Jul
Ética y estética
1 comentariosDe ética no entiendo demasiado –tampoco de estética, lo sé, (a lo mejor mi vecino de blog, Sixto, nos podría ayudar)-, pero yo es que esa contradicción entre estética y ética aún no la entiendo.
Vayamos a la liturgia, por ejemplo. Parece que es una cuestión ética decir misas rápidas –todo por la gente, ya se sabe, que tiene prisa-, sin canto, sin demasiadas florituras... Si el presidente lo hace todo, mejor, menos complicación. Si nos ahorramos solemnidades –silencios, inclinaciones, símbolos, gestos-, pues también mejor: así estamos más cerca del mundo. Y el triste resultado es que las iglesias se vacían cada vez más y más. La que es la celebración de todo el pueblo de Dios se convierte en el monólogo del actor, director y escenógrafo de su propia obra. Claro: frente a un teatro rápido, mal interpretado, feamente presentado, existen otras ofertas más atractivas.
El lenguaje (–todo rito, silencio, canto, vestidura, símbolo… es lenguaje y mucho más-) sigue al conocer y a la experiencia del ser de las cosas. Si se trata de celebrar, decir, predicar a Dios, ¿qué conocimiento, experiencia de Dios, manifiestan tantas celebraciones como a veces encontramos? ¿Nos hemos preguntado si la falta de estética celebrativa no responde, en el fondo, a una falta de convicción, de profundidad, de compromiso serio con la Palabra de Dios, de espiritualidad, de celo por el propio ministerio y la propia vocación? Y, lo peor, que bajo la excusa pastoralista –según no sé qué pastoral y de no sé cuando- estemos escondiendo nuestras propias desidias. ¿Es eso más ético?