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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

8
Oct
2013

Lampedusa y la palabra

11 comentarios

 

Según la leyenda, Francisco de Asís recibió en su cuerpo las mismas llagas, en las manos, los pies y el costado, que Jesucristo recibió en la cruz. Se dice que así, de este modo, el hombre que en la historia más se pareció a Jesús de Nazaret llegó a la identificación total con el crucificado experimentando sobre sí el dolor mismo de la tortura de la cruz. Siempre he descreído bastante de estas leyendas…

 

 

…pero no de su significado.

 

Cuando la tragedia que se cierne sobre el inocente es tan descomunal, parece que las palabras no llegan y que otros signos se requieren. En la crucifixión Jesús se identifica con todos los inocentemente torturados y ejecutados de la historia, antes y después de él. El grado de acercamiento a los sufrientes, víctimas y perdedores de este mundo es extremo también en el pobre de Asís.

 

He pensado esta tarde en el momento de agonía de los doscientos hombres que viajaban en las bodegas de la barcaza hundida en Lampedusa. Eran, de entre los pobres, los más pobres, los que no habían pagado lo suficiente como para viajar en la cubierta. Aprisionados en la bodega, su hundimiento es el hundimiento de los ya hundidos. ¿Cómo puede decirse esta sobredosis de injusticia y de horror? ¿Cómo se expresa la asfixia hasta la muerte?

 

La conclusión de una tarde triste me dice que no hay más respuesta que la de hacer, con esperanza y con convencimiento, lo que hay que hacer. Comprometerse. Actuar. Porque además me parece inmoral convertir lo intolerablemente injusto e incomprensible en materia de literatura. Callar, no obstante, es más intolerable aún. Llorar, insuficiente. A los que no recuerda la historia –sobre sus ataúdes no hay un nombre siquiera, sólo un número escrito con rotulador- los debe recordar la literatura.

 

Y he recordado tristemente un poema que no me gusta demasiado pero que quedó escrito y publicado. Es propio y necesario a la poesía buscar las formas que, más allá de las palabras cuando estas son insuficientes, expresen en los límites del lenguaje lo que desgarra y rompe al lenguaje mismo. Juan Gelman lo hacía hiriendo la sintaxis y el cuerpo mismo del poema. Al igual que las llagas de Francesco -que eran las llagas de los inocentes- dolían en su cuerpo desnudo entre los lobos y la nieve, sus amigos.

 

A veces los márgenes del poema quieren ser una playa para los cuerpos vomitados por el mar, el mar de un sueño nunca alcanzado y sí trampa mortal.

 

Italia dará la nacionalidad a los ahogados. Un sarcasmo, una crueldad tan vergonzosa como cualquier programa de alguna cadena de Berlusconi.

 

Siento vergüenza por las leyes contra la inmigración de una Europa de la que soy ciudadano. También por eso este poema, sin casi alcanzar a ver en su momento el alcance del recurso, al final de sí mismo se volvía contra sí mismo y contra el poeta que lo había escrito movido quizá por la vergüenza y por la culpa. En días como este la palabra se vuelve nuevamente contra el poeta con más indignación. Pero sería vano y vanidoso regodearse en la indignación cuando el horror real desborda el dolor escrito. Así es que me vengaré armándome de esperanza, que nunca es, no puede ser, irascible ni retórica. Un poema ha de ser siempre un primer paso. No más, pero no menos.

 

Nos queda la libertad de decirlo y la esperanza de seguir diciéndolo. Aquí lo dejo, en este otro mar de las noticias que devoran con vértigo y olvido.

 

 

Las profundidades del mar escupen hombres
ya muertos o camino de la muerte
como mi corazón me escupe a mí.

 

No es asco lo que el mar siente en su fondo:
su única manera de salvar lo perdido.

 

No sé si un sentimiento similar
tiene mi corazón al vomitarme.

 

Lo único seguro es que sus muertes
no pueden compararse con la mía:
yo muero de estar muerto, me muero de mí mismo.

 

Varones de dolores, magullados
de sal, hermanos míos
sufriendo mi silencio.
Despojos de la mar, dolor oscuro
me una a vuestra piel. Pido perdón
por esta pena chica
de un pobre corazón que ya está lejos
de mí, libre de mí,
posiblemente navegando
tan indocumentado que tan sólo,
tan sólo es corazón sobre la playa.

 


…y tú, mientras, Antonio,
estúpido hijo mío,
hablándole a tu voz.

 

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C
8 de octubre de 2013 a las 17:57

Siempre se aprende algo nuevo leyéndote: no sabía que san Francisco de Asís había sido el hombre más parecido a Jesús. Magnífico principio de entrada.

Anónimo
8 de octubre de 2013 a las 19:27

¿Cómo puede saberse, calibrarse ese grado de identificación con Jesús? Es imposible y acaso innecesario. Es una forma de señalar el rotundo carácter evangélico de Francesco que he leído en alguna ocasión. Me alegra que te guste más el principio de la entrada. Un abrazote
AP

a-mar-ados
8 de octubre de 2013 a las 21:27

¿ Por qué no dejar que el mar de Lampedusa sea digna sepultura que les permita conservar su nacionalidad de vivos? ¿ Mejor vidas recien estrenadas en ataudes blancos que la libertad de mar adentro ? La mala conciencia europea . Y Berlusconi pidiendo realizar trabajos sociales para eludir la cárcel. Manda c...

Llanto compartido.
Gracias Praena

Salva
9 de octubre de 2013 a las 01:51


Antonio... otra vez tu sensibilidad especial!!!.

Gracias por hablar de poesía, JUSTICIA, Jesús, Francisco, MISERIA, Hambre de pan y Hambre por un NUEVO MUNDO...

¡¡ Vamos a por él, con la fuerza de nuestra FE y ESPERANZA !!

Un abrazo Antonio. GRACIAS.

gravedad 0
12 de octubre de 2013 a las 19:04

Quixá, un tiempo de gravedad 0 luchando por la supervivencia nos devolvería la justa dimensión de nuestra pequeñez. Éxtasis y vértigo. El poema visual Gravity con fotografía de Lubezki - el Arbol de la Vida-, nos lo proporciona de forma virtual.

Gracias Fr.Antonio por su mirada poetica

Anónimo
13 de octubre de 2013 a las 01:07

Gracias, es mencionar "El árbol de la vida" y me lleno de misterio, vuelven a mí esas escenas que son poesía extrema, éxtasis filmado... una cumbre del cine. Gracias, Gravedad 0.
AP

Anónimo
14 de octubre de 2013 a las 16:15

Me parece poco apropiada la palabra "leyenda" aplicada al libro "Actus Beati Francisci et sociorum eius" comunmente conocido como "Florecillas". Era una literatura distinta, pero no creo que se deba considerar leyenda.
Puede que esté equivocado.

Anónimo
14 de octubre de 2013 a las 19:45

Posiblemente el equivocado sea yo. ¿Qué otro nombre podemos dar a esa literatura distinta?
Antonio Praena

C
16 de octubre de 2013 a las 20:27

El nombre exacto es hagiografía (según la literatura), dentro de lo que se conoce como "géneros históricos". Sin embargo, tampoco está mal el nombre de "leyenda", porque mezclaban hechos comprobados con inexactitudes históricas. Ojo, que no estoy diciendo que por ser moderna una obra no quiere decir que sea mejor o más exhaustiva que una antigua, ni estoy diciendo que hablar de milagros sea faltar a la verdad, sino que la denominación no es desacertada.
En fin, sólo quería conciliar los dos puntos de vista. Saludos.

Antonio Praena para C.
17 de octubre de 2013 a las 12:20

Bueno, tu espíritu conciliador es de agradecer. Pero la verdad es que no nos hemos distanciado en nada, sólo se trataba de un diálogo abierto y constructivo en torno a una clasificación.
Ciertamente, como literatura, la hagiografía es el género dedicado a las vidas de santos. Y, ciertamente, como literatura, en el contexto medieval y hasta prácticamente el siglo XIX, el criterio que delimita lo diferenciable positivamente de lo meramente leyenda es difuso y, si quieres, hasta innecesario o secundario.
Yo no me refiero al género literario, sino al contenido del mismo, al hecho de recibir los estigmas. Me importa su significación, porque todo acto, sea leyenda o acontecimiento objetivable, encierra un significado, bien de carácter histórico, bien de carácter espiritual, teológico, parenético, etc... Mi post iba al fondo de ese significado, para poner en relación el cuerpo que recibe los signos de Cristo en identificación con Cristo y el poema que requiere "signos" metaliterarios para expresar "algo más".
De todos modos, subrayando la razón que tienes e intentando ir más allá, ¿no crees que estamos haciendo poca justicia al hecho narrado en el artículo perdiéndonos en un aspecto secundario del mismo?

C
17 de octubre de 2013 a las 16:37

Me gusta perderme en la historia, sin restar valor a la actualidad, y de todo se aprende mucho. No sé si mi espíritu es precisamente conciliador en mi vida cotidiana :P.

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