Ene
Década 0´0
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Como quien no quiere la cosa, ha pasado una década más. El tiempo engendra décadas como el poder caballos y, en última instancia, la agrupación numérica de años no es más que una convención, una manera de clasificar, medir, que a la realidad, sinceramente, le afecta poco.
Sin embargo, sirve para hacernos algunas preguntas. Podemos identificar las corrientes, los hallazgos artísticos de décadas como la de los 60, 80… Pero, ¿cuáles han sido las claves culturales de estos diez años últimos, que, además, son los primeros de un siglo y un milenio? Se abría el decenio con un atentado terrorista en Nueva York y se cierra con una crisis económica global. En medio han ocurrido algunos de los desastres naturales más atroces, como el terremoto de Haití o el tsunami de Sumatra que podría haber incluso afectado a la rotación de la tierra… ¿Ha afectado en algo a la rotación de las conciencias, al giro de la mirada pictórica, a la matemática emocional de la poesía?
Sinceramente, creo que no. La vergüenza del arte y la poesía contemporánea radica, precisamente, en revelar su incapacidad y miedo a dar entrada no sólo a la tragedia y la reflexión dentro de la creación artística misma, sino, especialmente, a la esperanza. De hecho, la misma palabra esperanza suena ingenua y cursi en los oídos sublimes de los artistas de hoy, que, por supuesto, están por encima de todo… excepto de sus comisiones económicas, sus cachés, sus derechos de autor.
Los 70 eran el pelo largo, porros, libertad... y creaban las canciones que ahora se versionan a falta de algo nuevo. Los 80 tenían hombreras, se iban de movida, le daban a los sicodélicos para hacer cuadros y poemas gamberramente divertidos. Los 90 fueron retroprogres, neocon, progreburgueses... y tiraban de coca en apartamentos de lujo. La década recién clausurada -¿cómo la llamaremos: década 0´0?- artísticamente ni siquiera ha temblado con la tierra.
Alguien lo ha dicho bien: vendrán los bárbaros a restablecer –como en los ordenadores- el sistema varios siglos más atrás. Pero no pienso quedarme callado.