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Blog El atril

Fray Antonio Praena Segura, OP

de Fray Antonio Praena Segura, OP
Sobre el autor

7
Jul
2014

Finales abiertos

4 comentarios

Han pasado estos meses por las pantallas españolas dos películas con temática religiosa más o menos explícita.

 

Una de ellas, la polaca “Ida”, trata la historia de una religiosa que, antes y como preparación para el definitivo paso de profesar sus votos, emprende un camino hacia su pasado, el pasado que no conoce de sí misma y que es, a la vez, un viaje por la trágica historia de Polonia en los años previos y posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

 

Le acompaña en esta reconstrucción del tiempo perdido una pariente, la única tía que tiene, la cual hasta el momento no había querido saber nada de su sobrina. Esta extraña mujer, que ejerce como juez, lleva una vida sórdida y vacía en la que cumple con las directrices del partido pero sin tener ya fe en ninguna ideología, ni en la historia ni en el ser humano.

 

En un momento de este cara a cara con el horror de lo que sucedió a su familia, Ida ha de replantearse su futuro (el pasado es prólogo): -¿Y después qué? –Nos compraremos un perro. Y después ¿qué? – Nos casaremos, tendremos hijos, esas cosas, la vida.

 

El final no necesita más palabra ni montaje cinematográfico que el de una cámara al hombro que filma a Ida caminando en dirección inversa al discurrir del mundo. Y ya se da por enterado el espectador de que muchas veces en la vida el único final posible y convincente es el que no puede contarse.

 

La otra película, que ha pasado casi de puntillas por los cines españoles, es la griega “Meteora”.

 

Se trata de la historia de amor entre un monje y una monja que viven en los monasterios griegos de Meteora, construcciones bizantinas sobre elevadas rocas a las que se retiraron para orar antiguos eremitas y, posteriormente, monjes que huían de las persecuciones religiosas.

 

Estamos ante una película cuya factura intercala fragmentos de animación en un estilo semejante al de los iconos bizantinos. No hay apenas diálogos y la cinta llega a esa pureza en la que el discurrir de las imágenes, lo más despojado, el cine sin más, es forma y contenido al mismo tiempo. La luz misma se convierte en la gramática del amor.

 

El director se deja iluminar por la teología ortodoxa en una de las escenas de animación en la que la sobreabudancia de la sangre de Cristo derramada rescata a los protagonistas del laberinto en que se hallan perdidos.

 

Sobran algunas escenas de sexo que, por su tratamiento, más parecen una concesión esteticista que episodios coherentes con el ritmo y la austeridad del relato. Un encuentro amoroso nunca explicitado, al más puro estilo Won Kar-wai, hubiera intensificado mucho más la película.

 

En todo caso, que nada nos haga olvidar, por obvio, el dato significativo: Dios sale al paso en el arte -con naturalidad, de forma diferente- cuando este se deja conducir en libertad, sin prejuicios ni pretensiones de conveniencia comercial. El resultado es una frescura, una originalidad y un calado que destacan por encima del arte ideológicamente calculado o gratuitamente rentable.

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Dr.J
8 de julio de 2014 a las 14:15

Creo que es Wong Kar Wai, aunque vaya usted a saber (Kar Way queda así como camino-en coche). Como es de hace unos años no sé si has comentado su "In the mood for love", a mí me dejó pegado al asiento. Respecto a películas poco convencionales yo diría que cualquiera que tenga hoy día un hálito religioso o siquiera transcendente ya lo es de hecho y ahí veo un peligro precisamente "esteticista" como dices. Algunos corremos el riesgo de dejarnos llevar por lo que es "contra-corriente" sencillamente por ser poco-corriente, vamos, de confundir el esnobismo con la caridad. Pienso.
Gracias por estar ahí y saludos veraniegos

Anónimo
8 de julio de 2014 a las 14:38

Diertemente es Kar-wai. Corrijo enseguida, Dr.J. Gracias por la advertencia.

Pandorabuscasusitio
8 de julio de 2014 a las 18:05

"Deseando amar" (la traducción castellana del título que enunciaba nuestro Dr. J) es sin duda una excelente película. No tengo el gusto de haber visto las dos que comentas, pero me alegra mucho que sigas con el blog. ¡No lo dejes!
¿Y qué me decís de David Lynch como director religioso nada convencional? En Twin Peaks se ve la lucha corporeizada del mal contra el bien.
Saludos.

Anónimo
8 de julio de 2014 a las 19:26

"Deseando amar" es una de las mejores películas de los 20 últios años.
De David Lynch yo destacaría que "Una historia verdadera" realmente es una parábola del perdón universal, de la reconstrución de la fraternidad perdida. El final, con una simple elevación de cámara al cielo, ya es toda una manifestación del trasfondo de la cinta. Pero respecto a la lucha del bien y el mal, no creo que se trate de un tema religioso.
ap

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