Sep
Extraordinario
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Una de las cosas más hermosas del Capítulo General ha sido la liturgia. Los primeros días orábamos según la forma ya preparada: un pequeño coro de hermanos entonaba los salmos y el resto de la asamblea respondía en los mismos tonos.
Cuando el pequeño coro de salmistas entonaba, lo hacía en una polifonía perfectamente armónica, compleja y a la vez empapada de profunda inspiración. En la misa cantábamos las oraciones litúrgicas en latín.
Pero, tras la primera semana, comenzaron las celebraciones preparadas por regiones y grupos lingüísticos. El primer día el grupo africano introdujo los laudes con un himno que, a falta de instrumentos, acompañaban con unas tímidas palmas. Ya se había corrido entre pasillos el rumor de que, además de la bella liturgia de los primeros días, no estaría mal que los hermanos y hermanas celebraran al modo en que se hace en sus lugares de misión. Así es que llegó el día de los españoles y aquello fue una eclosión de alegría y canciones de esas que normalmente cantamos en la liturgia en España acompañadas, como no, de una guitarra que hicimos traer desde la Curia en Santa Sabina.
Bueno: a alguno le pareció que no era el momento de exhibir dichas peculiaridades; que aquello era poco litúrgico -¿hay alguna liturgia que no sea encarnada en la particularidad?- y que algún canto estaba de más. Pero fue sólo alguna voz que no halló demasiado eco, porque, la verdad, desde entonces cada grupo llevó hasta el espacio celebrativo sus cantos y sus formas de sentir la liturgia, como, por ejemplo, hicieron los hermanos de Latinoamérica, quienes nos emocionaron –la voz crítica pensaba que la emoción no tiene lugar en la liturgia- con sus formas y su fondo rebosante de alegría, esperanza y anhelos de libertad.
Curiosamente fueron los hermanos responsables de la liturgia en los primeros días quienes más se acercaban a agradecer los cantos con que, por decirlo de algún modo, dimos entrada a la diversidad cultural en la oración. Algunos hasta querían hacerse fotos con nosotros y la guitarra.
A veces alcanzamos a ver que lo extraordinario pertenece a lo humano mas aun que sus cosas ordinarias. (Perdon por la falta de tildes: estoy en un ciber y no encuentro la tecla....).