Sep
Insomnio con Maritain
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Pasando ayer por la habitación del P. Lobato, descubrí en su librería el volumen La poesía y el arte de Jacques Maritain. Lo tomé al acostarme, para ir cogiendo el sueño y, la verdad, me ha fagocitado media noche. Así ando hoy, que no sé ni lo que digo.
Porque he encontrado perlas de alto calibre: hay poesía en la obra de todos los grandes matemáticos. Hubo secreta intuición poética en las concepciones filosóficas primarias de Heráclito y de Platón, de Aristóteles y de Santo Tomás de Aquino, de Plotino, de Spinoza y de Hegel; sin esa intuición poética, Aristóteles no habría podido extraer de la experiencia el diamante de sus definiciones fundamentales. La poesía sostuvo a Francisco de Asís, a Colón, a Napoleón y a Cagliostro.
Especialmente he disfrutado el capítulo en el que razona cómo la poesía excede y está por encima de lo que entendemos por belleza y por arte. Resumiendo la idea, es algo así como que la verdad en la poesía no es, como en el arte o la prudencia, una conformidad con el apetito recto, sino una conformidad con el ser, con el ser aprehendido a través de la emoción. Por más elaborada, por más “bella” incluso que sea una obra de arte, no emocionará ni alimentará si no tiene poesía. La poesía no se mide por el arte, mientras que el arte sí se mide por la poesía. La poesía sólo se mide por algo que nace de ella y que empuja más allá de todo fin señalable. Es, esto lo sobrentiendo yo, como si en toda obra en la que verdaderamente hubiera poesía, la sed que ésta engendra sólo se saciase con más sed de ella misma. Como vemos, estamos en el nivel más cercano a la experiencia mística.
En otro lugar cita Maritain a un texto de Eliot acerca del aspecto negativo de la poesía: en tales momentos, caracterizados por una repentina cesación de las cargas de ansiedad y temor que pesan sobre nosotros, en nuestra vida diaria, lo que ocurre es algo negativo; es decir, no se trata de la inspiración tal como se la entiende corrientemente, sino de un derrumbamiento de barreras o impedimentos habituales... El sentimiento que acompaña a esto, se asemeja... a un repentino alivio debido a la desaparición de un peso intolerable. Me parecía que me estaban leyendo las entrañas.
En fin. Que me temo que me quedan muchas horas de insomnio junto a Maritain, porque el libro se ha instalado junto a mi cama y no deja de imantar.