Sep
La herida que llora y salva
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Escribo a la mañana siguiente de ver El árbol de la vida de Terrence Malick. Llevaba más de un año esperándola y, después de tanta espera, quería que fuese un momento especial, con compañía especial –gracias Yolanda y Mª José-.
Así es que aún estoy en estado de gracia –o de insomnio-. No había leído nada sobre ella porque la quería ver en estado virginal y porque mi afición a Malick es ya lo suficientemente grande como para alimentar el fuego. Tras verla he leído el post de Sixto –vecino de blog- y de Moisés –el año pasado compartimos seminario de cine: tú expusiste magistralmente La delgada línea roja- y observo que la escena que más me ha pillado ha pillado igualmente a otros. Es esta:
El origen del Universo tiene forma de vagina y de herida –como en La herida de Cristo/ Arma Christi (anónimo francés) del Salterio de Bonne de Luxemburgo (1345) que ilustra La mirada interior. Escritoras místicas y visionarias en la Edad Media (editorial Siruela) que me regalaron Ana y Javier-. Y, mientras suena el Lacrimosa, las estrellas se deslizan como lágrimas en la pantalla. Y es que, en el fondo, madre, herida, origen nuestro, lágrimas de dolorosa y placenta sideral ya estaban en el surgimiento de todo. Redimiéndonos para que encontremos el camino.
Pero ya volveré sobre El árbol de la vida. Porque –¡providencia!- me acaba de llegar esta noticia de muerte, amor y redención: después del terremoto de Japón, cuando los de rescate buscaban supervivientes entre las ruinas de la casa de una mujer, vieron su cuerpo. Les pareció extraña su postura: estaba sobre sus rodillas e inclinada hacia adelante, con el rostro hacia el suelo. El peso de la casa había quebrado su espalda y su cuello.
El jefe del equipo de rescate pulsó sus manos para ver si la mujer aún estaba con vida. Pero la mujer había muerto. Él y su equipo salieron de las ruinas de la casa para proseguir su trabajo. Por alguna razón, alguien sintió necesidad de regresar. Puso sus manos bajo el cuerpo sin vida. ¡Un Niño. Hay un niño aquí!. Encontraron un niño envuelto bajo el cuerpo de la madre. Había un mensaje de texto en el móvil de la joven: “Si vives, tienes que recordar que te amo”.
Ni tan siquiera sé si la historia es verdadera –más bien dudo-. Pero es que entró en mi correo mientras sonaba el Lacrimosa. Y yo soy un chico fácil...
...de lágrima.