Abr
Devotas, distinguidas y principales
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No me resisto a abandonar por un momento el rol artístico de este blog para referirme a las lecturas de este fin de semana. Uno lleva preparada una cosa, pero, en el último momento, el Espíritu dice otra e improvisa el sermón. Mira por dónde, hasta hay arte aquí: al arte del Espíritu Santo, que se parece a esas performances en las que el texto de la representación teatral no está escrito, pues comienza la acción, no se sabe lo que va a ocurrir y los actores se van dejando llevar.
Claro que esto es poco recomendable, porque la mayoría de las veces puede acabar siendo un desastre, más un show nuestro que una predicación inspirada por el Espíritu. Sin embargo, este fin de semana me ocurrió algo así: tienes preparadas unas palabras y en el último momento vas y se te escapa otra cosa. Ésta: que Dios hace las cosas bien y saca bien de mal si se reciben sus correcciones con humildad.
Veamos. Los judíos incitan a una persecución contra Pablo y Bernabé. Aquellos instigan a las devotas, distinguidas y a los principales de la ciudad a perseguirlos. Y, en vista de esto, ellos -¡qué alegría más grande!- pasan a dedicarse a los gentiles.
¿El mensaje? Pues en el contexto del Buen Pastor y la vocación sacerdotal, que le hace mal a la Iglesia vivir bajo el amparo de los devotos, distinguidos y principales de este mundo. Que quizá muchos de los males que estamos padeciendo en este momento pudieran haberse cometido en momentos en que los principales y distinguidos amparaban y protegían a la Iglesia, al menos con el aplauso social. Que los contextos de proteccionismo político no son los mejores para la vocación, pues en ellos es más difícil distinguir si ésta es verdadera, si busca dar la vida por las ovejas, o, en cambio, la protección, reconocimiento y respaldo social que la Iglesia tenía y de la que, el ingresar en su estructura de gobierno, se iba uno a beneficiar.
Si estas situaciones sirven para discernir la vocación al sacerdocio o la vida religiosa con todos los medios, incluidos los humanos y sicológicos, mejor. No es la primera noticia que tengo de instituciones religiosas que al principio eran muy reacias a las ciencias humanas, como la sicología, y que ahora no dejan entrar en sus seminarios a nadie sin el mínimo discernimiento humano y sicológico, el cual no suple a la gracia y al misterio sagrado de toda vocación, pero que, en la gracia, es un gran medio que Dios pone a nuestro alcance.
No es bajo el amparo de devotos, distinguidos y principales bajo el que debemos caminar. Sino abiertosa a los gentiles. El arte del Espíritu.