May
La libertad
4 comentariosSe ha entregado el Premio Internacional Ciudad de Granada Federico García Lorca.
Con este premio, el más dotado económicamente de cuantos de poesía existen, la ciudad de Granada cumplía con un deber durante mucho tiempo pendiente: el de tener un premio de categoría internacional que ligara el nombre de Federico García Lorca con el de su ciudad.
Un elenco de premiados de primera categoría –es un premio a toda una trayectoria- da contenido más que digno a la aspiración del premio de convertirse en una referencia de la poesía escrita en español, que es, junto con la anglosajona, la más rica, viva e interesante de las que actualmente se escriben en el mundo. Sin exageración, alguien ha señalado que asistimos a un nuevo siglo de plata para la poesía española.
La ganadora de este año es Maria Victoria Atencia, una poeta necesaria.
En la entrega del premio –este año, por estar en campaña electoral y en crisis económica, se ha suprimido el cóctel y el sarao de corrillos político-artísticos tras el acto, quedando la entrega un poco deslucida- recordé estas palabras de Don Quijote sobre la libertad:
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.
Sí, parece que se va a poner de moda esta antimoda, pero el caso es que ya lo he encontrado últimamente en más de una presentación, prólogo, laudatio… Se trata de ensalzar como un rasgo literario y biográfico la libertad y la independencia de un autor respecto a modas imperantes, corrientes estéticas, generaciones… Aunque ello suponga una cierta marginalidad, una lentitud en la difusión y reconocimiento de una trayectoria poética, a la larga –y sin generalizar- da como resultado una voz personal, inconfundible, y una aportación especial que permanece como necesaria entre las muchas voces de este coro sinfónico de la literatura.
Os dejo un poema de Maria Victoria, en cuya poesía la tradición religiosa es un elemento importante, eso sí: personalizado, convertido en palabra diferente.
MARTA Y MARÍA
Una cosa, amor mío, me será imprescindible
para estar reclinada a tu vera en el suelo:
que mis ojos te miren y tu gracia me llene;
que tu mirada colme mi pecho de ternura
y enajenada toda no encuentre otro motivo
de muerte que tu ausencia.
Mas qué será de mí cuando tú te me vayas.
De poco o nada sirven, fuera de tus razones,
la casa y sus quehaceres, la cocina y el huerto.
Eres todo mi ocio:
qué importa que mi hermana o los demás murmuren,
si en mi defensa sales, ya que sólo amor cuenta.
De Marta & María (1966)