May
Connecting people
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Abro el suplemento El cultural y me llevo una alegría. Primero, porque está dedicado al centenario del nacimiento de Luis Rosales. Segundo, porque, con ocasión de esta celebración, se publica un artículo firmado por Antonio Sánchez Zamarreño, el máximo especialista en la obra de Rosales. Y resulta que Sánchez Zamarreño es un amigo mío. En la obra que coordiné, Cristianismo y poesía (Ed. San Esteban, Salamanca 2003), contribuía con el artículo El Dios de Luis Rosales.
Pero mi alegría va en aumento porque El Cultural, a continuación, invita a 7 poetas a que presenten sus versos preferidos de Luis Rosales. ¿Y qué poetas son los invitados? Pues hay dos también más que amigos míos. El primero, Vicente Gallego, elige el poema que comienza diciendo Me gusta recordar que he nacido en Granada… Vicente comentó hace unas semanas el libro que tengo acabado; y, entre los poemas de ese libro, hablamos de uno que termina así: el hombre que jamás dejó Granada, referencia al poema de Rosales que él ha elegido para el cultural.
El otro gran amigo que elige un poema es Juan Antonio González Iglesias. Debo reconocer que lo que en mi artículo Dios y los poetas del nuevo siglo decía de JAGI, a quien por entonces no conocía en persona y parte de cuya obra no había leído –la mejor ha aparecido después-, no es lo que opino hoy.
Demasiadas coincidencias en unas pocas páginas: Rosales, Zamarreño, Vicente, JAGI. Y la última de todas es esta: el poema que elige M. Victoria Atienza, Autobiografía, es uno que me duele siempre. Me duele tanto, que hay una plaza en Granada y en la plaza un azulejo y en el azulejo el poema y yo evito siempre esa plaza porque me emborrona los pasos. El poema en cuestión acaba así:
Así he vivido yo con una vaga prudencia
de caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.
JAGI me dice que, para ser fraile, soy poco providencialista. No le falta razón: demasiadas coincidencias hoy en este suplemento: la poesía, Rosales, tres amigos, los versos que más me duelen. La Providencia, como Nokia: connecting people.