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El Poeta del Metro
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Para los lectores de este blog no demasiado familiarizados con la aventura poética, me permito resumir la situación de los últimos años en lo que se refiere a este arte de la palabra.
El panorama actual está marcado por la irrupción de la llamada generación Millennial y la Generación Z.
Fundamentalmente se trata de una avalancha de poetas cuyo medio nativo de expresión son las redes sociales. Instagramers, youtubers, tuiteros con infinidad de seguidores que producen versos adaptados a la red social y que, en un momento determinado, por arte o simplemente por mercado, dan el salto a la edición de libro. Los poemas suelen ser facilones, superficiales; frecuentemente no más que sensiblones lugares comunes aptos para consumir y, por lo general, muy rentables en cuanto a ventas, pues sus cientos de miles de seguidores son ya un público abonado.
Su popularidad mediática ha hecho de esta parapoesía un auténtico fenómeno del que se han ocupado ensayos, conferencias, congresos. El debate es encendido en torno a la oportunidad, calidad y cualidad -si es poesía o no- de estas publicaciones. He participado en más de un diálogo al respecto y me quedo con un par de conclusiones.
En primer lugar, no es buena poesía, más bien suele ser mala poesía; pero es un fenómeno más interesante por lo que socialmente refleja que por su literatura o arte en sí.
En segundo lugar, es posible que un público adolescente y joven se inicie a través de estos medios en la lectura y, a continuación, su gusto y su exigencia les lleven a dar con una buena poesía y hagan de ellos buenos escritores. Como en muchos ejemplos, se puede empezar dando patadas a un balón en el parque y acabar jugando en primera división de fútbol. O puede que lo que no eran más que volteretas de pasillo, acaben significando el inicio de una deslumbrante bailarina.
Hay pronósticos que se cumplen antes de lo pensado. Antes de lo pensado porque, mientras la evolución artística de un poeta cuarentón puede ser insignificante en el periodo de dos o tres años, en el caso de un joven poeta dos o tres años pueden suponer la clara diferencia entre una mera afición y el talento confirmado. Tres o cuatro años de lecturas, escritura y aprendizaje de un joven con dones literarios pueden hacer emerger un autor a tener muy en cuenta.
Pues bien, me hace muy feliz hablar del libro "El año de la grava" de J. Santatecla, un poeta que comparte algunas circunstancias de la Generación Millennial y que en este su segundo libro muestra un imaginario desbordante, brillante, genuino. Y mucho más: se percibe inmediatamente el instinto del lenguaje, ese acertar un contenido que se hace más presente por el estilo, la manera de decir, que por la sola elección del tema. Una conciencia de sintaxis que por su mera imbricación va dejando una disposición de ánimo.
J. Santatecla ha encontrado el secreto mediante el cual la acústica métrica no es mero pilar sustentante sino forma del poema. Se advierte el oficio de quien es, además, realizador de cine. Porque J. Santatecla ha configurado "El año de la grava" mediante la sucesión de planos que por su composición son historias dentro de la historia. De tal modo que hay una película, sí, pero muchas películas a la vez. Se suma a ello el acierto de dejar al descubierto las acotaciones, como una obra cuyo andamio está accesible para ser recorrido como parte de la obra. Una estética más trasparente.
J. Santatecla nos introduce en el viaje hacia la identidad de uno mismo recorriendo la memoria desde la juventud hasta la infancia e incluso el preconsciente.
El joven poeta nacido en 1991 deslumbra por una madurez forjada a base de lecturas, estudio y ejercicios estilísticos que no son simples sino más bien sencillos, para lo cual Jota ha abrazado el método de la humildad.
Y hay algo más. J. Santatecla es conocido como "El Poeta del Metro". Virales son los videos en los que recita en distintas ubicaciones del Metro de Madrid o deja poemas y retos en distintas estaciones para ser encontrados por los transeuntes. Estos poemas-mensaje suyos pueden ser el nexo entre dos mundos, entre dos personas, entres dos estaciones de la vida.
Santatecla es un Orfeo que desciende a los mundos inferiores, se fija en sus habitantes, les da voz, les anima a hablar, les restaura la ilusión.
La popularidad que ha alcanzado es la justa respuesta a su tesón, originalidad y apuesta por una poesía que realmente es de calidad y a la vez popular. Eso es muy, pero que muy difícil, y en J. parece natural. J. Santatecla es una esperanza confirmada. Un artista polifacético y, lo que realmente importa, una persona buena que aún cree en cosas buenas, para las cuales ha abierto un canal de comunicación.
Este libro, "El año de la grava", nos dice que J. Santatecla ha llegado para quedarse. Y que su talento no se detiene en un único género artístico.
Hace tiempo que recibí su libro. Le pido a J. que me disculpe por no llegar rápido a dar noticia.
Me atrevo ahora a decir que es ya un referente logrado de esa a veces imposible fórmula que reúne popularidad, frescura expresiva y profundidad de conciencia.