Nov
Libertad
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El post de hoy se sale del cometido de este blog. No habla de arte ni de cultura, aunque quizá en el fondo no esté tan lejos del significado último de la belleza, que al principio produce vértigo, terror incluso, desconcierto, pero que al final fascina y nos conduce hacia otra manera de contemplar las cosas, siempre que no nos atrincheremos en nuestros prejuicios.
Se trata del reportaje que el suplemento El País Semanal dedica al monasterio de Clarisas de Lerma y a su abadesa, Sor Verónica. Se pueden decir muchas cosas y, para muestra, basta acercarse al torrente de comentarios que ha provocado en su edición digital. Me aburro de leerlos y, al final, saco la impresión de que la fe es un milagro. Gracias a Dios estamos en un país libre, pero en el mismo país del que decía Antonio Machado que es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza, que son palabras de doble filo y cortan por los dos lados. Aunque quienes deben sentirse aludidos son aquellos que en sus comentarios embisten descalificativa, burda y groseramente, pues embestir dista mucho de ser sincera y constructivamente críticos. Embestir es siempre un acto ciego cuya finalidad es el derribo y el daño. Cuando no, una mera arma de defensa.
Y nada nunca ha cabido menos en la cabeza de nadie -porque no puede caber, porque es de las pocas cosas que aún nos llevan más allá de nosotros- que la fe. Uno de los comentarios pide que alguien les diga a estas monjas que no recen por él. Como usted desee.
Cuando algo no se entiende y desconcierta, ¿qué menos que nos haga pensar? Y no decir qué pena me dan. Mejor decir: Pues a mí, aunque soy agnóstico me alegra que a estas señoras les vaya tan bien. Creo que ponen un contrapunto interesante en esta sociedad en la que todo es tan volátil, relativo y veloz. Y esto aunque, repito, no sean de mi cuerda. Mientras ellas estén felices y no se metan en mi libertad, creo que hacen bastante más bien que mal. Es honesto.