Mar
Dinero
1 comentarios
En tiempo de crisis, vuelve la poesía, certifica Margaret Atwood. Y digo yo que no como consuelo ni refugio contra la inclemencia. También, y sobre todo, como el lenguaje en el que la inclemencia se hace visible. Más aún, deja sus hígados al descubierto. Más aún, se apodera de nuestro espacio. Más aún: nos empuja a la panza del monstruo.
LLega a mis manos Dinero, de Pablo García Casado, un libro que hace tiempo que buscaba. Está escrito antes de la crisis, pero, por mucho que algún provincial me diga lo contrario, ya se sabe que los poetas -si lo son, García Casado lo es- se adelantan a las crisis y a muchas cosas dejando que se tatúen antes en su pellejo -aunque sea en el pellejo del sujeto lírico, que no es siempre el biográfico- para abandonar después ese pellejo cuando los otros vengan a arrancárselo.
Con el permiso del autor, invitando siempre a ir a por el libro en su más material presencia y precio -8 euros, que por otro lado dan para unas barras de pan y unas latas de atún-, les dejo aquí dos poemas de Dinero.
FAMILIA
El teléfono no dejaba de sonar. El casero, el de los muebles, al parecer no han abonado el segundo plazo. Debe ser un error, mañana mismo, mañana. Buenos días, venimos a por la lavadora, no importa, volvemos más tarde, cuando acabe la colada. Todos estaban mal, todos estaban pasando un mal momento. Mariángeles quiere comprar un sofá, ahora no puedo, ya sabes, las letras del coche, pero manda a los pequeños a cenar a casa. Tía Flora nos traía comida, carne con tomate, cocido, sobras de lentejas. Dejaba los tarros y salía con otros vacíos, evitando nuestra presencia como se evita un contagio.
DINERO
No es un ambiguo sentimiento de angustia, es dinero.
(Pablo García Casado. Dinero. DVD EDICIONES. 2007)