Ene
Cortos
4 comentariosEs una comparación que cada vez me parece más sugerente: de entre las formas de arte que van últimamente cobrando más presencia, la del cortometraje me parece una que puede aportarnos claves para una buena predicación. Sí: si con alguna forma de arte guarda más similitudes un sermón, creo que puede ser con un corto.
Un buen corto tiene claves distintas a las de una película de duración normal. Ante todo, se trata de redondear una historia lo más brevemente posible haciendo el mejor uso de los recursos narrativos. ¿Qué nos puede aportar? Lo primero: la brevedad llena de mensaje (menos es más). La intensidad para no dejar de captar la atención en ningún momento. Una aparente simplicidad que esconde, en realidad, una compleja planificación. La concentración en unos pocos personajes pero bien dibujados. El recurso a los signos y los símbolos que implícitamente remiten a lo que necesitaría de muchas palabras para ser dicho explícitamente. Una actitud poética que ve y va más allá de lo obvio. Un sabio uso de la elipsis, del dejar de contar lo que el oyente puede adivinar y componer por sí mismo. Si se usan palabras, que éstas sean precisas, necesarias, pasadas por la inmensamente valiosa criba del silencio, la depuración, la ascesis… que son actitudes contemplativas. La emoción contenida. Un final abierto para el alma del oyente. La capacidad de suscitar y poner en reacción las capacidades del receptor en unos pocos minutos. Y muchas más cosas de las que las dichas son sólo un índice.
Nos envía Vicente Niño un corto. Nos dice que se expresa en él cómo el amor puede cambiar la vida, más aún: que sin amor la vida está vacía. Un corto sacramental, comenta. Claro que sí, porque los signos, los mensajes, son una presencia ya en nuestra vida de algo más pleno que, si bien aún no está totalmente realizado, con su sola acción ilumina ya nuestra existencia, tira de ella, busca la plenitud. Con el permiso y el agradecimiento a Vicente, ponemos el corto y nos disponemos a aprender de este arte para decir mejor la mejor de las historias que se puedan contar.