Ene
Contracultura
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De vez en cuando doy una vuelta por los mundos de Youtube para ponerme al día de lo que hacen algunos de mis artistas favoritos.
Esta vez me he llevado la sorpresa de encontrar un trabajo de colaboración entre Björk y el compositor de música contemporánea John Tavener, gran parte de cuya obra tiene raíz e inspiración en la música y la tradición litúrgica de la iglesia ortodoxa.
Se trata de un “Señor Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí” y, la verdad, no esperaba encontrar una pieza de este carácter en la voz de la inclasificable Björk que tanto me gusta.
La cuestión es que la sorpresa continúa, pues el video me lleva a una versión del “Agnus Dei” de otro de mis favoritos, pero de quien tampoco esperaba algo así, Rufus Wainwright.
Me pregunto qué ha llevado a esos artistas iconoclastas donde los haya a versionar temas no sólo de inspiración religiosa, sino con texto directamente litúrgico. Quizá precisamente sea eso, la voluntad de ir contracorriente, a la manera en que me comentaba una escritora cuyo libro presenté recientemente que alguna amiga la calificó de “transgresora” al enterarse de que su libro lo presentaba precisamente “un cura”.
Preferiría pensar que un artista que no juega a especular con lo que es o no es políticamente correcto, que no juega a calcular la repercusión mediática y mercantil de su trabajo, se deja llevar por aquello que verdaderamente le inspira. Y créanme: la etiqueta religiosa en el contexto artístico actual más bien cierra puertas. Creo que en al caso de estas dos piezas musicales se advierte una implicación de los intérpretes más allá del mero coqueteo con lo extraño, lo excéntrico, que en este caso sería lo litúrgico, desde –claro está- la perspectiva mercantil.
Cualquier artista que se acerca a la profundidad de determinadas manifestaciones verdaderamente empapadas de espiritualidad no puede quedar indiferente. Me parece, desde luego, que ello se nota en estas interpretaciones de la islandesa y de Rufus.