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JOAN MARGARIT
6 comentariosJoan Margarit es un poeta que para ganarse el pan eligió el árido cálculo de estructuras arquitectónicas. Actualmente es uno de los profesionales que trabaja en la finalización de
No sé cómo Margarit lo hace, pero nada llora en Joana y, sin embargo, hasta las aspidistras del patio sienten la pérdida de la hija.
Su palabra brutalmente sincera llega a prescindir de la poesía y obliga al lector a replantearse su propia idea de lo que es poesía, de lo que es bello o de lo que está bien dicho.
Margarit, tras el éxito de crítica que supuso Joana, ha entregado el poemario Cálculo de estructuras, y, en estos días, adelanta algo de su inédito Casa de Misericordia.
No se lo he oído decir a ningún crítico, pero Margarit realiza una poética erguida sobre la médula de lo que yo llamaría la búsqueda de la verdad personal. Más aún: sobre la sinceridad y la desnudez. Algo debe de influir su profesión en este hecho: nos descarna el poema para dejarlo en sus desnudas estructuras.
(Pueden las estructuras parecernos horribles pero todos estamos sostenidos por estructuras y al meno una vez en la vida deberíamos adentrarnos en ellas. Cimientos en lo vivido, pilares de fe, zanjas en la memoria, respiraderos en la sangre, vigas acompañantes, contrapesos de consuelo, cinchas contra el tiempo, andamios oxidados, puntales de perdón...)
Entrevistado Margarit, confiesa que la literatura sólo sirve o para entretener o para consolar. Y consolar es muy difícil. Consolarte con un amigo, pase, pero con un papel... Ése es el problema de los poetas, (...) la verdad.
La verdad como problema de los poetas... Muy dominicano, ¿no? Y le preguntan: ¿Cuánta verdad podemos soportar?. Y responde: Toda. A la larga es lo único soportable. La lucidez no es gran cosa, pero no tenerla es todavía peor. Es como una casa de misericordia.
No creo necesario comentarlo.