casa ciertas suculentas piezas que hoy harían las delicias de cualquier descreído coleccionista. En su cruzada por hacernos desistir hasta intentó que mi prima diese de baja su matrícula en la facultad aduciendo la inmoralidad de que posaran chicos y chicas completamente desnudos. No lo consiguió y mi prima hoy no es Rauschenberg pero sí profesora de pintura en un instituto. Su primera decisión como directora del mismo ha sido pintar paredes y columnas de colores chillones. Mi tía se siente orgullosa por fin.
En cambio yo, ni siquiera aspirar a Rauschenberg de tercera categoría pude. Cuando llegó el momento, me presenté a las pruebas de bellas artes. Durante la prueba de escultura, consistente en realizar en barro una obra libre, esculpí la figura de una mujer desnuda sentada en el suelo. Mi prima, ya por entonces acabando la carrera, se coló en el aula y me dijo: es muy clásica. En Granada les gustan las cosas más rompedoras. Como ya no había tiempo para hacer otra cosa, se me ocurrió morder mi escultura por diferentes lugares. Ni corto ni perezoso, le tiré varios bocados a la mujer de barro, quedándome con la boca caníbalmente roja de arcilla. Ni siquiera así entré en Bellas Artes. Se ve que Dios me reservaba otros caminos.
Moraleja: con cualquier cosa se puede crear algo, si no bello -que también- sí comunicativo, sugerente, interesante... Con los vericuetos de nuestra vida, Dios puede hacer también su obra de arte. Hasta de nuestro residuo de vivir y las basuras de nuestro corazón puede sacar Dios su maravilla.
No creo que Rauschenberg le tomara la idea a Dios. Pero sí que Dios hasta de Rauschenberg se vale para decirnos algo, para hacer brillar su gloria.