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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

20
Feb
2022

La palabra del ciervo

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Fernando Jaén Águila

"Del dolor no se regresa

con el alma transparente

aunque pueda brillar más,

como el metal pulido a golpes."

 

Este poema titulado "Golpes" pertenece al libro "La palabra del ciervo" (Sonámbulo Ediciones, 2021) del poeta y médico Fernando Jaén Águila. Es uno de los poemas más breves pero más certeros e inolvidables del libro.

Señalamos la profesión médica del autor porque el código que articula las tres partes del libro es ese: la llamada, aprendizaje, entrega, decepción y renacimiento de una vocación sanadora ejercida como sagrada y que camina paralela a la lucidez poética de la que Fernando es sujeto; y, como prueba, este mismo poemario claro, sincero, profundo.

No siempre los prólogos ayudan a introducirnos en la realidad de un libro. No es este el caso. Los dos prólogos, el primero del también médico y poeta Basilio Sánchez, y el segundo, del mismo Fernando Jaén, en primerísima persona, resultan necesarios, se funden con la obra y constituyen en sí un poema más y no cualquier poema.

Nos dice Basilio Sánchez que la poesía es una forma de resistencia en medio de la pérdida de sentido a la que nos aboca nuestra época y del abismo de dolor al que se enfrenta quien, en su día a día, ha de tratar con la enfermedad y con la muerte. El médico poeta es consciente del sentido simbólico y salvador que tienen las palabras cuando uno se acerca hasta ellas con humildad.

Fernando Jaén Águila va más allá y se desnuda ante el lector: el poeta médico se enfrenta a sus propios abismos y obsesiones con la idea final de servir al prójimo. Y en ello se desvela que la poesía toca el mundo de la medicina en un punto donde las certezas cuantificables son borrosas.

Como el ciervo, el médico es un mediador entre mundos; un guardián del bosque; un guía más allá de la espesura hacia las fuentes de la vida y de la salvación, afectado él mismo y vulnerable; expuesto tanto a la admiración como a la descarga de la frustración sobre su persona, a veces sin apenas solución de continuidad, como hemos comprobado en esta crisis pandémica en la que, en ocasiones, se pasaba del aplauso al vituperio, del reconocimiento a la estigmatización.

En este poemario, el ciervo es más símbolo que nunca, pues no sólo es mediación sanadora, sino poeta consciente de la carga soteriológica depositada en él.

A partir de este marco, la primera parte de este limpio trabajo nos hace recorrer el amor primero que alentaba al estudiante y recién estrenado artista de la medicina. La segunda da cuenta descarnada del desengaño, el cansancio, la confusión que, cifrada en la figura del invierno, el frío, las heladas o el cansancio, rodean al ciervo en el laberinto de nieve. Finalmente, la tercera parte anuncia el deshielo, y, aunque no ha llegado el pleno renacer, los signos de un nuevo tiempo despuntan en aquellas cosas que ya estaban y estarán siempre, porque son indestructibles, en la retina del ciervo poeta: la belleza del bosque, la infancia, la misericordia, la presencia y el compromiso de la mujer amada, la madre o los poemas mismos concebidos como actos de amor -(gracias por la inesperada cita)-.

Es tan reconciliador este "La palabra del ciervo" que con su escritura el médico y el poeta nos curan. Y nos devuelven la posibilidad de recapacitar en medio de un tiempo convulso, herido de egoísmo, pretenciosidad sin talento y ambiciones muy varias, empezando por las de aquellos que están llamados a velar por la salud social, política, e intelectual de un mundo que no es lo que era y aún no sabe a dónde se encamina.

"La palabra del ciervo" de Fernando Jaén Águila nos deja una cicatriz imposible de difuminar: un poema es un acto de amor donde la palabra no actúa como theosis sino como praxis. Una forma de mantener la vida haciéndola crecer hacia sí misma. Un modo de vigilia sobre el misterio sin despertarlo. Una confirmación de la objetividad de las cosas, pues la verdadera poesía no es nunca subjetiva, y el verdadero poeta intuye que lo que hay de poema en un poema es sanación prójima, recibida y nuestra solo en la medida en que sirve.

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